Oportuno aporte que agradecen miles de personas necesitadas de viajar dentro o fuera del territorio
Aunque visten un tejido azul, la mayoría de las personas les sigue llamando “amarillos” como remanente memorial del color anterior en su uniforme.
Para ellos, ese detalle no tiene la menor importancia. Solo les interesa poner sobre ruedas a la mayor cantidad posible de pasajeros, con empleo de medios de transporte estatal, los que tienen el deber de detenerse en ese o en otros puntos de embarque y cooperar en este difícil momento que atraviesa la nación.
“Como promedio, estamos aquí alrededor de 12 horas, a partir de las seis de la mañana. No es un trabajo fácil como pudieran pensar algunas personas, pues permanecemos casi todo el tiempo de pie, no podemos rendirnos cuando el sol se pone bravo, a veces nos golpea la sed, el deseo de descansar un poco… pero no vamos a dejar esto solo ni abandonada a toda esa gente necesitada de viajar” –afirma Julio Cadalzo Hernández, uno de los funcionarios de Transporte asignados al punto ubicado en la salida de Sancti Spíritus con rumbo Oeste.
A su colega de turno Ángel Escalona Amador, sin embargo, le anima ver cómo “muchos conductores ya se han habituado y no tenemos ni que hacerles la señal, paran y recogen a los pasajeros. Desde luego, algunos se molestan, ponen caritas o tratan de esquivar, pero son los menos. En definitiva, nosotros estamos aquí para ofrecer un servicio muy necesario; la gente agradece y cumplimos nuestro deber”.
Ambos refieren cómo varios representantes de empresas, organismos o sectores como del azúcar, la construcción, Cimex, la refinería ubicada en Cabaiguán, Transmec, las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior han interiorizado de tal manera la necesidad de ofrecer ayuda: sobresalen habitualmente por el modo cooperativo.
No por casualidad Luis Alberto Sánchez, Hugoberto Ramírez y Helena Diéguez, por apenas mencionar tres nombres, reconocen que sin el funcionamiento de este punto se tornaría mucho más difícil, lento y caro poder trasladarse de un lugar a otro.
La razón no radica solo en los módicos cinco pesos que deben pagar, sino en la rapidez, comodidad y seguridad de un servicio: en realidad no todo el mundo lo encuentra en otras partes del archipiélago.
Eso, por supuesto, lleva sacrificio por unos, gratitud y comprensión de otros, además de control por quienes corresponda, así las buenas intenciones no terminan empedrando la carretera.