Nicolás Guillén, Poeta Nacional de Cuba. / Leyva Benítez.
Nicolás Guillén, Poeta Nacional de Cuba. / Leyva Benítez.

Tengo lo que tenía que tener

El legado vívido de Nicolás Guillén, Poeta Nacional de Cuba, resplandece este 16 de julio, al cumplirse 35 años de su desaparición física; así lo patentizan la obra fecunda aportada por él y las valoraciones de Nancy Morejón, poeta, ensayista, notable intelectual


Múltiples caminos descubren el rico acervo y las esencias defendidas por el Poeta Nacional de Cuba, nuestro Nicolás Guillén. Profundamente indagador, dio fe de la intención al llevar a la conciencia de las mayorías –blancos, negros, mulatos– el mestizaje étnico y cultural que trasciende la mezcla genética, plantea una verdadera transculturación, esta trasciende el color de la piel, y anima su esperanza cierta: “Algún día se dirá: color cubano”.

Ninguno otro testimonio puede suplir la elocuencia de la obra registrada en libros, artículos periodísticos, versos, evocaciones. Es considerado uno de los grandes poetas de la vanguardia de la lengua castellana. Reconforta leer, estudiar, el disfrute de palabras, ideas, pensamientos expresados mediante la escritura guilleneana. Sus reflexiones eruditas aportan luces sobre la descolonización cultural en Afroamérica, la poética del Caribe, de Cuba, su profunda africanía, el decurso histórico, y los valores identitarios en constante desarrollo. Propicia comprender en profundidad de dónde venimos, hacia dónde vamos y los procesos literarios y sociales más complejos del mundo.

Nancy Morejón, poeta, ensayista, notable intelectual, destacó la brillantez de Guillén como fundador de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, que presidió hasta su muerte en 1989. / Leyva Benítez.

Durante un aparte exclusivo con BOHEMIA, la notable intelectual Nancy Morejón, poeta, ensayista, Premio Nacional de Literatura, reconoció el interés de Nicolás Guillén por incursionar en la cuestión racial dentro del discurso nacional. Destaca dos poemas paradigmáticos, separados en el tiempo: Balada de los dos abuelos, de West Indies, Ltd (1934) y El apellido, de La paloma de vuelo popular, publicado casi un siglo después.

“La propia problemática del apellido alude a un asunto identitario, o sea cultural. El sujeto lírico, que se identifica con el autor, no propone la sustitución nominativa: critica la ablación de uno de ellos, o sea, culturalmente se ha pretendido negar a partir de su identificación nominal, una parte fundamental de su identidad, y es esa la que reclama, pero no renuncia a la otra parte, al apellido de la raíz hispana. Se trata del dilema del apellido manco, que trata de aniquilar un aspecto fundamental de su idiosincrasia”.

Tras breve pausa, prosigue: “El hablante de este poema pregunta sobre su “otro apellido” y la mitad de los factores de la identidad personal: ¿toda mi piel… viene de aquella estatua?, ¿tenéis todas mis señas? Hay, pues, en la esencia del poema, la misma voluntad de reivindicar el carácter mestizo de nuestra identidad nacional. Pero no es una reivindicación teórica y aséptica, no es solo un llanto –el poema está incluido en las Elegías guilleneanas– por los ancestros obviados. Es también una denuncia por ello, una declaración de dignidad y orgullo por la parte africana de su identidad: “Yo soy también el nieto,/ biznieto,/tataranieto de un esclavo/. Que se avergüence el amo”.

Cálida, cubana raigal, Nancy Morejón aporta datos, observaciones, conocimientos indispensables. Lo propio, lo auténtico, son brújulas para ella. Destaca en Guillén la selección del son como estructura poemática que atañe no solo al campo de la poesía, simbólicamente, constituye un factor básico para la interpretación de la identidad transculturada de Cuba. “Se trata de una conquista socioétnica que representa, en lo musical, esa identidad, al tener en su génesis tanto de Europa como de África, y que él lleva a la poesía escrita con el mismo carácter”.

El diario que a diario es el libro más moderno, y aun posmoderno de su autor. / Leyva Benítez.
Compilación de sus textos más representativos sobre la cuestión racial organizados cronológicamente. / Leyva Benítez.

Una y otra vez sintamos el gozo de Motivos de son (1930) y de Sóngoro Cosongo (1931). Sin duda, motivado por la polémica que despertó el primero, el poeta arremete de manera irónica, contra los que consciente o inconscientemente despreciaban, al menos en público, todo lo relacionado con África. Dice: “cueripardos y almiprietos/ más de sangre que de sol, pues quien por fuera no es noche/por dentro ya oscureció”.

Deben estar en las bibliotecas familiares títulos memorables del Poeta Nacional de Cuba, él ha quedado en la memoria y en el sentir del pueblo. Imposible olvidar la publicación de Tengo, en 1964, y la expresión del hablante lírico ante el nuevo contexto de la nación. Digámoslo, maestro imperecedero, crece por doquier lo que tiene que tener, el amor y la reverencia de los cubanos y las cubanas.

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