“Xanti”: La inspiración detrás de Hemingway

Hace poco se conmemoraron los 79 años de la derrota del fascismo en Europa. Los valientes combatientes soviéticos dejaron un legado de páginas gloriosas en la historia. Entre ellos destaca un héroe ruso que sirvió de inspiración a Ernest Hemingway para su novela “Por quién doblan las campanas”

Por el periodista argentino “Coco” López, especial para BOHEMIA


Entrevista con la esposa argentina del espía soviético

“Termino de votar como corresponde a toda ciudadana argentina”, me dijo Paulina Abramson cuando nos abrazamos en la Embajada Argentina en Moscú, donde yo había llegado para justificar mi ausencia del país y poner mis documentos en regla el día de las elecciones que consagraron la reelección de Carlos Menem. Mantenía con Paulina una estrecha amistad desde mis años de corresponsal en la capital soviética.

Tengo que presumir que los funcionarios del Consulado argentino que la empadronaron no conocían que, esta mujer de padres rusos y nacida en Buenos Aires, fue durante treinta años la esposa y compañera de luchas de Jadzhi Mamsurov, uno de los jefes más brillantes de la inteligencia militar soviética.

Paulina y Jadzhi se conocieron y enamoraron en España, donde ambos llegaron para aportar su esfuerzo de combatientes solidarios. Lina trabajó al comienzo como traductora del cineasta Roman Karmen y acompañó en sus viajes al escritor Ilia Eheremburg.

Mamsurov tenía un oficio menos público; lo suyo era callar. En su archivo personal, al que tuve acceso en 1986, lo dice en pocas palabras: “Yo fui el consejero militar adjunto del general Vicente Rojo y también de los jefes de las unidades que llegaban a Madrid, de noviembre de 1936 a enero de 1937. Fui consejero del dirigente anarquista Buenaventura Durruti y del italiano Nino Nanetti. Además, me tocó ser instructor de ametralladoras y trabajé en la capacitación de cuadros especiales. En una palabra, hice lo que debía”.

Nacido en 1903 en Osetia del Norte, Jadzhi Mamsurov creció en el seno de una familia tradicional, en la que se respetaba puntualmente el código medieval del honor caucasiano: dignidad, honor personal, parquedad y un apego profundo por la libertad.

Los primeros conceptos sobre el significado de la libertad Mamsurov los recibió de su tío Sajandzheri Mamsurov, fusilado en 1937 por Stalin, y que hoy es considerado como uno de los líderes político e ideológico más importante de las etnias del Cáucaso. Tío y sobrino participaron en la guerra civil en defensa del poder soviético, cuando Jadzhi tenía solo 14 años.

Durante una gira que Mijail Kalinin, presidente de la Unión Soviética, realizó por el Caúcaso en la década del 20, Mamsurov fue su guardaespaldas. Visualizado como un dirigente con futuro lo enviaron a la Universidad de los Pueblos de Oriente. En esos años, Ian Bertzin, jefe de la Inteligencia Militar del Ejército Rojo Obrero y Campesino, reclutó a Jadzhi para el trabajo secreto.

Ian Bertzin fue el jefe de la Inteligencia soviética durante la guerra civil española. Mamsurov ingresó clandestino con un pasaporte falso de Macedonia a nombre de Xanti, con el que fue conocido por los combatientes.

En todas las conversaciones que tuve con Lina me fue imposible escuchar por su propia boca si había tenido vinculación orgánica con el espionaje. Siempre me dio rodeos. Sin embargo, en uno de sus escritos, publicados recientemente en España, reconoce que fue el propio Ian Bertzin el que la invitó a colaborar. Mamsurov los había presentado en Madrid en 1936.

Cada noche en Madrid, decenas de operaciones circulaban sobre Xanti y su grupo de guerrilleros, que actuaban en la retaguardia franquista: descarrilaban trenes en Extremadura o dinamitaban aviones en un aeropuerto valenciano. El único que nunca decía nada era el propio Mamsurov.

