Cómo el Che y Fidel guardaron un gran secreto

Más de 40 000 personas en todo el país trabajaron de manera absolutamente confidencial, dirigidos por Fidel y el Che, sin que se filtrara la tarea encomendada a esa respetable cifra de compañeros para darla a conocer el 5 de agosto de 1961


I

Entre finales de 1960 y principios de 1961, el comandante Ernesto Guevara de la Serna -Che- se acercó a un compañero que combatió junto a él en su columna guerrillera y le confió una misión altamente confidencial.

Este redactor tuvo la fortuna de enterarse de tal orientación, contada por un integrante de su tropa 35 años después de cumplida eficientemente con carácter clandestino. Aquel compañero, ya fallecido, se llamaba Hernando López Martínez y su profesión era dibujante, diseñador, pintor, fotógrafo y formatista de prensa. 

Cuando nos contó esa página histórica tan importante, interesante, desconocida y curiosa, no pudo ocultar de ningún modo la emoción sentida ante la solicitud del médico argentino.

Por primera vez tuvimos la oportunidad de dar a conocer en detalle un secreto de tan crucial envergadura política y de seguridad nacional. Nuestro entrevistado se convirtió de la noche a la mañana en un testigo excepcional, cuyo relato incluso hoy es totalmente nuevo para la mayoría de los cubanos.

Con esa entrevista exclusiva, Hernando puso en nuestras manos una decisión que formó parte de las grandes acciones defensivas de nuestro proceso revolucionario, que fue encargada por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz al jefe de la Columna 8 Ciro Redondo de la Sierra Maestra, transformado, sin sospecharlo apenas, sorpresivamente, de comandante rebelde en Presidente del Banco Nacional de Cuba, primero, y Ministro de Industrias, más tarde.

Foto. / Archivo de BOHEMIA

II

–Hernando, te mandé a buscar para que vayas como administrador para la Textilera Ariguanabo.

–Pero… Che… me parece muy fuerte eso para mí, no voy a poder con aquello, yo nunca he estado en una fábrica.

–¡Ah! Escúchame. Óyeme bien. Uno debe ser siempre capaz de cumplir cualquier tarea… mira… yo no sé nada de banco y me han nombrado oficialmente el Presidente del más importante banco de este país.

Así fue el diálogo sostenido en aquel instante por nuestro entrevistado con Guevara. Poco tiempo después, el Comandante guerrillero lo volvió a llamar a su oficina, allá en La Habana Vieja, para entregarle un trabajo estratégico para la defensa de la Revolución.

–En esta ocasión voy a solicitarte algo muy relevante: debes mantenerlo en secreto, y no me pidas darte otra explicación, pues no debo abundar en ningún detalle al respecto, ni siquiera contigo, le dijo, mientras le mostraba unos dibujos bastante rudimentarios hechos por el economista chileno Jaime Barrios, sobre unas seis o siete escenas históricas. Y le aclaró: Mejora esos dibujos en un buen papel, en forma de bocetos.

Extraña tarea le entregaba el jefe rebelde a Hernando. Tenía que reproducir con mayor nitidez y calidad distintas imágenes del asalto al Moncada, el desembarco de los hombres del yate Granma, la invasión de las columnas rebeldes, la entrada triunfal de Fidel a La Habana el 8 de enero de 1959, la nacionalización de las empresas y otras escenas relevantes.

–Che… yo debo saber poco más o menos algo de los fines de esto para ver entonces el material y la técnica a utilizar y lograr un trabajo lo más perfecto posible, de lo contrario pudiera no servir el resultado de mi esfuerzo.

El Che, con una expresión rotunda de las suyas, no lo dejó terminar:

–¡Caramba, te dije que no puedo explicarte más nada…! ¿Tú no entiendes? Es como un secreto de guerra, algo parecido a un plan de combate contra el enemigo imperialista y contrarrevolucionario. ¿Ahora lo comprendes mejor? Dibuja y no me preguntes para qué.

–Bueno… ¿y mi responsabilidad en la Textilera?.

–Esto de ahora es clave… es de mucha mayor importancia… avísales, diles que estás enfermo y designa un sustituto temporalmente allí. Enciérrate en tu casa y cumple con mi orden. Te veo demasiado nervioso, o peor, desconfiado de mí.

–Pero mi familia se va a extrañar y la gente me va a considerar ya medio loco, encerrado varios días, sin dar la cara. Además, para quedar bien con tu petición secreta, seguro debo buscar información, documentarme, ampliar detalles, si quieres ver un producto artístico lo más perfecto posible, ¿no?.

–Está bien, estoy de acuerdo, pídele a tu esposa Gloria una ayuda, pero no pongas a nadie más en esto, es algo super secreto, yo sé la implicación de este encargo.

El dibujante vio en la prensa sus dibujos y comprendió la razón del secreto del Che. / Archivo de BOHEMIA

III

Nuestro entrevistado recuerda bien todo, incluso el Che le pidió que dibujara la entrada de Fidel a La Habana en un tanque.

–Le dije no estar muy seguro de lo de emplear ese vehículo de guerra para entrar en la capital –precisa Hernando– y me contestó no importar tanto tal detalle ahora, pues lo necesario era algo realmente simbólico, el pueblo seguramente tenía esa imagen aguerrida y combativa de haber entrado en un tanque.

