Por primera vez en décadas, el desfile del Cinco de Mayo no llenará las calles de Chicago. / lanacion.com.ar
Por primera vez en décadas, el desfile del Cinco de Mayo no llenará las calles de Chicago. / lanacion.com.ar

Cultura latina silenciada

Negocios cerrados y un golpe a los migrantes: así impactó la cancelación del Cinco de Mayo en las ciudades estadounidenses


El tradicional desfile del Cinco de Mayo en Chicago fue cancelado este año. Con ello, más de 100 000 personas quedaron sin la oportunidad de conmemorar la histórica victoria del ejército mexicano sobre las tropas francesas en la Batalla de Puebla. En Estados Unidos, la fecha se ha convertido en una celebración cultural clave para la comunidad mexicoamericana. Sin embargo, ahora el miedo la silenció.

Las calles de La Villita –considerada el corazón latino en la ciudad norteña– permanecieron desiertas. “Nuestra comunidad está muy asustada por las redadas y las amenazas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas contra familias trabajadoras que luchan por un mejor futuro para sus hijos”, señalaron los organizadores.

La Cámara de Comercio de Cermak Road anunció la suspensión del evento. / lanacion.com.ar

El desfile, que durante décadas fue una expresión pública de orgullo, identidad y resistencia en la llamada “Capital de las Quinceañeras del Medio Oeste” no se realizará. “No hay nada que celebrar”, afirmó Héctor Escobar, presidente de Casa Puebla y de la Cámara de Comercio de Cermak Road, en declaraciones al Chicago Sun-Times.

Pero la cancelación también dejó un impacto menos visible y no menos grave: el económico. De acuerdo con estimaciones de la Cámara de Comercio, la ciudad perdió más de 1.5 millones de dólares en ingresos directos. Para los negocios locales, la merma por la baja afluencia de visitantes se calculó entre cinco y seis millones de dólares.

Lo ocurrido en Chicago no fue un caso aislado. En Filadelfia, el tradicional Carnaval de Puebla, programado para el 26 de abril, enfrentó la misma presión. La que fuera la primera capital de Estados Unidos tomó una decisión similar ante el creciente temor entre las familias migrantes. “Es un tiempo de cautela. Nadie quiere arriesgarse”, declaró la organizadora del carnaval, Olga Rentería, en entrevista con CNN.

La misma historia se repitió en Oregón. En Woodburn, una localidad con una significativa presencia latina, el Latino Fest fue suspendido. Catalina Sánchez Frank, directora ejecutiva de la Latino Community Association, destacó el aumento del temor entre las personas a ser identificadas, perfiladas racialmente o incluso detenidas por el simple hecho de participar en una celebración cultural.

Lo que antes era motivo de orgullo y encuentro comunitario, hoy se ha convertido en un foco de vulnerabilidad. Las políticas migratorias cada vez más agresivas, impulsadas durante los primeros 100 días de la administración Trump –como el fin del parole humanitario, la deportación de migrantes al Centro de Confinamiento del Terrorismo en El Salvador, la eliminación de protecciones para las ciudades santuario y el aumento de operativos en espacios públicos– generó un ambiente de ansiedad que trascendió fronteras.

En todas estas ciudades, la cancelación de celebraciones no obedeció solo a razones logísticas. Fue una decisión de supervivencia, un acto de protección ante un clima de hostilidad que ha impregnado la vida cotidiana de millones. Lo que antes representaba orgullo y celebración para las comunidades latinas —sus tradiciones, su cultura, sus espacios públicos— hoy se ha transformado en motivo de inquietud. Donde antes ondeaban banderas, hoy se cierran puertas. Donde sonaba música de mariachi, ahora reina el silencio.

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