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Polifonía profunda y leve

Arribamos al centenario de un clásico de la literatura universal: Italo Calvino, cuyos relatos y meditaciones siguen atrayendo a lectores de todos los continentes; entre otras razones porque su obra es innegablemente heterogénea, tanto por los temas como por los recursos narrativos y estilísticos


–Aaah… –dijo Carlomagno, y del labio inferior, que sobresalía, le salió incluso un pequeño trompeteo […] en seguida frunció el ceño–. ¿Y por qué no alzáis la celada y mostráis vuestro rostro?

El caballero no hizo ningún ademán; su diestra enguantada con una férrea y bien articulada manopla se agarró más fuerte al arzón, mientras que el otro brazo, que sostenía el escudo, pareció sacudido como por un escalofrío.

–¡Os hablo a vos, eh, paladín! –insistió Carlomagno–. ¿Cómo es que no mostráis la cara a vuestro rey?

La voz salió clara de la babera.

–Porque yo no existo, sire.

–¿Qué es eso? –exclamó el emperador–. ¡Ahora tenemos entre nosotros incluso un caballero que no existe! Dejadme ver.

Agilulfo pareció vacilar todavía un momento, luego, con mano firme, pero lenta, levantó la celada. El yelmo estaba vacío. Dentro de la armadura blanca de iridiscente cimera no había nadie.

Novelas, cuentos, ensayos; fantasía, humor, meditaciones filosóficas y sobre la creación literaria integran el legado de Italo Calvino. / Leyva Benítez

Ningún lector rebatirá que las anteriores líneas representan un excelente aperitivo para los hambrientos de literatura fantástica. Y que es imposible dejar de sonreír, incluso de reír, cuando en otro libro nos topamos con una entrevista realizada al hombre de Neanderthal:

Neander: Mi cuñado muerde otro hueso, mi mujer muerde otro hueso…

Entrevistador: Como han podido escuchar directamente por boca del señor Neander, las mujeres eran las últimas que se servían en el banquete ritual, lo que equivale a admitir la inferioridad social en que se tenía a la mujer…

Neander: ¡La tuya! Primero yo le llevo el oso a mi mujer, mi mujer enciende el fuego debajo del oso, después yo voy a cortar la albahaca, después vuelvo con la albahaca y digo: Dime, ¿dónde está la pata del oso? y mi mujer dice: Me la comí, ¿no? para ver si todavía estaba crudo, ¿no?

[] Después voy a recoger la mejorana después vuelvo con la mejorana y digo: Dime, ¿dónde está la otra pata del oso? y mi mujer dice: me la comí, ¿no?, para ver si no se había quemado, ¿no? Y le digo: Oye, el orégano ¿sabes quién va a recogerlo? vas tú, le digo, tú eres la que va por el orégano, ¿eh?

Pero tal vez no estamos para bromas y preferimos la melancolía que se desprende de Las ciudades y la memoria. 2:

Al hombre que cabalga largamente por tierras selváticas le acomete el deseo de una ciudad. Finalmente llega a Isadora, ciudad donde los palacios tienen escaleras de caracol incrustadas de caracoles marinos, donde se fabrican según las reglas del arte catalejos y violines, donde cuando el forastero está indeciso entre dos mujeres encuentra siempre una tercera, donde las riñas de gallos degeneran en peleas sangrientas entre los apostadores. Pensaba en todas estas cosas cuando deseaba una ciudad. Isadora es, pues, la ciudad de sus sueños; con una diferencia. La ciudad soñada lo contenía joven; a Isadora llega a avanzada edad. En la plaza está la pequeña pared de los viejos que miran pasar la juventud; el hombre está sentado en fila con ellos. Los deseos son ya recuerdos.

“Él se imagina las situaciones narrativas como desafíos. Eso trae consigo que siempre vaya experimentando nuevos caminos”, señala Mayerín Bello. / Cortesía de la entrevistada

A un escritor polifacético debemos esas escalas: el absurdo, la sorpresa, el humor, la introspección. Una reconocida estudiosa de su trayectoria es Mayerín Bello Valdés, investigadora, ensayista, profesora de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, específicamente de literatura general y comparada. Guiados por ella emprendemos un recorrido por la vida y los textos de Italo Calvino.

