¿Quién dijo que no se llora por un perro?

Llorar mascotas
Arte: G. Rei

La primera vez que vi llorar a alguien por un perro fue hace más de 30 años. Quizás en mi infancia, entre mis hermanos y primos alguno desató una tormenta por uno de esos fieles animales; mas, lo que recuerdo, es lo que ahora les cuento.

Era uno de esos días de agosto, en el que sol hacía chorrear sudor por todas partes y yo me protegía en una parada en espera del ómnibus, que, como en estos tiempos (quizá algo menos), también demoraba.

Un señor algo mayor se acercó a mí e inició la conversación con la frase típica para esas situaciones: “¡Qué calor, y cómo demora la guagua!” Asentí con un gesto y le miré el rostro. Tenía los ojos achinados y enrojecidos por las lágrimas y supuse que algo malo debía haberle sucedido para que estuviera así. Claro, no dije nada. Ya había sido suficientemente indiscreta.

Pero, de seguro, el hombre buscaba un asidero para contar su historia y, sin razón alguna, comenzó a narrar el motivo de sus cuitas. Según dijo, enviudó un quinquenio atrás y Cariño, como nombraba al can, fue más que nunca amigo y guardián de sus días.

Cariño dormía debajo de la cama y se despertaba antes que su dueño. “Lo único que le faltaba era decir mi nombre”, expresó con una sonrisa de agradecimiento. “Fue mi consuelo durante todo este tiempo. Vivió cerca de 17 años, ya estaba enfermo, no pude hacer nada por salvarlo…”.  Empezó a llorar.

Hay personas que temen confesar el dolor por la desaparición de su perro, como si fuera un pecado, mas no era este el caso. Realmente, no solo se ha perdido una mascota, sino un ser querido. Después le dije que se tranquilizara, que a lo mejor podía encontrar otra mascota.

El silencio fue el puente salvador. Dejó de llorar y respondió: “No, no quiero, se sufre mucho…”. Cuando llegó la guagua, el hombre, del que no supe su nombre, no se subió. Quedó sentado en el banco, quizás a la espera de alguien más con quien conversar para aliviar su pena.

Lo de Ernestico, quien fuera mi vecino durante un tiempo, tuvo también otra historia de amor. En su casa adquirieron un auténtico Cocker spaniel, al que le pusieron por nombre Coqui, en honor a su impecable raza. El perrito pronto se convirtió en la atracción de todos y el niño se apropió prácticamente del can.

Lo cuidaban con dedicación, era, sin dudas, un miembro más de la familia. A tiempo estuvieron sus vacunas y el cepillo para peinarlo.  Coqui se convirtió en un perro elegante, como lo son los de su tipo, con una gracia especial. Se apropió de los corazones de todos.

Hasta el día en que enfermó y no quiso comer más. Enseguida fueron las consultas con el veterinario; los cuidados extremos, en especial el niño, que veía con tristeza como la enfermedad se llevaba a su perrito, negado a comer y jugar.

Finalmente ocurrió el fatal desenlace: Coqui murió; el pequeño irrumpió en llanto. Alguien le dijo que no se lloraba por un perro y él no entendió. Siguió lloriqueando sin consuelo. Le volvieron a repetir lo mismo; le prometieron una nueva mascota. Pero nada opacó sus lágrimas. Después preguntó a la abuela: ¿por qué no se llora por un perro?

La anciana, de inmediato, no supo qué responder. Luego le dijo que con el tiempo el dolor se iría; dentro de poco le regalarían un chihuahua. El niño la miró y siguió sollozando.

No todos comprenden el dolor que pueden sentir aquellos que pierden a su mascota. Es que entre ambos se establece un vínculo muy estrecho, se llegan a conocer como la palma de la mano. Por eso, hasta llegan a decir que “no se ha perdido un perro, ha marchado un buen amigo”.

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9 comentarios

  1. FIEL FUE MI PERRO MI SENORA Y MI MADRE LLORE POR MI MADRE LLORE POR MI PERRO Y MI SENORA QUE ES MI AMOR ESPERO IRME PRIMERO YO Y NO MI SENORA TANTO ES MI AMOR

  2. En la casa tenemos dos perritos ratoneros Revolico y Tobi , se les quiere y se miman mucho, Revolico es el más viejo y ya tiene sus años es resabioso pero a las ves cariñoso, todos los conocidos de la casa le dicen Revo, luego algo más tarde y sustituyendo a una hembrita que murió de enfermedad y sin temor a decirlo todos nos pusimos tristes en la casa ella también de la misma raza, llego Tobi tremendo tipo, digo perro más pequeño pero guapo y gran cazador al igual que el tío Revo, ya hizo su primera presa un guayabito, se han enfermado de parasito y se han puesto malitos realmente y siempre nos ha entristecido y escondida tal vez una lagrima ha brotado de cada uno de los que vivimos en la casa, se fajan ambos pero cuando hay pelgro los dos se unen y forman un dueto de armas tomar no son fáciles, realmente se les quiere y son dos más de la familia, yo por lo menos les digo chiquiticos.

  3. Es verdad, son más fieles que algunas personas y se quieren como si fueran un hijo.
    Yo perdí el mío hace algunos años y aún lo lloramos,
    Lo tenemos enterrados en el jardín y nosotros le ponemos flores y lo lloramos.
    Dormía debajo de la cama del lado de mi esposo, pero si mi hijo se enfermaba el lo presentía y se iba a dormir a su lado y muchas veces fue a avisarnos que nuestro hijo estaba con un ataque muy fuerte de asma o con fiebre.
    No pienso tener más ninguno, porque creo que como mi perro Boston no lo voy a encontrar, es insistutible.

  4. En nuestro hogar tenemos a la perrita Mía, yo digo que la perrita Mia no es mía , pues realmente es de mi hijo, pero la queremos mucho, a ella solo le falta hablar, se nos ha enfermado dos veces y realmente hemos sufrido mucho. Mi esposa y yo estamos en la tercera edad , y nos entretenemos mucho con ella.

  5. Recuerdo el perrito de mi suegra, Dianko, que se enfermó y hubo que operarlo, lo cual me hizo ganarme el afecto de «Mima», porque la llamé para saber del resultado de la operación. Tiempo después su enfermedad -maligna- reapareció y hubo necesidad de la eutanasia. Esa noche me fui al portal para que ella no me viera llorar, siempre me dijeron que no se lloraba por un animal, pero yo lloré por Dianko y por el dolor de mi suegra «Mima», que se le veía tratar de contener por el dichoso axioma de que no se llora por un perro… ya tampoco la tengo a ella, pero a ambos y al amor que mutuamente se tuvieron, no he podido olvidar…

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