Sobre las crines del tiempo han galopado ya 35 calendarios… y parece que fue ayer mismo cuando el Comandante en Jefe presidió y se dirigió a toda la nación y al mundo, durante la ceremonia patriótica y militar realizada en El Cacahual para recibir y rendirles honores a los restos de los internacionalistas cubanos caídos en Angola a lo largo de casi tres lustros de solidaria ayuda a ese país africano.
Era 7 de diciembre de 1989, fecha de profunda connotación por coincidir con un aniversario más de la muerte en combate del Lugarteniente General Antonio Maceo y su incondicional ayudante, el joven capitán Panchito Gómez Toro.
Denominada Tributo, aquella operación devino hermosa tradición que concentra y traslada a miles de personas, cada año, hasta el panteón correspondiente, en todos los municipios, con el propósito de rendirles homenaje a esos héroes del pueblo, de la patria y de la humanidad.
Salva de profundo amor en Sancti Spíritus
Como en ocasiones anteriores, la peregrinación de los espirituanos hasta el panteón donde reposan los restos de los internacionalistas fallecidos, sobrevino salva de profundo amor y respeto, con las máximas autoridades políticas y gubernamentales al frente.
La ceremonia honró no solo los 35 calendarios transcurridos desde aquella sensible operación, sino también los 128 de la caída en combate de Antonio Maceo.
Al intervenir, Isbel Reina Abréu, presidente del Consejo de Defensa Municipal en Sancti Spíritus, reiteró que los habitantes del territorio seguirán obrando con la fuerza que siempre distinguió a Maceo en la mente y en el brazo, decididos a no rendirse, tal y como enseñó Juan Almeida Bosque, en medio del revés sufrido por los expedicionarios del Granma en Alegría de Pío.
Cada nueva rememoración anual de la Operación refuerza la certeza con que el General de Ejército Raúl Castro Ruz, entonces Ministro de las FAR, afirmó que de Angola solo traeríamos “la entrañable amistad que nos une a esa heroica nación, el agradecimiento de su pueblo y los restos mortales de nuestros hermanos caídos en el cumplimiento del deber”.
Y, desde luego, están presentes también las palabras del Comandante en Jefe, cuando aquel 7 de diciembre de 1989 expresó: “Estos hombres y mujeres a los que hoy damos honrosa sepultura en la cálida tierra que los vio nacer, murieron por los más sagrados valores de nuestra historia y de nuestra Revolución… ¡Sabremos ser capaces de seguir su ejemplo! Para ellos: ¡Gloria eterna!