Foto. / Jorge Luis Sánchez Rivera
Foto. / Jorge Luis Sánchez Rivera

Claves para surtir la mesa

El recién finalizado XIII Congreso de la ANAP mostró vías para aumentar producciones agropecuarias, en condiciones de economía de guerra


La llamada telefónica llegó desde Vertientes, Camagüey: “Vendí en la feria un camión repleto de plátanos burros. A 50 pesos la mano”.

Baratos los diste. Aquí en La Habana vale 250 cada mano, le respondí a uno de Los Mellizos, no sabría decir a cuál de los dos, si Jesús o Leonardo Lezcano Capote. Hasta en las voces se parecen.

Los conocí en el recién finalizado XIII Congreso de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP). Uno era invitado y el otro delegado. Allí, ellos dijeron: “La única forma de luchar contra los altos precios de los alimentos es llevándolos a la feria y ofertándolos nosotros al pueblo. Siempre vendemos a precios módicos, sin que medie nadie. No queremos hacernos millonarios”.

El otro mensaje al celular era desde la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) 13 de Marzo, en Cabaiguán, Sancti Spíritus: “Llegué sin problemas y con las pilas cargadas”, escribió Pedro Álvarez Jiménez. Pedrito es el presidente de la CPA; jaranero, coloquial. Acababa de regresar a su terruño desde la capital, luego de concluido el cónclave.

Si de algo sirvió la cita, realizada durante las celebraciones del Día del Campesino, el 17 de mayo último, fue para demostrar las potencialidades de estas mujeres y hombres. El trabajo de ellos es duro. Solo les miraras los callos en las manos y la piel maltratada por el sol y te darás cuenta de la rudeza de esas labores.

Los integrantes de la ANAP gestionan el 40 por ciento de la tierra en Cuba, sin embargo, aportan más de 70 por ciento de los alimentos a la mesa de la ciudadanía.

Al valorar algunos de los efectos del Congreso, sería loable mencionar la similitud de criterios, encaminados a obtener más y mejores cosechas, pese al bloqueo, allende la escasez de insumos, combustibles y la falta de lluvias; circunstancia clasificada por muchos como economía de guerra.

Los delegados e invitados expusieron sus “secretos”.

Quedó demostrada la posibilidad de incrementar producciones de viandas, hortalizas, granos, café, tabaco y otros renglones deficitarios, como la miel de abejas, leche y carnes, usando recursos autóctonos.

En la CPA Juan González, cuando sobrecumplen las entregas de carne al Estado, distribuyen cuotas del producto entre los socios. / Ricardo Gómez

Un anciano de Cienfuegos y también dos jóvenes habaneros, explicaron cómo nunca dependen de fertilizantes químicos, sino del humus de lombriz y el compost, logrado con materias orgánicas en descomposición, a partir de los cuales nutren los terrenos.  

Alguien comentó acerca de los vínculos con centros científicos y las universidades. Así introducen en los surcos y naves de cría, los resultados de las investigaciones. Es la única forma de hacer reverdecer las ideas, en vez de llevarlas a una gaveta.

Un guajiro de cuerpo enorme, residente en Las Tunas, siembra en terrenos de secano, es decir, sin capacidad de regarlos de forma artificial con agua. Él comentó que en la época estéril de lluvias, ara los surcos; les pasa una y otra vez los bueyes. Cuando llegan las precipitaciones, el área queda como gofio, entonces es cuando planta.

Otro instó a escoger las mejores semillas, las de los frutos más robustos, saludables y de mejor sabor. Esas son las buenas para reproducirlas.

Aquellas palabras me hicieron recordar a una anciana muy cercana. El mango, la chirimoya, la guanábana o el mamey que les resultaban agradables al paladar, iba y los sembraba. Hoy su familia le agradece el gesto.

Un muchacho del municipio capitalino de Guanabacoa ratificó en el Congreso el mensaje de hacer llegar las mercancías a mucho menor precio a los consumidores. Luego de cumplir los planes con Acopio, él también comercializa directamente en ferias y kioscos, sin intermediarios, porque a veces estos últimos ganan más que quienes “doblan el lomo”, acotó.

Algo quedó claro: para alcanzar buenos resultados es imprescindible atender a bien a los socios de las cooperativas y las familias, como lo hacen el la CPA Juan González, de Cabaiguán, Sancti Spíritus. Una vez sobrecumplidos los planes de entrega de carne a la industria, de acuerdo a lo regulado por el Estado, distribuyen el resto de la matanza de toretes, entre todos. 

Fórmulas hay, experiencias existen. Cada cual las expuso a su manera. Solo faltaría multiplicarlas y así enfrentar la escasez actual de muchos nutrientes esenciales y también esos precios que andan por las nubes.

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