Los beneficios del agua
Un método muy simple, pero importante, para lograr una vida saludable y un cuerpo fuerte es beber agua con frecuencia. Este líquido puede considerarse como el disolvente universal; su gran valor radica en que arrastra las impurezas del cuerpo, llevándose consigo la materia venenosa del estómago y limpiando completamente los riñones.
Es un elemento que vivifica porque contiene oxígeno y minerales de valor. Como en todas las cosas, hay un método correcto de beber agua y es importante seguir las siguientes reglas:
–Tomar de seis a ocho vasos al día.
–No tomarla en las comidas para evitar arrastrar los alimentos. Se toma en forma moderada media hora antes o media hora después de ellas. Si durante las comidas se tiene mucha sed entonces beber solo la indispensable.
–Se bebe lentamente, no a grandes tragos. Si se tiene mucha sed, refrescar la boca, pero tardar al tragarla.
–No tomarla helada, porque enfría el estómago y retarda la acción natural de los jugos gástricos, afectando al sistema digestivo.
–Siempre debe estar fresca, natural, ni fría ni caliente.
Hay que tener siempre a mano un vaso de agua, ya que bebiéndola frecuentemente entre las comidas elimina las toxinas y permite que crezcan los tejidos nuevos.
El valor de amamantar
Todos sabemos que la leche materna es el mejor alimento para el bebé: nutritiva, higiénica, está siempre a la temperatura ideal y lo protege de sufrir infecciones y enfermedades. Para la mujer, los beneficios son muchos: el amamantamiento favorece la reducción del útero y ayuda a disminuir el sangrado del posparto, produce un adelgazamiento natural y fortalece el vínculo con el bebé. Todas las mujeres pueden hacerlo, más allá del tamaño de sus pechos, de los miedos y los prejuicios de la pareja, la familia o los amigos.
El bebé alimentado a pecho no necesita agua, ni vitaminas, ni minerales ni nada de nada. No hay ninguna necesidad de darle biberón, las alteraciones bucales que produce el biberón le provocarán dificultades para chupar y masticar cuando sea adulto. El pequeño completamente amamantado no padece constipación, sus evacuaciones serán absolutamente normales. Y no necesitará otro alimento hasta los seis meses de vida. Estas recomendaciones son solo algunas de las que los especialistas dan frecuentemente a las futuras mamás.
Prepararse durante el embarazo
Es fundamental que los pechos comiencen a prepararse durante el embarazo. A partir del sexto mes se pueden comenzar a modelar los pezones, estirándolos varias veces por día entre el índice y el pulgar.
Si los pechos se ponen duros o dolorosos, una vez producido el parto, hay que vaciarlos luego de abundantes fomentos húmedos y calientes. La recomendación principal es que no hay que dejar de amamantar jamás por esta causa, sino todo lo contrario: amamantando más se soluciona el problema.
Un vínculo muy importante
La leche materna es un tejido vivo que aporta nutrientes, células, anticuerpos, factores para la maduración intestinal, cerebral, endocrinológica. No tiene costo alguno, es higiénica, no se contamina y permite un intercambio sensorial y emocional muy grande, y definitivamente invalorable. Por eso es muy importante que el bebé sea puesto al pecho materno inmediatamente después del parto o lo más pronto posible.
Ese primer contacto con el seno materno es fundamental. No es aconsejable imponer horarios rígidos. Los bebés, especialmente los recién nacidos, deben ser alimentados “a libre demanda”; es decir, cada vez que quieran. Cuanto más se ponga el niño al pecho, más leche se tendrá porque los senos son glándulas que producen leche cuando el bebé chupa. Durante el día es recomendable no dejar pasar más de dos horas sin amamantar al bebé, ya que la leche materna se digiere más rápido y fácilmente que los complementos y la leche de vaca.
El niño toma todo lo que necesita en los primeros 10 minutos, pero siempre se queda por más tiempo prendido al seno. Esos momentos suelen ser fundamentales por el contacto y el amor que se intercambian mamá y bebé. Es importante tomar conciencia del valor de esos instantes, no solo en la nutrición sino también en la formación de la personalidad del niño, que se siente seguro y amparado por los brazos de la madre. Por eso mismo hay que recordar que el llanto más frecuente del niño es reclamando a su mamá.