Osado para algunos, el reto es lograr que –como en arroz y frijol– tampoco el municipio dependa del país para garantizar el aceite a sus habitantes
Por lo visto, la agricultura en Bolivia, municipio del norte de la provincia avileña, ha tomado en serio el llamado del país a lograr el autoabastecimiento local, como necesidad impostergable en la coyuntura actual que atraviesa la economía nacional.
Estar en condiciones de asegurar el consumo de arroz y de frijol de su población, sobre la base de sus potencialidades productivas si el país decide no enviar ni un grano más de ambos productos hacia ese territorio, ha sentado las bases en el inicio de acciones en otra dirección de alta sensibilidad para la población: el aceite.
Por ello, explica Eddy Torres Acosta, director general de la Empresa Municipal Agroindustrial Bolivia, que -luego de ser alistada la tierra, conseguida la semilla necesaria y con existencia de agua- ha despegado favorablemente la siembra de las primeras 40 hectáreas de girasol, en el llamado Bloque 314, ubicado en la carretera que conduce hacia la comunidad de Yarual.
“El propósito es plantar 180 hectáreas en la zona de Manga Larga, en tierras que hace muchos años estuvieron dedicadas al cultivo de la caña, pero que en este momento pueden ser aprovechadas, de forma combinada, en la producción de arroz y de girasol”, agrega Eddy.
Así, con la maquinaria disponible y el encadenamiento que han logrado con nuevas formas no estatales de gestión (para el aseguramiento de recursos imprescindibles), de forma paralela trascurre la limpia y preparación de tierras, aprovechando la sequía, e incorporar seguidamente nuevas áreas a la producción.
La formación del primer colectivo agropecuario para asumir las labores en ese nuevo programa tiene como motivación los resultados que exhiben 35 estructuras similares en el cultivo del arroz, sujetas a sistemas de pago en correspondencia con lo producido.

Debido a esto, aunque es la primera vez que los bolivianos incursionan en el girasol, no hay incertidumbre ni temor entre quienes asumen el reto, ahora en áreas estatales para luego extender la actividad a usufructuarios.
Aunque sondeos realizados por la empresa sostienen que una hectárea, incluso con bajos rendimientos, pudiera aportar unos 600 litros de aceite, la intención es realizarle al cultivo todo lo que culturalmente esté al alcance, y sacar el mayor provecho posible en igual área.
Dentro de unos 115 días, en fin, las primeras plantaciones de girasol estarán pidiendo la entrada en acción de una máquina al estilo de la que utiliza un destacado productor manzanillero, en el oriente cubano, con quien la empresa también ha establecido relación para afinar bien los órganos de puntería y que cada planta sembrada gire mirando optimistamente al sol y no hacia la carretera, implorando la llegada del equipo que ha de ordeñarla y extraerle el aceite que tanto necesitan los habitantes del municipio… y del país entero.