Velvet: la posibilidad de lo posible

Una narrativa popular de notable expresividad, cautiva el interés humano, defiende valores, el buen gusto y la creatividad colectiva


Era inevitable el reencuentro de Ana Ribera y Alberto Márquez. Nadie podía dudar del cumplimiento de este designio esperado en la serie Velvet. ¿Y ahora? ¿Cómo mantener a las audiencias pendientes de la producción española?

Para despejar ambas interrogantes asumió el goce emocional, en tanto recurso valioso en sí mismo, el equipo creativo de la puesta, que transmite Cubavisión, de lunes a viernes, a las tres de la tarde. Incluso los insomnes pueden verla de madrugada.

Su forma de interpelar y conectar con las audiencias tiene un presupuesto científico bien pensado. Lo expresa de manera elocuente el maestro Jesús Martín-Barbero: “Lo popular es eso que encuentra en lo masivo mediático un lugar donde existir y exhibir sus gustos, estéticas y saberes”.

Ningún elemento dramatúrgico es inocente en la trama de Velvet. Lo ético y lo sentimental expresivo cautivan durante el desarrollo de los capítulos, incluso a quienes solo interpretan este tipo de formato como un divertimento sin otro atributo. Aunque, en realidad, reconocen la valía de esta manera de narrar que se inspira en lo cultural al proponer una experiencia televisiva de estética propia.

Foto./ atresplayer.com

El majestuoso imperio de la moda lidera en un relato que responde al formato líder en el universo mediático contemporáneo: la serie.

Ante todo, es preciso definir que las series no son cine, tampoco televisión, sino una narrativa audiovisual que produce nuevas vivencias de lo popular.

En Velvet romper todas las barreras posibles en pos de la felicidad ha exigido la defensa a ultranza de varias categorías temáticas esenciales: personajes-tipos atractivos, siempre sorprendentes, acciones dramáticas justificadas y ambientes aderezados con el humor, las músicas de apoyo, la búsqueda del ascenso social, de la justicia y del éxito.

Y en cada escena, desde diferentes perspectivas, la serie recurre al amor en tanto motivo para plantear y resolver conflictos.

Esta condición, en apariencia sencilla, sin posible complejidad dramatúrgica, no suele ser en algunas ficciones un símbolo seductor de belleza que apele a lo sensorial de las personas.

Por doquier pululan la violencia, el grito airado, la máscara iracunda. Velvet defiende la posibilidad de lo posible: llevar adelante una historia sencilla, fácil de entender, que interesa a las mayorías.

Los guionistas y directores Sara Escobar y Ramón Campos velaron por el estricto cumplimiento de la acción dramática.

Personajes que vienen y van protagonizan la lucha de contrarios sin desvirtuar preceptos de los géneros melodrama y tragedia. Las muertes físicas de Rita y don Emilio desencadenaron el desarrollo de problemáticas de diversa índole: contradicciones morales, jurídicas, sociales, económicas que se manifiestan en cualquier sociedad.

En una fábula cargada de emociones, hay movimientos continuos de hechos que denotan el transcurso del tiempo, situaciones y cambios que frenan o suprimen las tensiones.

Sin duda, el envejecido actor Imanol Arias, presenta a un Godo de rostro cambiante, acomodado, propenso a generar puntos de giro en el relato.

Interesante su participación, pues hace meditar sobre las bajas pasiones humanas, los imprevistos de la vida y los desempeños profesionales y personales en cualquier etapa de la existencia.

En Velvet la revelación del secreto involucra a varios personajes-tipos. Otro acierto notable fue la selección de primeros actores y primeras actrices que llevan adelante un discurso verosímil mediante la apertura de amplias expresiones formales actualizadas con las preferencias de las personas.

¿A quién no le interesa estar al día en la memoria, conocer la riqueza del flamenco, sentir los sentimientos de Raúl, Macarena o Pedro?

El espectáculo adquiere la consistencia de la interpretación de un texto dramático bien estructurado y además se convierte en la experiencia que los espectadores vivimos intensamente. De esto se trata, de compartir una auténtica aventura donde coexisten dudas, incógnitas, sorpresas, alegrías. ¿Y no es eso la vida misma?

Al parecer, el interés del equipo creativo técnico-artístico nunca perdió la brújula. Este es un precepto inviolable. Si acciones subordinadas –mal llamada subtramas– adquieren protagonismo forzado en una ficción, se lesiona el argumento de la puesta; o sea, cómo los televidentes se enteran y disfrutan de lo ocurrido.

Velvet no renuncia al protagonismo de Ana Ribera y Alberto Márquez y a una premisa dramatúrgica no olvidada en la serie: Un gran amor vence a la muerte. Pensemos en esto.

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Un comentario

  1. Realmente la serie tiene mucho q enseñar a todos porq prevalecen los sentimientos nobles como son la amistad,el amor,la honestidad,el respeto y otros todo muy coherente y con belleza y con muy buenas actuaciones y dramaturgia muy eficiente son series q aportan a mejorar a la humanidad

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