“Este año celebramos su centenario. Nació el 15 de octubre de 1923 en Cuba, en la Estación Agronómica Experimental de Santiago de las Vegas, situada en la periferia de La Habana. Allí trabajaban sus padres, ambos italianos: Mario Calvino y Eva Mameli; él como director y ella al frente del departamento de botánica. En 1925 la familia regresó a Italia y se establecieron en San Remo.

“Calvino tuvo una formación escolar hasta el nivel, pudiéramos decir, de preuniversitario. Luego debió interrumpir los estudios superiores debido a la leva: el régimen fascista estaba enrolando a los jóvenes para enviarlos a la guerra. Calvino y su hermano decidieron incorporarse a la resistenza antifascista”.  

–Experiencia que le sirvió más adelante para iniciarse en la literatura.

–Efectivamente. Según refirió, antes de la contienda sus ideas políticas no estaban muy definidas, aunque sus padres eran personas de izquierda. Terminado el conflicto bélico se afilia al Partido Comunista, empieza a trabajar en la editorial Einaudi, de Turín –allí desempeña diversas funciones hasta convertirse en editor– y concibe narraciones donde da testimonio de su período en la guerrilla.

“Su primera novela, El sendero de los nidos de araña, la publica en 1947 esa casa editora; obtiene un éxito extraordinario. Se inserta dentro del denominado clima neorrealista, que va a alcanzar sus frutos más notables en el cine, con productos artísticamente depurados; también se manifiesta en la literatura, mediante los relatos testimoniales, las memorias.

“Ya en la década de los 50 el escritor reúne todas sus obras breves de temática guerrillera o sobre la cotidianidad, o sea, con perspectiva realista, en un volumen al cual nombra simplemente Cuentos (1958); en el prólogo declara que de ese modo concluye una etapa.

“Él se siente lleno de energías creativas y las canaliza en tres novelas: Las dos mitades del vizconde (1952); El barón rampante (1957) y El caballero inexistente (1959). Caerían en lo que pudiéramos denominar literatura fantástica; pero no lo son exactamente, porque Calvino está conduciéndola por nuevos derroteros.

“Un poco jugando y moviéndose con cierta ligereza, él combina esa perspectiva imaginativa, de relato de aventura, que prima en los tres libros, y un contexto histórico real  para enunciar de una manera velada problemas contemporáneos, ligados a las conductas humanas o a la sociedad.

Durante sus años de editor realizó una labor encomiable, pues divulgó no solo a los autores de su país, también la literatura de otras regiones y diversas épocas. / newyorker.com

“Apela a situaciones muy particulares: el vizconde Medardo de Terralba queda dividido en dos por una bala de cañón, la parte buena y la mala viven por separado. El protagonista del último volumen es una armadura vacía de la época de Carlomagno, la cual se hace llamar Caballero Agilulfo y se desempeña como uno de los gentilhombres más cabales dentro del ejército. Y en la narración intermedia, ubicada en el siglo XVIII, el joven Cósimo Piovasco, barón de Rondó, decide subirse a los árboles y no bajar nunca más, es decir, vive sobre ellos hasta el final de sus días; durante ese tiempo observa diversos conflictos del período y en el relato comparecen personajes reales –algunos de ellos ligados a la epopeya napoleónica– y otros que proceden de obras literarias, por ejemplo, La guerra y la paz, de Tolstoi.

“Hay un elemento interesante: ese barón rampante quiere mantener un vínculo con los acontecimientos, pero desde la distancia. Eso tal vez refleja un suceso biográfico, aunque no debemos juzgar la postura de Cósimo a partir de lo ocurrido en la realidad: en 1957 Calvino abandona el Partido Comunista, porque no comulga con la política que lleva a cabo, la considera muy sometida a los dictados de Moscú. Él no desea seguir militando, tampoco distanciarse de sus compromisos.

“En 1960 agrupa esos tres libros en uno solo, al que titula Nuestros antepasados; cierra así otro ciclo literario. A la altura de los años 60 es un intelectual respetado en múltiples partes del mundo. Escribe muchísimo: además de ficción, ensayos, artículos de reflexión, conferencias, los cuales difunde en la prensa, intervenciones públicas, congresos.

