De “tablas”, no precisamente de surf

¿Cuánto contribuye la planificación del transporte, o su ausencia, a nuestro feliz esparcimiento y crecimiento cultural? Pensémoslo juntos


¡He considerado mudarme hacia dentro de una telenovela turca! Y no tanto por los protagonistas masculinos (eso también), sino porque ante cualquier eventualidad te dicen “voy a tomar un taxi” para esto o lo otro. Estos, los taxis, aparecen en cuanto extiendes el brazo. Dejo de lado la supuesta solvencia económica.

Me refiero a la pretendida capacidad automotora de las ciudades que conforman la historia. Meditaba sobre la cuestión y, desechando las variables bloqueo estadounidense –en este caso obsolescencia de los vehículos– y escasez de combustible, es preciso reconocer que se viene invirtiendo en un transporte acorde a las densidades poblacionales con el objetivo de hacer la vida menos engorrosa a los cubanos a la hora de trazarnos un itinerario.

Aunque este comentario pretende llevar el pensamiento más allá del conteo estadístico y noticioso, lo cierto es que “nos movemos”. En aras de una comprensión mayor de mi inquietud, es pertinente traer a colación algunos datos. La prensa nos remite a que unas “siete rutas de microbuses comenzarán a operar próximamente en La Habana, que serán parte del despliegue inicial de los 100 vehículos recibidos por el sistema de transporte público, de los cuales 50 fueron ubicados en la capital”. Lo aseveró el ministro del transporte, Eduardo Rodríguez Dávila, a través de su página en Facebook.

Continúa la esperanzadora nota: “El servicio tendrá una tarifa única de 20 pesos cubanos, independientemente del tramo recorrido […] las rutas, aún pendientes de aprobación final por el gobierno de la capital, cubrirán zonas estratégicas de la ciudad y tendrán una distancia máxima de 11 kilómetros […] los recorridos partirán y terminarán en zonas de alta concentración de personas, conectando centros importantes, como hospitales y nodos del transporte público. Durante los trayectos de entrada o salida desde las bases, los microbuses también podrán recoger pasajeros”. Hasta aquí todo genial.

De la III Feria Internacional de Transporte y la Logística, Fitl 2025, el 3 de abril Cubadebate daba a conocer una buena nueva: “El sistema de transporte público de La Habana incorporará, a corto plazo, unos 70 ómnibus, tras adquirir las piezas de repuesto necesarias para su puesta en marcha”. A esos se sumarán en poco tiempo otros 100 –60 rígidos y 40 articulados–, reparados gracias a una donación del gobierno chino y la intervención del Fondo para el Desarrollo y Sostenibilidad del Transporte. Se colegió la entrega de “50 unidades en La Habana, 20 en Santiago de Cuba, 10 en Holguín, 10 en Camagüey, 5 en Ciego de Ávila y 5 en Santa Clara”.

Aplausos para nuestras autoridades, y lo expreso sin atisbo de ironía. Sin duda, aun con tantas complejidades, saber que el transporte es una prioridad de gestión gubernamental y pensando en la gente es alentador. Siendo pertinente alabar a los amigos chinos, quienes siempre brindan solidaridad de forma natural.

El diario Granma asimismo divulgó la siguiente noticia, asociada al empeño de ofrecer una movilidad más ágil en la capital: dos nuevas rutas se incorporan al servicio de triciclos eléctricos operados por TaxisCuba, con lo cual suman 13 desde inicios del programa hace dos años.

Desconozco cuál es la situación del transporte urbano en el resto de las provincias, pues viajar fuera de los perímetros donde se vive es sumamente complicado, con una serie de variables a superar. Sin embargo, visto los reportes de varios lugares, me da por pensar que en La Habana y en Santiago de Cuba está el mayor embrollo, debido a la cantidad de habitantes. Honestamente, me gustaría creer que mis compatriotas “circulan” mejor.

Aquí es cuando entra mi inquietud primera: ¿se ha pensado en esas rutas salvadoras incorporar en el trayecto cierta cercanía a los teatros? Como “un templo” se asume de esenciales los desplazamiento más fáciles y cómodos –y menos caros, dicho sea de paso– hacia hospitales, centros de trabajo y lugares de residencia.

Esparcimiento y cultura nunca deberían quedar relegados en la planificación. Repasé minuciosamente y de memoria algunos trayectos de la capital y, salvo la “fantasmal” Ruta 27 (Cerro-Vedado-Habana Vieja), casi ninguno tiene en su radio de acción a esos santuarios del arte.