Uno de los momentos más duros en España fue cuando el dirigente anarquista Buenaventura Durruti llegó a Madrid con 3500 milicianos para defender la capital. La junta de defensa nombró a Xanti como consejero militar. Lina fue su traductora.

“Era un personaje de una novela de aventuras: atracó bancos, secuestró jueces, y en España había sido condenado a muerte tres veces. Pero el trabajo común duró solo una semana”, relata Lina mientras repasa fotografías en su casa en Moscú, paradójicamente situada frente a la Embajada de los Estados Unidos.

“El 19 de noviembre de 1936, en el territorio de la Ciudad Universitaria donde se libraban combates encarnizados, Durruti fue alcanzado por un disparo. Al día siguiente moría en el hotel Ritz que funcionaba como hospital de milicias. Esa mañana llegamos con Xanti, quien después de levantar la sábana que cubría el cuerpo, me dijo: La bala salió por el corazón, lo mataron por la espalda. Al morir solo tenía 40 años.”

Al volver a Moscú en 1937, Mamsurov se reincorporó a sus responsabilidades en el sector de inteligencia. Pero fue corto el tiempo de paz. En 1940 durante la guerra con Finlandia encabezó un grupo de guerrilleros integrado por esquiadores del instituto de deportes de Leningrado. El destacamento actuaba en la retaguardia del ejército finlandés.

El 22 de junio de 1941 Hitler invadió la Unión Soviética. Dos días después el jefe de la inteligencia militar le ordena a Jadzhi que se presente a las órdenes del Mariscal Klement Voroshilov para dirigirse al oeste, donde las tropas soviéticas eran arrasadas por el empuje alemán: “La misión de nuestro grupo –escribe Mámsurov en su libreta de apuntes– era crear una red de agentes en la retaguardia; o sea, en el territorio ocupado por los hitlerianos. Nuestro grupo preparaba cuadros de instructores para las guerrillas, de espías para actuar en territorio ocupado. Posteriormente recibí un cable cifrado que me ordenaba marchar a Leningrado para organizar en esa región el mismo trabajo que habíamos hecho en Bielorrusia.”

El parque de La Solidaridad de Fuenlabrada, Madrid, exhibe la escultura de Jadzhi Mamsurov “Xanti”. / Imagen donada por la Fundación rusa Azanbek Dzhanaev. / Cadena SER Madrid Sur.

Solo un mes estuvo Mámsurov en Leningrado. Debió viajar al sur pues había sido designado jefe del Estado Mayor guerrillero del Caúcaso y Crimea. Un año más tarde lo nombraron segundo jefe del estado mayor central, de todo el movimiento guerrillero de la Unión Soviética.

Pero la ilusión de Mamsurov era luchar en el frente. En abril de 1943 asume la jefatura de la segunda división de caballería en el sector sudeste, que tiene como misión liberar a Kiev, la capital de Ucrania ocupada por los nazis.

La consigna era “Kiev espera a los jinetes de Mamsurov”. Pero la tarea no era sencilla. Había que atravesar el río Dnieper bajo fuego de la aviación alemana. Finalmente, un grupo especial logra llegar a la orilla y desde allí establece una cabecera de operaciones. La ciudad fue liberada y Jadzhi fue condecorado.

El objetivo final seguía siendo Berlín. En camino a la capital alemana reciben la orden de ayudar a un grupo de guerrilleros eslovacos, rodeado por un grupo especial de las SS hitlerianas. Para cumplir con esa tarea deben cruzar los montes Cárpatos. Analistas militares compararon esta hazaña con el cruce de los Alpes.

Luego de liberarlos del cerco de las SS, a fines de enero de 1945 la división cruzó el río Oder y comenzó la lucha en territorio alemán. Faltaban todavía cuatro meses para la victoria. Todas las operaciones militares Jadzhi las dirigió, como buen caucasiano, montado en su caballo.

En mayo de 1945 Mamsurov fue condecorado con la estrella de oro y recibió el título de Héroe de la Unión Soviética. En ese mismo mes participó en el de la victoria en la Plaza Roja, ocasión en la que fueron arrojados al pie del mausoleo de Lenin las banderas y trofeos militares tomados a los alemanes.