“Y en 1964 se produce un hecho importante para nosotros: es invitado a Cuba, como jurado del Premio Casa de las Américas en su quinta edición. Él afirma en las entrevistas que esa visita es un retorno a las fuentes. Hay dos razones: va a Santiago de las Vegas, a ver el lugar donde nació. Fue recibido con inmenso cariño por los colaboradores de su padre, quienes ya eran personas ancianas, como el sabio Juan Tomás Roig, uno de los pilares de la agronomía cubana. Lo cuenta a su madre en una carta muy hermosa. Lo segundo es que evalúa textos de corte épico muy pronunciado, ligados a la experiencia de la Sierra, a la lucha en el Escambray; o sea, relacionada con la memoria colectiva de la nación. Le parecía estar regresando a sus orígenes como escritor.

“Tal sentir lo expone en la conferencia El hecho histórico y la imaginación en la novela, que concluye asegurando: ‘una literatura solamente fantástica y sin apoyatura en la realidad no funciona, tampoco lo hace una estrictamente realista, en la que no haya una elaboración imaginativa. Esta es su propia encrucijada’”.

–¿Entonces, cuáles líneas seguirá su producción literaria?

–Continuará con la que será su ruta hasta el final: una narrativa donde predomina la imaginación; sigue habiendo un diálogo con la realidad y las preocupaciones contemporáneas, pero no se plasman de modo explícito y directo en lo narrado.

“Publica, en 1965, Las cosmicómicas, con un protagonista de nombre impronunciable: Qfwfq, una entidad que asiste a varias etapas del universo. Calvino juega con enunciados científicos y crea relatos divertidos mediante situaciones insólitas. En La distancia de la Luna los personajes colocaban una escalera entre la Tierra y su satélite e iban a buscar leche lunar; dos de ellos viven una bella historia de amor (aunque no constituye un tema fundamental de su obra, sí es un componente).

“Esos cuentos van a tener una saga que incluye, por ejemplo, Tiempo cero (1967), La memoria del mundo y otras historias cosmicómicas (1968), Cosmicómicas viejas y nuevas (1984).

“¿Qué caracteriza en general su narrativa? El cambio constante. Siempre está experimentando, buscando dar voz, son palabras suyas, a lo que clama por ser escrito. A partir de esos postulados, otras tres novelas fundamentales –la crítica denomina a este ciclo ‘el último Calvino– ven la luz en el decenio de los 70.

“Según asevera en sus ensayos, la gran vocación de la literatura italiana es el texto breve, y él considera que personalmente se desenvuelve mejor con esa modalidad.

Eligió sugerir maneras de mirar, en lugar de imponer una visión sobre la existencia humana y los desafíos de la contemporaneidad. / elespanol.com

“Por eso crea novelas a partir de fragmentos. Las ciudades invisibles (1972) se estructura con 55 pequeñas narraciones o reportes de viajes, en los cuales Marco Polo describe al emperador Kublai Kan poblaciones que tienen nombre de mujer y carecen de localización en el mapa. Además, durante los nueve capítulos ambos sostienen diálogos de notable profundidad y, a la vez, levedad. Calvino posee ese don: mueve a la reflexión, escribe muy comprensiblemente; sin embargo, lo que expresa mantiene una densidad, en el buen sentido, para transmitir ideas, principios.

“Luego viene, en 1973, El castillo de los destinos cruzados. Es como un juego literario, en el que se intercambian signos. Un grupo de personajes llega al lugar, se sientan ante una mesa y, como no pueden hablar, crean relatos mediante las cartas del Tarot que van colocando; un narrador deduce su significado y cuenta cada suceso.

Si una noche de invierno un viajero, de 1979, finaliza esta especie de trilogía. Dentro de una historia marco, protagonizada por dos individuos: el Lector y la Lectora, inserta 10 inicios de novelas; todas diferentes en estilo, pero con tópicos comunes. Es un libro sobre cómo escribir ficciones y cómo se leen, un ejemplo de la importancia que él le confiere a la contraparte indispensable de un escritor.

“Italo Calvino muere en 1985. Dos años antes llegó a las librerías Palomar. Un señor llamado, no por casualidad, igual que el observatorio espacial californiano mira con detenimiento su entorno, lo mismo un reptil que las olas en el mar o una tienda de quesos en París. Eso le permite ir haciendo reflexiones filosóficas.

