A Las Tunas y al país les vendría muy bien que vuelva a abrir puertas la única instalación de turismo internacional con que cuenta esa oriental provincia
Cuando bloqueo, falta de divisa y otros escollos objetivos o subjetivos de carácter interno se ponen en línea, puede ocurrir que instalaciones de muy útil funcionamiento para un territorio y el país cierren puertas.
Ocurrió desde hace algún tiempo con el hotel Brisas Covarrubias, único concebido para el turismo internacional en territorio de Las Tunas, allá en el oriente cubano.
La prensa local, sin embargo, ha difundido declaraciones de Lendis Ulacia Granda, delegada del ministerio correspondiente en la provincia, quien asegura que “el esplendor de Brisas Covarrubias volverá”, sobre la base de una estrategia encaminada a “recuperar totalmente el inmueble, su entorno y las áreas fundamentales”.

Entre otros propósitos, ha explicado la joven delegada, se prevé “darles continuidad a inversiones que se estaban realizando y que incluyen mantenimiento en estructuras necesitadas de intervenciones reconstructivas para las cuales disponemos de los recursos materiales y de las brigadas encargadas de acometerlas, según convenios firmados con la Inmobiliaria y Emprestur”.
Asentado en un entorno natural muy atractivo, sobre arenas que por su calidad llaman la atención internacional, con una cercana e impresionante barrera coralina y condiciones muy propicias para el buceo y la pesca submarina, el hotel no puede darse el erróneo lujo de seguir bostezando estático a los pies de la naturaleza.
Voluntad institucional para concretar la rehabilitación y gestiones para importar las piezas que requiere su planta desalinizadora, decisiva para el funcionamiento, deben revertir el panorama que ha signado al hotel en los últimos años.
Oportuna puede tornarse la intención de retomar las ofertas de pasadía mientras tengan lugar acciones constructivas para ir reanimando de forma progresiva todas las prestaciones de la instalación, detenidas por problemas con el aseguramiento de agua potable y con el diésel necesario para garantizar el imprescindible líquido.
Muy visitado en sus momentos de mayor esplendor, tanto por cubanos como por turistas procedentes del exterior, el hotel fue construido en la apacible playa Covarrubias, litoral norte tunero, a unos 45 kilómetros de la ciudad de Puerto Padre y a 90 de la cabecera provincial.