El maestro Leo Brouwer aporta con su pensamiento lenguajes enriquecedores al cine cubano y a las culturas del mundo. / Leyva Benítez
El maestro Leo Brouwer aporta con su pensamiento lenguajes enriquecedores al cine cubano y a las culturas del mundo. / Leyva Benítez

Filmes y directoras argentinas nunca olvidadas

Lo visibilizará la edición 45 del Festival internacional del Nuevo Cine Latinoamericano en La Habana, del 5 al 15 de diciembre, entre otras novedosas propuestas


Recordar devuelve al presente registros arraigados en la llamada memoria emotiva de generaciones. No solo actores y actrices la cultivan, quizás por ser, precisamente, señales, códigos, afectos, sensaciones; en fin, nutrientes del ser durante los aconteceres poco predecibles, a veces. Suelen tener nexos fuertes con temas, conflictos, mundos particulares, ajenos, conocidos o desconocidos. Historias y personajes entrañables vuelven en filmes diversos; estos ennoblecen el imaginario de las personas ante la porfía de lo “real” cuestionador, incisivo, sí, como puede ser la vida.  

Se activará el pensamiento crítico de los públicos al transcurrir la edición 45 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano cuando se proyecten las producciones recientes del continente y otros países y regiones distantes geográficamente. Urge pensar en filmes y contribuciones memorables creadas en Argentina. Sobre el séptimo arte de este país meditaremos en la esperada cita; un acierto de los organizadores del evento, también al ser convocados por el sugerente lema Cine vivo, vivo cine, que llegará a las pantallas grandes y al medio televisual.

¿Nos hablan al oído y al corazón directoras empeñadas en la escucha de voces, angustia, amores dormidos? Es imposible olvidar los nombres de María Luisa Bemberg, Lucrecia Martel y Albertina Carri. Audaces, transgresoras, consideraron sus respectivos contextos históricos al apoyarse en sólidos cimientos teóricos feministas, filosóficos y cinematográficos.

Cada puesta “habla” y propone novedosas estrategias de representación, ellas indagaron sobre la posibilidad de que las mujeres sean sujetos, no solo objetos de lenguajes visuales y parlantes. Las estéticas particulares, fuertes, batalladoras, lograron transformaciones de subjetividades diversas mediante poéticas de las imágenes en movimiento.

Volver a ver Camila (1984) de María Luisa Bemberg magistralmente interpretada por Susú Pecoraro incita al redescubrimiento de la intersección intimista entre los mecanismos de represión pública, la pasión indomable –y qué bueno-, y la opresión doméstica de lo patriarcal. Esa propuesta, entre otras firmadas por la Bemberg son narraciones de susurros y gritos, hay que escucharlos.

Ávida, buscadora de hallazgos en sonidos, relatos y contextos es Lucrecia Martel. En La ciénaga (2001) patentiza el potente mirar de la cámara en exploraciones reveladoras que muestra interioridades y recónditos caminos anónimos y marginales de las violencias, en plural, definitivamente.

Sin duda, Albertina Carri tiene su marca en Los rubios (2003) al presentar ese yo interno en alaridos intensos de agresiones familiares. Escuchan el alma y la conciencia tanto decir apagado, a veces, por silencios dramáticos, hondos, irreconocibles.

Tras este breve repaso de fechas, cinematografías, nombres, circunstancias, dolores y alertas llega la pregunta: ¿Qué nos dice hoy el cine argentino? Los espejos, las actualizaciones, lo reciente, responderán, ¿totalmente? Sentimientos de ausencias y presencias lo relatarán.

Nunca abandonemos las posibilidades de ampliar el universo cognoscitivo, la cultura y la capacidad de entendernos ante sinergias entre imágenes y palabras alimentadoras de lenguajes en tecnologías, ideas, pensamientos; leerlos, advierte, subyuga, enseña.

Sentirnos complacidos al rememorar, descubrir o pensar de nuevo determinadas actuaciones, obras, géneros dramáticos coincidentes en narrativas significativas nos devuelve lo nuestro.

Culto, sensible, el maestro Leo Brouwer ha llamado la atención sobre hechos culturales que contribuyen al hermanamiento con la América Latina y los ámbitos internacionales donde nuestras cinematografías reafirman la identidad y lo propio en provecho de los desarrollos espiritual, ideológico, humanista.  

Entonces, activar la sistematicidad creativa jerarquiza psicologías y situaciones concebidas dramatúrgicamente con arte. Interactuar propicia derrumbar barreras, ayuda a conocer lo sumergido del iceberg sin temores, la desazón de analizar todo de nuevo influye en el rigor de las emociones y en la comprensión de las metáforas. Oídos y mentes atentos.

Comparte en redes sociales:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Te Recomendamos