En el tiempo previsto, dibujó el colaborador del Che los bocetos y enseguida se dirigió hacia la oficina del comandante guerrillero, quien los miró detenidamente ante una luz bien clara, y los entregó a Jaime Barrios.

–Bueno, Che… ¡no me has dicho nada…! ¿te parece bien mi trabajo o es necesario repetirlo?, le preguntó en ese momento Hernando.

–Estoy de acuerdo con lo dibujado por ti. Ahora vuelve a comunicarte con la Textilera, anúnciales tu restablecimiento completo y continúa trabajando. Muy pronto te vas a enterar de algunas cosas y comprobarás la razón real de mi intransigencia.

En febrero de 1961, el comandante Ernesto Che Guevara es nombrado Ministro de Industrias del Gobierno Revolucionario y Hernando olvidó el asunto aquel de los famosos bocetos.

IV

Varias semanas más tarde, el dibujante se interesó de nuevo por aquello y le preguntó a Jaime Barrios el camino tomado, lo ocurrido con los dibujos. Y este le respondió, sonriente, algo generador de mayor intriga todavía: No te preocupes, compañero. Pronto serás el artista plástico más conocido, aún sin saberse tu nombre, ya lo verás.

Pasaron los meses y la prensa cubana dio una noticia trascendental en las primeras planas y programas radiales, televisivos y cinematográficos del mundo entero. El hecho se regó como pólvora: el histórico cambio de la moneda cubana.

El 5 de agosto de 1961, el Consejo de Ministros ordenó el canje de todos los billetes de banco para garantizar la estabilidad de toda la moneda del Estado cubano y golpear audazmente así a los especuladores de dinero y en particular a los enemigos de la Revolución.

Al sustituir esos billetes y asegurarse de la impresión hecha en un país amigo, se destruyó la posibilidad de Estados Unidos de inundar nuestro país con billetes fabricados allí y se desarticulara nuestro sistema económico a través de las fuerzas contrarrevoluc-ionarias.

Por supuesto, el diseñador al leer la sensacional noticia en un periódico, ver las fotos de los nuevos billetes-, sintió latir como nunca su corazón de cubano y de artista plástico secreto y pensó en voz alta: ¡Coño, el Che tenía razón, mira dónde están mis dibujos!

Todos los órganos de difusión masiva dieron un gran destaque a la noticia. / Archivo de BOHEMIA

V

En plena época de la dictadura Hernando dibujó también el bono denominado del Salario de la Libertad, los bonos del 26 de Julio y del Directorio Revolucionario 13 de Marzo distribuidos de mano en mano, clandestinamente. De igual forma unos bonos especiales para más altas recaudaciones, valoradas en 100 y hasta en 1 000 pesos, pero aquellos no llegaron a circular. Afortunadamente vino el triunfo de la Revolución. En todos los bonos dibujados se podía apreciar bien las diminutas letras iniciales HL de Hernando López.

En distintas etapas, y en coordinación con Bonifacio Hernández y Arnold Rodríguez, jefes de Propaganda del Movimiento 26 de Julio en La Habana, Hernando dibujó esos bonos e ilustró, además, los periódicos clandestinos Revolución, Sierra Maestra y Vanguardia Obrera, con la colaboración estrecha de su hermano Holbein.

Igualmente, Hernando ilustró con sus dibujos el libro Guerra de Guerrillas, del comandante y médico argentino, cuyo primer ejemplar se lo dedicó así: “Al más gruñón de mis colaboradores en la tarea de consolidar el poder conquistado, con cariñoso saludo, del Che”.

–En realidad su humor era cáustico, en eso nadie le ganaba. Y sabía manejar la más fina ironía del mundo. Muchas anécdotas tengo en mi memoria y en mi alma sobre él. Por ejemplo, allá en Fomento, Las Villas, un día demorado en llegar a donde estaba, en un aparte el Che almorzaba algo, yo lo miré y él me preguntó si quería y entonces me dio de comer algo.

Años después, en el Ministerio de Industrias, el Che leía en una revista extranjera cierto artículo sobre lo equitativo del comandante guerrillero procedente de la Argentina. Al leerlo también, parado al lado del Ministro, le digo en broma:

–Yo no creo que tú seas tan equitativo como dice esa revista en tus manos, pues nunca olvido aquel día en Fomento, ¿recuerdas?, cuando estabas almorzando y yo te miraba y tú no acababas de darme un bocado para saciar mi hambre.

El Che lo miró y casi sin pensarlo, aunque con una sonrisa en sus labios, le repuso: ¡Cómo se me va a olvidar! Aún tengo en mi mente una cosa. ¡Tú estabas con una muchacha muy linda y ni siquiera me brindaste! ¿Lo recuerdas o no? Y los dos se rieron mucho.

Junto al Patojo, el alias de Julio Cáseres, Francisco García Vals y el Che, integró el núcleo inicial formador del Departamento de Industrialización del Instituto Nacional de Reforma Agraria –el INRA–, luego perteneciente al Ministerio de Industrias, en el octavo piso del edificio donde hoy radica el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y gestado antes en una casa de la finca “Los Cocos”, muy cerca de El Cacahual, por Santiago de Las Vegas, hoy municipio Boyeros.

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Fuente consultada: El Che le dijo: Dibuja y no me preguntes para qué, diario Granma Internacional, 1° de octubre de 1989, versión del autor de este trabajo acerca de aquella entrevista.

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