El fin de la guerra no significó tranquilidad. Comenzaba la guerra fría y los sectores de inteligencia redoblaban su trabajo. En 1956 a Mamsurov le tocó encabezar el primer grupo de blindados que ingresó a Budapest durante la insurrección húngara. 

Ya de regreso a Moscú, pasó a desempeñarse en el estado mayor de la inteligencia militar soviética ocupando la vicejefatura. Desempeñando ese cargo falleció en Moscú en 1968, donde está sepultado en el cementerio de Novodieviche, reservado a grandes personalidades.

Lina me aseguró, incluso creo que a pesar de no ser creyente me juró, que Jadzhi nunca hablaba con ella sobre sus tareas de espionaje.

EL ESPÍA DEL SIGLO
En 1961 se realizó en Moscú el primer festival internacional de cine y se presentó “¿Quién es usted Dr Sorge?
Nikita Jruschov vio la película en privado, pero ignoraba quién era ese personaje al cual algunos denominan “el espía del siglo”. Intrigado comisiona a dos periodistas para que investiguen. Jadzhi es quien debe autorizarlos para hurgar en los archivos de la inteligencia militar.
Mamsurov, ante la repercusión de la película, redactó un detallado informe dirigido al Comité Central del Partido Comunista explicando quién era Richard Sorge, nacido en la ciudad de Bakú, de padre alemán y madre rusa. A los tres años viajó a Alemania y posteriormente regresó a la Unión Soviética. Reclutado por la inteligencia militar se infiltró en el Reichstag hitleriano e informó a Stalin sobre la fecha exacta de la invasión nazi. Su cable fue desestimado.
Posteriormente en Japón formó el grupo de espías conocido como Ramsay. Allí fue detenido y fusilado el 7 de noviembre de 1944.
Mamsurov nunca dio datos precisos sobre su relación con Richard Sorge. Sin embargo, Ursula Kuchinskaya, que en el grupo de Sorge era conocida como Sonia, muchos años después publicó sus memorias e hizo una revelación: “En 1938 mi jefe era Jadzhi, procedente de Osetia”. Sonia conocía a Sorge desde 1930 cuando ella actuaba en China.
Por gestión de Mamsurov, el espía Richard Sorge fue condecorado post mortem como héroe de la Unión Soviética. Este título se exhibe junto a su carné de afiliado al Partido Comunista en un lugar destacado del museo de las Fuerzas Armadas en Moscú.

UN HÉROE DE NOVELA
Las leyendas que se tejían sobre la acción de los guerrilleros que actuaban en la retaguardia franquista y que comandaba Xanti llegaron a oídos de Ernest Hemingway, quien buscó por todos los medios entrevistarse con el asesor soviético. La negativa duró varias semanas. “No tengo nada para decir”, fue la respuesta preferida del oficial de inteligencia. Finalmente lo convenció Mijail Koltsov, el corresponsal del diario Pravda en Madrid.
Lina recuerda el día en que el escritor norteamericano se encontró con su esposo. “Fue en Valencia, en el año 1937.La impresión que se llevó Mamsurov fue espantosa. Hemingway había bebido en abundancia, estaba desalineado y requería detalles que eran incompatibles con el código de clandestinidad que Xanti respetaba puntillosamente. En la primera reunión Koltsov ofició de traductor. Hubo después tres reuniones consecutivas que duraban de las seis de la tarde hasta la medianoche, en las cuales Hemingway y Xanti conversaron en un español macarrónico”.
Años después, Lina y su esposo leyeron juntos “Por quién doblan las campanas”, la novela que relata la lucha en España. “Al llegar al capítulo final Xanti no ocultó su admiración por la exacta descripción que el escritor norteamericano hizo de la voladura del puente. A pesar de que en sus conversaciones Xanti contó solo caracteres generales y nunca nombres, en el texto pudo reconocer a sus compañeros. El Sordo era el prototipo de Miguel Julio Justo, un voluntario mexicano. Pilar era el retrato de Shura, la cocinera del destacamento. Roberto Jordan tenía muchos rasgos de Xanti”.

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