Valoraciones sobre el legado del reconocido maestro, a propósito del concurso de la canción cubana; tendrá lugar este fin de semana en el Teatro Carlos Marx, a las 7 de la noche, y se transmitirá por Cubavisión a las 9:30 p.m.
“¿Usted lo conoció?”, le preguntó el periodista a la mujer al observar su rostro emocionado. Con prontitud ella respondió: “No, pero seguramente fue un hombre honesto, creativo. De lo contrario nunca hubiese escrito obras tan hermosas y sinceras”.
La musicalidad apreciativa de los públicos ante el hecho cultural seduce a generaciones. El maestro Adolfo Guzmán (1920-1976) pianista, compositor, orquestador, director de orquesta logró establecer nexos con intérpretes y audiencias en ámbitos institucionales, públicos y privados.
Oportuno e impostergable es el acto de justicia que realiza la Televisión Cubana al retomar un concurso olvidado durante años; no obstante, su repercusión en el conocimiento, los saberes y el buen gusto de las mayorías.
Piezas emblemáticas del maestro Adolfo Guzmán recrean sentimientos arraigados en el alma. La madurez poética y musical alcanzada por él es un referente de indispensable consulta. Sus ejecuciones pianísticas quedaron registradas en discos y audiovisuales. Estudió este instrumento con Alberto Falcón y sumó el complemento de la armonía, la instrumentación y la composición junto a otro precursor, Bernardo Moncada.
Fue consciente el virtuoso artista del desarrollo de los procesos creativos, acudió a fuentes y vivencias indispensables. Apenas se recuerda que en los inicios de su carrera cultivó el tango, estuvo al frente de una orquesta especializada en el género y dio riendas sueltas a la versatilidad durante giras por América Latina.
Es imposible seguir el itinerario de esta figura y ser humano excepcional. Desplegó intuición, talento, estudios sistemáticos, rigor, emoción estética al asumir diferentes facetas creativas. Estos dones y atributos repercutieron en su fecunda vida, que merece ser socializada mediante testimonios y grabaciones en la radio y la tv, pues prodigó amor y magisterio durante la dirección orquestal; lo evidencian registros espectaculares en los medios de comunicación audiovisuales y el teatro, donde siempre brindó luz propia.
Cautiva, especialmente, la raigal cubanía de Adolfo Guzmán, sus vastos conocimientos sobre el arte y la investigación influyeron la autoría de textos y músicas, de belleza tímbrica, armónica.
Así lo interiorizó Beatriz Márquez en el disco Libre de pecado, Gran Premio Cubadisco 2018. Según dijo a BOHEMIA: “Es un homenaje al célebre compositor cubano”. Al entregarse en cada actuación revela dotes impresionantes con “la voz bonita de timbre parejo desde los graves a los agudos”; así la definió Luis Carbonell, el acuarelista de la poesía antillana.
Para ella, “fue una tremenda alegría conocer por una hija de Guzmán que me dedicó la partitura de la canción Por tu falso amor. Las letras de sus canciones son difíciles, imponen desafíos. Quienes conocen en profundidad la buena música lo destacan entre los artistas más valiosos. Me dije: ¿cómo puedo expresar mi admiración? La respuesta está en las once canciones del álbum. Entre ellas, No puedo ser feliz, Lloviendo, Te espero en la eternidad, Al fin amor y la que da título al fonograma. No estuve sola en la realización del sueño. Agradezco el apoyo a Jorge Aragón, orquestador, pianista y productor, mi hija Evelyn García, el coro Entrevoces dirigido por la maestra Digna Guerra, la Orquesta Sinfónica de la Universidad de las Artes adjunta al Lyceum Mozartiano…En fin, nos unió el trabajo en equipo; imposible olvidar al buen amigo Felipe Morfa, director de programas, juntos seleccionamos el repertorio. Antes escuchamos un disco que incluye grabaciones de Martha Justiniani, Esther Borja y otras personalidades. Todos deben conocer las genialidades del maestro. Hoy tengo otra satisfacción, integro el jurado de este concurso ampliamente representado por cantantes jóvenes.”
También es reconocida la universalidad del maestro Guzmán. Incorporó las modernidades melódica y armónica en sus piezas; estas resplandecen por el corte estilístico lírico en la vertiente filinesca. Entre los méritos apenas recordados sobre el notable artífice descuella el oficio depurado y abarcador explícito en talleres orquestales, el dominio de los grandes ensambles instrumentales, jazz band, bandas de concierto, la orquesta sinfónica y la Gran Orquesta de la Radio y la Televisión.
Al parecer, nada humano le fue ajeno. Por su intensa consagración mereció la Orden de Héroe Nacional del Trabajo poco antes de morir el 30 de julio de 1976, a los 56 años. La elegancia, el virtuosismo, realzan la excelsa personalidad creadora. Sin duda, merece una mayor presencia en oídos y almas. No basta reconocerlo, urge desplegar sistemáticamente la sensorialidad íntima de textos y músicas del gran músico Adolfo Guzmán con plena vigencia para la eternidad.