Talento oriental señorea en sala expositiva habanera. Pintura china, peculiar forma de desplegar imaginación y aprehender un ambiente otro
La tenue iluminación provoca un paseo casi sigiloso para no destruir ese sutil vínculo entre el goce de lo nuevo y los cánones preconcebidos sobre un arte delicado y milenario. Y sí, es posible hallar equilibrio en lo supuesto y en lo exótico solo a través de la mirada, una forma distinta de palpar la vida, plasmada ahora en papel y seda.

La erudición se queda en el pórtico de una exposición de arte de la siempre sorprendente Catay; la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí convida este octubre de 2025 a “Fusión y Armonía: Pinturas de la Ruta de la Seda de famosos artistas chinos en gira por el extranjero”.
Sin querer, la muestra equipara las apreciaciones del “conocedor” con las del “inexperto”, cimenta latidos comunes en convite de amistad donde el “alimento” no viaja hacia el estómago, sino hacia el alma. Puede ser entonces que los roles se trastoquen y el que sabe se encuentre sin argumentos, y aquel neófito se vuelva un maestro. La pintura china actual surte ese raro efecto. Habrá quien admire con llaneza exclusivamente lo bonito de una grulla o los collares y aretes de una doncella, mientras otro grupo se pregunte a cuál estilo clásico se adscribe un autor.
Así, en intercambio fluido, al final todos coinciden en dejarse llevar por la hermosura de lo exhibido, cuyos códigos iniciales son patrimonio exclusivo del artista, pero que se diversifica, ganando existencia propia en cada observador, bien sea quisquilloso, etéreo, casual, docto…
Hito
Moviéndose en viaje fructífero con lenguaje pictórico de estos tiempos, más el tradicional, soporte del primero, 26 artistas chinos de la plástica han expuesto en La Habana, auspiciados desde la Academia Nacional de las Artes de China (ANACh), la embajada del gigante asiático aquí y el Ministerio de Cultura cubano.

La iniciativa se inserta en los 65 años del establecimiento de las relaciones diplomáticas bilaterales. El mismísimo director de la ANACh, Xu Fushan, viajó a nuestsro país en demostración de la importancia de nuestros vínculos. Es perentorio, por tanto, antes de continuar, hacer referencia a algunas de sus ideas exteriorizadas en la inauguración: “Como proyecto clave de intercambio cultural en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, esperamos mostrar al pueblo cubano la vitalidad innovadora del arte chino […] esta exposición no es solo la celebración del arte, acaso también un hito significativo en la historia del intercambio cultural entre China y Cuba”.
Acudió Zhang Buxin, ministro consejero de la embajada de la República Popular China, quien subrayó el hecho de que su legación “como siempre, alentará y apoyará a las comunidades culturales y artísticas de ambos países para fortalecer la cooperación práctica, impulsar la construcción acelerada de la comunidad de futuro compartido China-Cuba y fortalecer continuamente las especiales relaciones de amistad entre ambos países”. Del lado cubano asistieron el titular de Cultura, Alpidio Alonso; Daneisy García Roque, presidenta del Consejo Nacional de Artes Plásticas, y otros funcionarios.
Algunas pautas para el deleite
Para los latinoamericanos en general, y los cubanos muy particularmente, el conocimiento de lo oriental ha significado una especie de misterio en clave lírica, parte de nuestro ADN. Hay pues una combinación de lirismo y saberes incluso en la pintura, porque a partir de inventos estelares, dígase la tinta, el papel y la seda, el artista utiliza esas materias primas en búsqueda constante de las esencias individuales y del entorno.

La técnica también ocupa un lugar cimero: las pinceladas de la pintura china se trazan a mano alzada, igual a la caligrafía, o a la escritura tradicional, surgida en China ya en el Neolítico, hecha en una primera instancia en piedra. Después, al crearse el papel de arroz y la seda, y con el auxilio de pinceles confeccionados con el pelo de cola de los animales -en uso hoy en día- se da cuerpo a dos estilos principales: el Gongbi y el Xieyi.
Grosso modo, según la Academia, el Gongbi “consiste en una técnica realista, fechada ya en los Reinos Combatientes (siglo III a.n.e), pendiente de la elegancia del trazo, meticulosa del detalle, de las líneas que desembocan en pintar la realidad, una con algo de cosecha personal”. El Xieyi se precia de “ser conciso, espiritual, sensación de movimiento, de vida, pinceladas sencillas, como máxima expresión en una mínima cantidad de trazos”.
El espectador de “Fusión y Armonía…”, contaminado tras largos años de aires occidentales, a ratos se empeñará en hallar similitudes con Paul Cézanne (1839-1906), precursor de la pintura moderna, o con el posimpresionista Paul Gauguin (1848-1903). De cierta forma, no les falta razón: en la dinastía Qing, los conocidos “individualistas” apostaron por seguir otras pautas de expresión, sin tantas reglas tradicionales de una pintura nacional sumamente estrecha; esa “desobediencia” comienza en 1600, cuando el misionero italiano Mateo Ricci llega a China cargando lienzos europeos. Aún con esa estela, el arte chino se levanta desde raíces autóctonas. Bohemia, atenta a algunos rumores prejuiciosos escuchados en el salón, se acerca a WangHeHe, uno de los 26 artistas visuales chinos.
Él nos confirma en exclusiva: “China es una cultura de tradiciones. Nosotros en nuestro trabajo nos fijamos mucho en las antigüedades, en las tradiciones para obtener inspiración. Esto es rasgo distintivo de nosotros los artistas. Claro, también al dibujar utilizamos ciertas técnicas del estilo moderno nacional y universal, aunque el centro es principalmente el patrimonio y la memoria histórica”. Y concluye el diálogo brevísimo para conducir a una niña embelesada, la cual sin duda veía magia en las obras.
Los paisajes, emociones y escenas antiguas chinos visitaron Cuba. Dichosos nosotros que aprendimos además un viejo aforismo oriental: “las montañas, valles, flores y ríos, se alzan en el corazón, y, solo luego, van a los ojos”.



















Un comentario
Precioso reporte, o crónica. Me encantó. todo. La buena noticia de la exposición, que ojalá podamos disfrutar muchos, de los que saben o tal vez en mayoría los neófitos. Aprendí del Gongbi y el Xieyi. Y casi he podido ver con mi imaginación, por la sensibilidad de María Victoria, y su habilidad para compartirla, esas maravillosas creaciones de 26 artistas chinos. Gracias.