“Inconcluso quedó el volumen Seis propuestas para el próximo milenio. Es su testamento literario, lo integran las conferencias que él debía dictar en Harvard en el curso de 1985-1986. Redactó cinco y dejó apuntes para la sexta. Cada una recibió el nombre de un valor que él quería legar al siglo XXI para que la literatura se mantenga y pueda competir con las seducciones audiovisuales: levedad, exactitud, rapidez, visibilidad, multiplicidad, consistencia o coherencia”.

–¿De todos esos títulos, qué se ha publicado en Cuba?

–Las dos primeras partes de la trilogía Nuestros antepasados: Las dos mitades del vizconde (1964) y El barón rampante (1989). Posteriormente, en ocasión de los homenajes por los 90 años del escritor, se realizó una edición hermosísima, ilustrada por Sándor González, de Las ciudades invisibles; fue muy reducida y se entregó a determinadas instituciones. Con esas mismas premisas se imprimió Seis propuestas para el próximo milenio.

“Ahora, por el centenario, Ediciones Unión pone a disposición de los lectores la trilogía completa de Nuestros antepasados y Casa de las Américas presenta una antología que nace de un proyecto académico entre la Universidad de La Habana y el Laboratorio Calvino, perteneciente a la Universidad de la Sapienza de Roma. Se titula Italo Calvino, Cuba y Latinoamérica. Mi colega, Laura Di Nicola, quien dirige dicho Laboratorio, y yo hicimos la selección de los materiales”.

–Al escucharla, percibo que siente pasión por su obra.

–Antes de especializarme en literatura italiana ya conocía a Calvino; su narrativa me enamoró enseguida, buscaba los libros, hasta que pude leerlos en su idioma original. Las motivaciones que nos ligan a un autor, a un conjunto de lecturas, no siempre se pueden explicar racionalmente. Lo que él dice, me complace, me ha orientado en la vida y me ha formado como lectora y profesional.

–Si solo pudiéramos leer una novela de Calvino, ¿cuál nos recomendaría?

–Sería una elección muy difícil. Cinco años atrás hubiera dado una respuesta distinta a la de hoy. En la medida en que maduramos y envejecemos, nuestras afinidades con los escritores van cambiando. Hace un lustro sugeriría Las ciudades invisibles. Me sigue fascinando, pero ahora aconsejaría Si una noche de invierno un viajero, lo disfruto mucho.

–Pasemos a los textos en los que él discurre en torno la literatura y sus propias creaciones.

–Sus intereses eran múltiples. Leía vorazmente, no solo literatura, sino sobre ciencias, historia, cultura en el sentido más amplio. En su ensayística y conferencias examina numerosos campos del conocimiento. Escribió acerca de la política y la sociedad italianas. Sobre su obra da ciertas pistas en los prólogos que redacta para sus libros. Yo sugeriría leer Seis propuestas para el próximo milenio y Punto y aparte. Ensayos de literatura y sociedad”.

–¿Cómo es valorado en la actualidad? ¿Qué nos sigue aportando?

–Es mundialmente conocido y sus creaciones siguen editándose en disímiles lenguas. Sin embargo, nunca cayó en el compromiso de quien compone un bestseller o recurre a fórmulas fáciles para motivar a los públicos. Su aspiración, supongo, fue la de cualquier gran escritor: hacer literatura con mayúscula, dotar a un libro de un contenido sustancioso y al mismo tiempo legible; o sea, transmitir conocimientos, vivencias, pero que al leer predomine el placer.

“Al lector de hoy Italo Calvino le aporta lo que nos dicen, a su manera, los clásicos de todos los tiempos: una reflexión sobre el hombre y sus circunstancias, por las vías que solo la literatura puede ofrecer. Además, a cualquier ser humano que se interese por su mundo interior, su relación con el otro, o quiera tener una visión sobre el universo, no le proporciona respuestas categóricas, sino sugerencias.

“Nos plantea que la vida en sociedad es compleja, llena de desafíos; y ninguna percepción, ya sea filosófica, ideológica, literaria, puede simplificar ese hecho. Él muestra esa complejidad, pero de forma leve, que incite a la reflexión sin que pese”.


Les invitamos a leer otros textos del dosier «Italo Calvino en su centenario»:



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