Nuestra Alicia Alonso sigue iluminándonos. / Leyva Benítez
Nuestra Alicia Alonso sigue iluminándonos. / Leyva Benítez

Cubanísima y universal

Referente vívido durante la edición 28 del Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso


Ahí está, en el escenario, comparte el silencio parlante del gesto efusivo. Resplandece la prima ballerina assoluta Alicia Alonso del Ballet Nacional de Cuba. Su legado magistral trasciende; vuelve una, otra vez, a la memoria y al presente para que bailarinas, bailarines, públicos de diferentes edades aprehendan la savia inolvidable de la intérprete, coreógrafa, maestra, animadora del movimiento danzario en Cuba y el mundo.

Evocarla durante la edición 28 del Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso propicia resignificar ideas, acciones, pensamientos aportados por ella mediante el talento y el poder creativo.

Junto al maestro Fernando Alonso, y a su hermano Alberto, fundaron el 28 de octubre de 1948 la primera compañía profesional de danza, el Ballet Alicia Alonso; más tarde, tras el triunfo de la Revolución, asumió el nombre de Ballet Nacional de Cuba -referente por excelencia del baile clásico en el país-, declarado Patrimonio Cultural de la Nación en 2018.

Este reconocimiento distingue la máxima expresividad de la escuela cubana de ballet que posee una fisonomía propia, en la que se funde la tradición de la danza teatral con rasgos esenciales de la cultura.

Nuestra Alicia creó ballets y personajes, en cada rol fue original, intensa, diferente. Estudiaba desplazamientos, miradas, sentimientos, actitudes, valores, soluciones dramatúrgicas, dando fe de saberes sedimentados y emociones acunadas desde el gozo del arte sin prevalencia de la técnica, sino entendiéndola desde la estética y los repertorios al comunicar sueños, angustias, sorpresas, alegrías, amores infinitos; a veces sorprendentes, demostró dones esenciales, modestia, naturalidad, supo darse libremente, intensa, toda pasión.

Su voz sincera tuvo un encanto permanente.

Nunca olvidamos haberla escuchado: “Para mí, bailar ha sido vivir. Esa felicidad interna y externa satisface el alma y la conciencia, el aprendizaje constante, los estudios, lo conocido, los hallazgos, la necesidad de buscar en las raíces y en lo nuevo. Cubanísima, así me siento, así soy”.

Le transmitió a jóvenes de diferentes generaciones afanes intensos. Intelectual sagaz, sensible, culta, estimuló los luminosos sentidos de la superación y las vivencias, pues estas debían ser “ilimitadas, amplias, enriquecedoras”.

Leyenda imperecedera es la Giselle de Alicia. Al adaptar a su perspectiva la versión antigua del paradigma de carácter romántico en el ballet homónimo, brilló el estilo irrepetible de la artista genial. Registran la historia y espectadores emocionados la actuación vívida en Nueva York en el antiguo Metropolitan Ópera House el 2 de noviembre de 1943. Alicia-Giselle creció en la eternidad para todos los tiempos. Es un baluarte la figura de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso, inscrita con relevancia en la danza escénica internacional, su virtuosismo incentiva a ejecutantes jóvenes y consagrados en el siglo XXI.

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