¿Por qué el mundo entero miró para la pequeña aldea canadiense de Corbeil? La madre parió cinco, pero eran seis, por un embrión perdido. El quinteto sobreviviente no llegó a las 10 libras de peso al nacer. Este mes de mayo se cumplen 90 años de aquel asombro mundial
Un 28 de mayo de 1934, la desconocida aldea de Corbeil, en Callander, Ontario, Canadá, apareció en las primeras planas de los diarios del orbe. ¿El motivo? Insólito: nacieron cinco niñas por parto normal –sin cirugía cesárea– de una campesina pobre de la localidad.
El matrimonio humilde de Elvira y Oliva Dionne pronto se convirtió en una extraordinaria noticia, pues a los dos meses del suceso, las niñitas integraron el reducido grupo de solo 33 quintetos humanos nacidos vivos, y frustrados después, porque de estos conjuntos, ninguno logró sobrevivir más de tres semanas, y uno pudo mantenerse respirando apenas 50 días.
No llegaron a 10 libras
Asombroso también resultó saber que las chiquitinas nacieron al cuidado de un médico rural llamado Allan Dafoe, sin más ayuda científica, pese a los grandes riesgos que en aquella época las acechaban por no conocerse aún los adelantos científicos de hoy.
Eran tan frágiles, delicadas y pequeñas, que el galeno se apresuró –algo propio del momento histórico– a llamar a un sacerdote para que las bautizara a las pocas horas de su llegada al mundo, porque todas juntas no sumaban ni 10 libras de peso y las experiencias anteriores tuvieron un destino fatal.
Marie, la última en nacer, parecía durar pocas horas, con una libra y 10 onzas de peso. Y para evitar que muriera el doctor Dafoe tuvo especial cuidado al calor de una especie de “incubadora” improvisada. Las otras criaturas no pesaban mucho más.
Gran parecido, pero distintas
Durante muchos años la prensa mundial habló del parecido que tenían. No obstante haber sido criadas, educadas, cuidadas y alimentadas en el mismo ambiente familiar y rural, podían detectarse en ellas ciertas diferencias ligeras en lo físico y en el carácter.
Ivonne, desde los primeros tiempos de su vida, fue la más revoltosa, fuerte, sana y linda, jefa del grupo, e iniciadora de los juegos. Ella, junto a Annette y Cecile –las tres primeras en nacer– llamaban la atención por su enorme parecido entre sí en casi todas sus características, y el trío se diferenciaba en alguna medida del dúo restante.
Emilie y Marie coincidían en ser más hipermétropes, poseer la cara más estrecha y el paladar más ojival, y con tres años tenían 17 dientes, por ejemplo, mientras que sus hermanas, 16. A los seis años, hicieron su primera comunión, el 15 de agosto de 1940. Medían entonces 45 pulgadas y media, y pesaban 51 libras como promedio.
Su primera salida fuera del territorio canadiense ocurrió a los 16 años en viaje a Nueva York, donde se aplicaron el entonces de moda pelado conocido como “permanente” en sus lacios cabellos negros e hicieron el debut con los labios pintados y asumieron felices el maquillaje propio de las señoritas, ante las cámaras de la prensa que las perseguía.
Desde los 13 años, aunque vestían iguales, se podían apreciar desigualdades en el tamaño de la cabeza, el largo del cuello y el ancho de los brazos y las pantorrillas, y Emilie era la única zurda.
Origen embrionario
Las Dionne nacieron compartiendo una sola placenta. Se formaron a partir de un solo óvulo materno y por esa razón clave poseían un mismo sexo.
Un científico inglés llegó a decir entonces que ellas pudieron haber sido el fruto de un fortuito bombardeo de rayos cósmicos invisibles contra la célula germen original y varios genetistas norteamericanos coincidieron públicamente en la misma hipótesis o simple conjetura posible, pero no probable.
Los estudiosos del tema plantearon que el origen embrionario de estas muchachitas podía quizás resumirse así: un solo espermatozoide vigoroso se unió a un mismo óvulo; el embrión formado se dividió para construir gemelos idénticos; estos lograron dividirse de nuevo para crear cuatrillizos, y desde este instante, tres siguieron una evolución individual (Ivonne, Annette y Cecile, las primeras en nacer), mientras que el cuarto embrión se dividió igualmente (Emilie y Marie).
No eran cinco, sino seis
Científicos de la época pensaron que hubo una división más al inicio del embarazo y las célebres Dionne en vez de cinco, eran seis originalmente, porque según declaraciones de la propia madre, al tercer mes de su gestación múltiple, perdió un cuerpo sólido del tamaño de un huevo de pato, lo cual no tendría nada de extraño.
Debe señalarse que de haber sido de ese modo, la expulsión o el aborto del sexto embrión salvó a los otros cinco de una infección generalizada que les hubiera costado la vida. Ello explica mejor el hecho de que la última niña en nacer, Marie, fuera la más débil, chica, delgada, callada y con los años la más melancólica, pues tal vez era sencillamente la pareja del embrión perdido.
Se sabe hoy que alrededor del 60 por ciento de los abortos espontáneos se presentan en el primer trimestre del embarazo y que entre sus causas figuran enfermedades infecciosas, intoxicaciones, trastornos neuro-hormonales, hipotiroidismo congénito, diabetes, síndromes carenciales como las avitaminosis A, B y E, el hábito de fumar y otros fenómenos patológicos de intolerancia a la gestación, proceso muy complejo, sobre todo en los embarazos múltiples.
Marie no pudo ser monja
La más triste de ellas, Marie –aunque también la más corajuda de todas– no se sabe por qué, decidió ser monja y mientras sus hermanitas lo aprobaron, sus hermanos Ernesto, Daniel, Víctor y Oliva (Claude nació después) expresaron su desacuerdo con tal decisión.
Al cumplir 19 años, en 1953, ingresó al noviciado de las siervas del Sagrado Corazón de Jesús, y toda su familia asistió a la ceremonia religiosa efectuada con enorme publicidad periodística en Québec, donde recibió el blanco hábito de novicia. El gran conflicto vino después, a la hora de la separación definitiva, luego de tanto tiempo vestidas las cinco iguales y residiendo bajo un mismo techo.
Debía estar dos años en el noviciado y cuando llegó el momento de separarse de los suyos, Marie sintió que algo se desgarraba dentro de sí. Tuvo un dolor físico como el que provoca una herida, y todas se sintieron como mutiladas.
Entonces la joven empezó a sufrir por primera vez y al poco tiempo abandonó el convento, para reunirse nuevamente con sus hermanas del quinteto inseparable. Necesitaba complementarse con ellas, aún sin presentir lo que vendría cuando cumplieron 20 años.
Muerte de Marie
Solo superó la tristeza de aquella primera separación transitoria de las quintillizas, la muerte dolorosa de Marie, el 16 de agosto de 1954. Como consecuencia de algunas complicaciones surgidas en un fuerte ataque epiléptico, falleció en Saint Agathe, Québec, y fue velada en la propia sala de su casa, repleta de familiares, pueblo, vecinos y periodistas. El sepelio se efectuó 10 días después de su muerte, en el Lonely Cementery, presidido por el sacerdote W.H. Le France, amigo íntimo de la familia.
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Fuente consultada:
Diccionario de pecados, libro inédito del autor de este reportaje.