Tras meses de entrenamiento y superar una lesión en el talón, Lefont supera su récord anterior. Preparado para futuros desafíos, se propone participar en el reto de Varadero que se efectuará en aguas abiertas
Fotos. / Jorge Luis Sánchez Rivera | Texto. / Tania Rendón
Este sábado, el Hotel Nacional se convirtió en el escenario perfecto para presenciar la hazaña de un atleta excepcional. Jhoen Lefont, el talentoso expolista acuático matancero, se preparaba para batir un nuevo récord y dejar a todos boquiabiertos con su destreza en el agua.
El ambiente estaba cargado de emoción y expectativa, pues todos sabían que estaban a punto de presenciar algo extraordinario. El silencio se apoderó de la piscina cuando Lefont se sumergió en ella.

Con movimientos precisos, el joven atleta comenzó a tocar el balón una y otra vez, demostrando un control y una habilidad indiscutibles. Sin dudas estaba en su elemento. No en vano El delfín del fútbol cubano –como se le conoce– ha establecido una decena de récords mundiales en su disciplina, registrándose en los Libros de Récords Guinness. Uno de los más destacados se produjo en noviembre de 2022 cuando logró mantener un total de 1958 impactos consecutivos sin tocar el fondo de la alberca.

Pero aquello ya es historia: el palmarés de Lefont se ensancha hoy al alcanzar los 2031 toques.
El atleta, visiblemente emocionado, agradeció el apoyo de todos y confesó que este era solo el comienzo de una serie de desafíos que tenía en mente. Y es que Lefont aún sueña en grande.

Pensando en su próximo reto, comentó a la prensa sobre el gran evento de Varadero que se efectuará en aguas abiertas, donde intentará batir su récord de mayor distancia manteniendo el balón en equilibrio sobre su cabeza pese al oleaje.

Con determinación en los ojos, Jhoen aspira a conquistar nuevos horizontes y seguir haciendo historia en el mundo del deporte acuático. Destinado a dejar su marca, compartió: “Me preparé súper bien para este registro. En la marca anterior me quedé a las puertas de los 2 000. Estuve muy contento, pero me había quedado con esa espinita de no haber podido llegar. Ahora lo logré y todo salió bien, como esperaba”.
Con ese abrazo de Jorge del Valle, entrenador personal, sonríe a la cámara desde la satisfacción de quien ve los resultados de su sacrificio. Sonríe y abraza, también, a su familia, a su pequeña Leyla. BOHEMIA, que se despide con esta imagen, tiene la certeza entonces de que para Lefont el mayor desafío y recompensa será, siempre, su hijita.