Por otra parte, me dediqué a sopesar las tarifas de las entradas y las fuentes oficiales más “frescas” datan de 2021, en época de “des-ordenamiento”. Otra vez Granma el 29 de enero divulgó: “A partir de un profundo análisis y revisión de las tarifas de los servicios que prestan las instituciones culturales del Consejo Nacional de las Artes Escénicas (CNAE), y como parte del Ordenamiento Monetario y Financiero que se viene desarrollando en el país, se han hecho algunas modificaciones teniendo en cuenta las propuestas artísticas y los públicos”.

Se trata de la Resolución 63 de 2020 del Mincult. Dicha norma contempla la actualización las tarifas en pesos cubanos para el cobro a las personas naturales y jurídicas, cubanas y extranjeras de los servicios culturales que prestan las entidades del Ministerio de Cultura. El documento explica, faculta, entre otros, al presidente del CNAE con la aprobación de las tarifas de entrada a las instituciones de su subordinación.

En Cuba ir al teatro era una fiesta; las personas nos engalanábamos con lo más bonito y quizá caro, las mujeres nos maquillábamos, los hombres dejaban los pitusas en casa y se ponían los pantalones “de salir”; nosotras, en contoneo sensual, llevábamos tacones. Ya nos ponemos cualquier prenda –si barata, mejor– y de usar zapatos altos y difíciles de llevar en equilibrio ni hablar; es largo el camino a recorrer para disfrutar de las “Tablas”. Unas excelentes presentaciones y puestas de escenas con mayúsculas, dominio absoluto de artistas formados por la Revolución, cuya guía radica en uno de nuestros apotegmas martianos “Ser cultos es el único modo de ser libres.”

He sintonizado emocionalmente con el cantante e intelectual Israel Rojas en una de sus publicaciones de Facebook. Hacía alusión a salas de teatros medio vacías e incluso con apenas cuatro espectadores en funciones de “lujo”, paradójicamente de gran acogida en el extranjero. Si bien su inquietud se refería al actual gusto musical de la ciudadanía, me llevó a una conclusión personal: la gente no solo ha dejado de ir al teatro por falta de motivaciones y preferencias, también desiste por dos situaciones concretas: las entradas están caras (en ocasiones muy) y, además, la guagua deja distante de la instalación.

Al caribeño sol “ablanda piedras”, precios abusivos de taxis particulares, incomodidad adicional de vernos forzados a sacar las entradas en las taquillas –porque en la realidad online sigue siendo quimera–, deficiente divulgación, debemos sumarle un transporte semi-invisible los fines de semana. En simbiosis de incongruencias, de espaldas a un principio rector de nuestra Revolución, poco a poco nos han (hemos) enajenado de las “Tablas” y no precisamente de las tan gustadas en el surf.

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3 comentarios

  1. interesante y creo que útil reflexión con laborioso acopio de información relacionada.
    Entendí la crítica de Israel más bien relacionada con la música y la falta de prioridad de inversión en una sólida plataforma digital y de eficaz promoción de las manifestaciones de ese arte más a tono con la supuesta política cultural. Las obras de teatro se muestran en espacios pequeños y buena parte de ellos bastante concentrados en áreas de El Vedado, cercanas para unos y lejanas para otros; con públicos generalmente fidelizados a los diferentes grupos.
    También a mi juicio, en medio de las condiciones excepcionalmente críticas por las que atravesamos, es notorio el esfuerzo que realiza el Ministerio de Transportes para facilitar el movimiento de al menos algunas de las muchas personas que lo necesitan. Sin embargo no está demás este llamado a que se piense en encontrar modos creativos de facilitar también el acceso a nuestros establecimientos culturales, con frecuencia lamentablemente subutilizados.

  2. ay Mary cuanta materia prima tienen los periodistas para escribir reportajes, artículos, reflexiones, comentarios, etc. Tu reflexión personal sobre el transporte y los teatros esta muy bien documentada y explicada. El amor por las obras de teatro va desapareciendo progresivamente y son muchas las causas de esta situación donde el transporte ocupa un lugar principal Salir de un teatro en horas de la noche y de la tarde también constituye una odisea para los amantes del teatro de los de a pie. Modificar las rutas pudiera ayudar pero tiene que ser sacrificando hospitales, centros educativos, etc. Es muy dificil repartir la miseria y esa es tristemente la nota de la Cuba de estos tiempos. por mucho tira y encoge sin rubros exportables derivados de una eficiente producción y servicios seguiremos sufriendo por Cuba. No obstante te felicito porque tu papel es abrir la Caja de Pandora, de vez en cuando. Mostrar crudamente las llagas de nuestra sociedad

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