Foto. / Roberto Chile
Foto. / Roberto Chile

Ese es Fidel, lo estás mirando

Nueve espinelas hechas, no para definirlo, que sería un empeño sumamente difícil y vanidoso, sino agradecerle su vida, coraje, obra, ejemplo


Fidel es el pizarrón

donde de niño aprendí

que Gómez, Maceo y Martí

viven en el corazón.

Fidel es el apretón

de mano que hizo la Historia

a la bravísima gloria

de Calixto, de Agramonte,

de Serafín… no hay un monte

sin huellas de la victoria.

Fidel junto a Raúl y Camilo en la Sierra Maestra. / Archivo de BOHEMIA

Fidel es aquel barbudo

que el primer día de Enero

pensó en el pueblo primero,

en su bandera y su escudo,

Fidel es aquel que pudo

mirar con fe el porvenir

y enseñó a Cuba a vivir

con toda la dignidad

y a buscar la Libertad

sin importarle morir.

Fidel es aquel cubano

que desde el Moncada un día

tuvo la enorme osadía

de pelear fusil en mano.

Creyó que nunca era en vano

abrir trincheras de ideas

y desafió las mareas

desde México hasta Oriente,

alta y sin miedo la frente,

firme en todas las peleas.

Si ves un joven activo

dispuesto siempre a luchar

para la Patria salvar,

con un fervor decisivo

y un coraje siempre altivo.

Foto. / Archivo Oficina de Asuntos Históricos de la Presidencia

Si sueñas rosa y clavel

en el alma ante un cuartel.

Si ves navegando un barco

y Amor de Cupido y Arco,

estás mirando a Fidel.

Si vez un niño a caballo

al galope allá en Birán.

Si aparece otro Titán

vigoroso como el rayo,

martillando sin desmayo

con justiciero cincel

el yunque asesino y cruel

de una brutal tiranía,

por la Sierra noche y día,

estás mirando a Fidel.

Si en cualquier cubana plaza

lo ves hablándole a todos

con sus ardorosos modos

sin distinciones de raza,

de sexo, en fin, a la masa

del pueblo valiente y fiel,

en sus manos el laurel,

en la frente luz que alumbra

y el corazón nos deslumbra,

estás mirando a Fidel.

Si ves anhelo en las cosas

cuando el cielo no es azul.

Si habla en secreto a Raúl

en defensa de las rosas,

y vuelven las mariposas

con vuelo de cascabel,

y las abejas la miel

buscan con afán más puro

en un jardín no maduro,

estás mirando a Fidel.

Antes de cumplir noventa

auguró lo que seremos

y el amor que merecemos.

Aunque la Muerte lo intenta

matar, todavía alienta

con voz grave de tropel.

Si ves que llena un tonel

cumpliendo lo que promete

–como Maceo al machete–

estás mirando a Fidel.

Si ves una piedra inmensa

en la Santiago de Historia.

Si ves que ya su victoria

en vez de acabar, comienza.

Si el pueblo en él siempre piensa

y lo ve sobre el corcel

de la lucha en un vergel

de olivo color gigante,

con grados de Comandante,

estás mirando a Fidel.

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