Nueve espinelas hechas, no para definirlo, que sería un empeño sumamente difícil y vanidoso, sino agradecerle su vida, coraje, obra, ejemplo
Fidel es el pizarrón
donde de niño aprendí
que Gómez, Maceo y Martí
viven en el corazón.
Fidel es el apretón
de mano que hizo la Historia
a la bravísima gloria
de Calixto, de Agramonte,
de Serafín… no hay un monte
sin huellas de la victoria.
Fidel es aquel barbudo
que el primer día de Enero
pensó en el pueblo primero,
en su bandera y su escudo,
Fidel es aquel que pudo
mirar con fe el porvenir
y enseñó a Cuba a vivir
con toda la dignidad
y a buscar la Libertad
sin importarle morir.
Fidel es aquel cubano
que desde el Moncada un día
tuvo la enorme osadía
de pelear fusil en mano.
Creyó que nunca era en vano
abrir trincheras de ideas
y desafió las mareas
desde México hasta Oriente,
alta y sin miedo la frente,
firme en todas las peleas.
Si ves un joven activo
dispuesto siempre a luchar
para la Patria salvar,
con un fervor decisivo
y un coraje siempre altivo.
Si sueñas rosa y clavel
en el alma ante un cuartel.
Si ves navegando un barco
y Amor de Cupido y Arco,
estás mirando a Fidel.
Si vez un niño a caballo
al galope allá en Birán.
Si aparece otro Titán
vigoroso como el rayo,
martillando sin desmayo
con justiciero cincel
el yunque asesino y cruel
de una brutal tiranía,
por la Sierra noche y día,
estás mirando a Fidel.
Si en cualquier cubana plaza
lo ves hablándole a todos
con sus ardorosos modos
sin distinciones de raza,
de sexo, en fin, a la masa
del pueblo valiente y fiel,
en sus manos el laurel,
en la frente luz que alumbra
y el corazón nos deslumbra,
estás mirando a Fidel.
Si ves anhelo en las cosas
cuando el cielo no es azul.
Si habla en secreto a Raúl
en defensa de las rosas,
y vuelven las mariposas
con vuelo de cascabel,
y las abejas la miel
buscan con afán más puro
en un jardín no maduro,
estás mirando a Fidel.
Antes de cumplir noventa
auguró lo que seremos
y el amor que merecemos.
Aunque la Muerte lo intenta
matar, todavía alienta
con voz grave de tropel.
Si ves que llena un tonel
cumpliendo lo que promete
–como Maceo al machete–
estás mirando a Fidel.
Si ves una piedra inmensa
en la Santiago de Historia.
Si ves que ya su victoria
en vez de acabar, comienza.
Si el pueblo en él siempre piensa
y lo ve sobre el corcel
de la lucha en un vergel
de olivo color gigante,
con grados de Comandante,
estás mirando a Fidel.