Valoraciones al hacer memoria desde el presente sin perder de vista el futuro y el impacto en la sociedad cubana de este importante medio de comunicación audiovisual
Ella, feliz, se enjuga una lágrima; al fin se quedarán juntos Diego y Alejandra después de una travesía larga, compleja, sufrida. Lo sabíamos, las tramas de las telenovelas, si se respetan los códigos establecidos y la recurrencia a determinados géneros dramáticos como el melodrama, dan vueltas y vueltas hasta que los protagonistas vuelven a reencontrarse y siguen juntos para siempre.
¿Y ahora, qué vendrá?
Esta expectativa motivadora crece cuando de la Televisión Cubana se trata. Ya es mayorcita de edad. Este 24 de octubre cumple 75 años. Nuestro país, junto a Brasil y México forma parte de la tríada fundadora en América Latina. Al festejar este cumpleaños seamos conscientes del mundo en que vivimos. La sociedad multipantallas impone múltiples desafíos a la alfabetización mediática; en la red global de comunicaciones circulan producciones audiovisuales diversas, novedosas, que en los espectadores transforman el modo de ver tradicional de los públicos.
Cada puesta en pantalla exige un sistema de pensamiento visual donde el lenguaje no es solo verbal; implica músicas, atmósferas, contextos, lógicas discursivas, rigor en la dirección actoral, de locutores y conductores. Ningún elemento puede improvisarse. Las relaciones de calidad artística, identificación emocional, hacer memoria, saber contar historias validan categorías estéticas y jerarquías culturales; sobre todo el posicionamiento indispensable para reactualizar el conocimiento sobre narrativas que exigen inteligencia lectora durante todas las etapas de la vida.
A los 75, urge que la Televisión Cubana siga nutriendo la creación de contenidos con identidad propia. ¿Quedaron en el olvido estéticas, dramatúrgicas y renovaciones denotativas de un quehacer artístico? El nuestro es un pueblo musical. Compositores consagrados y jóvenes aportan obras valiosas. Pero es insuficiente ser un buen músico o estar establecido en el gusto de las mayorías para crear músicas destinadas a ficciones audiovisuales. Demuestran el deber ser en la práctica Magda Rosa Galbán y Juan Antonio Leyva. Ambos interiorizan esencias fundamentales: un sonido es una idea que adquiere valor dramático en determinado contexto. Al crear analogías sonoras ofrecen información que la imagen no tiene. La articulación dramática, los subtextos, los silencios parlantes tienen sus respectivos significados. ¿¡Cómo olvidar las renombradas puestas Entre mamparas, Shiralad, De tu sueño a mi sueño, Magdalena, Si me pudieras querer?! En ellas, y en otras ficciones cinematográficas y audiovisuales, Magda Rosa y Leyva dan fe de cuánto contribuyen; incluso “salvan” en un relato la música asociada a la imagen y lo que se cuenta.
Las referencias deben ser escuchadas, revisadas, resignificadas. Telenovelas, series, cortos, no solo son oportunos y colocados en la agenda contemporánea cuando ubican muchos conflictos en el concepto dramatúrgico de la historia. Es preciso colocarlos en trama para que no queden como eslabones sueltos. Ocurre de manera frecuente en las producciones ficcionales cubanas. Meditemos en los logrado por la directora Mariela López Galano en la serie Mucho ruido donde los conflictos de jóvenes abandonados en diferentes circunstancias fueron ubicados en la relación de tiempo y espacio que exige un contar ficcional. López Galano tiene amplias y ricas experiencias en la escritura de guiones; sin duda, da frutos esa relación de la escritora que lleva “lo suyo” a la pantalla.
Insistamos en la calidad de los procesos. La TV no debe sorprendernos con proyectos poco madurados y deficientes. Cada uno responde a procesos inviolables; parten de la idea, cómo esta se lleva al guion, y al recorrido que merece tener. No seguir paso a paso lo que corresponde atenta contra la dirección de fotografía; son evidentes los conflictos de esta especialidad en diferentes puestas. La tendencia en televisión debe ser a un primer plano de evidencia y no a un plano general de sugerencia estética. Justamente, la belleza de la TV está en su propia evidencia. Lo demuestra con creces el editor y director de fotografía Rafael García, premiado recientemente en el Caracol de la Uneac por el filme Soledad (edición).
Pensemos. Las nuevas condiciones para “conquistar” los saberes y aprehender demandan otros modos de comunicar. Existen niveles de organización de una puesta que si son violados repercuten en los medios de comunicación audiovisuales.
El capital del intelecto constituye una fuerza altamente productiva en beneficio del bienestar de la sociedad a la que aspiramos en Cuba. Cultura, convivencia y sentido social son indispensables en el siglo XXI. La Televisión Cubana los socializa. Preceptos establecidos de ningún modo pueden ser ignorados, para que el contenido sea artístico debe transformarse en y desde la forma. La experimentación es necesaria siempre que comunique ideas, mensajes, entretenimiento grato.
En cualquier género y formato reflexionemos sobre basamentos nutricionales de obligada referencia. Lo reconoce el filósofo Theodor W. Adorno (1903-1969): “Una buena historia es una experiencia emocional llena de sentido, cuando más perfecta es la obra, tanto más ausente de ella están las intenciones”.
La polisemia inmanente de lo nuestro permite que a los 75 sigamos todos batallando por una “nueva” Televisión.



















Un comentario
Muy buen artículo ,esclarecedor.