La beatlemanía de Albert

Es uno de esos personajes con quienes coincidimos de manera casual en el cotidiano andar por las calles y que contribuyen a diversificar el entorno. Hoy, tal vez lo encuentres y no lo volverás a ver. O quizás te tropieces con él de nuevo y hasta lo acompañes en alguna canción


Es un hombre sencillo, un jubilado de los que abundan en las comunidades. Ahora dispone de todo el tiempo del mundo para soñar con la música de la Década Prodigiosa, aunque el trabajo nunca ha sido obstáculo para manifestar su amor por los Beatles, la afamada agrupación británica, cuya permanencia en el ámbito de la música, a nivel mundial, es imperecedera.

Se llama Alberto Marrero Aldama. Lo vi mientras caminaba a lo largo de la cola del rutero 15 de Alamar, con indiferencia mal disimulada. Pensé que tenía habilidad en llamar la atención, como si fuera un adolescente. Unos 70 años le rondan; lo dice su rostro, surcado una y otra vez por los años; mas, parece estar anclado en la mocedad. Por lo general lleva con él una bocina portátil y un pendrive, con la mayor parte de las canciones de los “Cuatro chicos de Liverpool”, que canta con bastante precisión en letra, “porque las conozco de memoria”, comentó. No son iguales los resultados en afinación, algo que no le preocupa, ni le resta felicidad.

Tomé sus fotos y un pequeño video. Se encargó de distraer mi atención desde el momento mismo en que le dije: “Le voy a filmar un videíto”. Hacía “boquitas”, tornaba su mirada “interesante” y movía la pierna izquierda al compás de la música, como -tal vez- lo hacía en sus años mozos.

En ese momento reproducía You won’t see me (No me verás), que tarareaba junto a otro amante de los Beatles, quien estaba en la cola del ómnibus y se entretenía siendo parte del improvisado dúo, dirigido por él:

When I call you up/ Cuando te llamo

your line’s engaged / tu línea está ocupada  

I have had enough / ya he tenido suficiente  

So act your age / Así que actúa de acuerdo a tu edad

we have lost the time / hemos perdido el tiempo  

that was so hard to find / que fue muy difícil de encontrar

And I will lose my mind / Y perderé la cabeza

if you won’t see me / si no me ves  

you won’t see me / no me verás…

Foto. / Irene Izquierdo
Foto. / Irene Izquierdo

Su amor por los Beatles lo manifiesta todo el tiempo; además de la música y el pelado, lleva una vestimenta muy pintoresca: gorra gris acero, pintas de colores, short azul, camisa a cuadros, corbata a rayas, una chaqueta con otra tonalidad de azul y unos zapatos deportivos.

En un momento en que dejó de “actuar” me comentó que es técnico de nivel medio en Explotación del Transporte. Durante muchos años laboró en toda la antigua provincia de La Habana y luego pasó a Servicios Comunales, dirección en la cual lo mismo trabajaba en los camiones colectores que en la limpieza de las calles. “Porque en aquellos momentos se pagaba muy bien. En un mes podías cobrar entre 800 y 1 000 pesos, muy buena paga. Me jubilé hace siete años”.

¿De cuándo data su amor por los Beatles?

—Desde los 14 años. Yo vivía en La Habana del Este y todos los sábados hacían fiestas; había un piquete que nos colábamos sin estar invitados. Allí bailábamos de lo lindo y sin bebida, solo refresco. Al final de la fiesta sacaban una ronda de ponche. Cuando esto sucedía sabíamos que ya se estaba acabando la fiesta y nos íbamos tranquilos para nuestras casas a la espera de la próxima. Era una diversión muy sana, no como hoy, que si faltan el alcohol y el cigarro no se puede hablar de disfrute. En estas andanzas descubrí a los Beatles, aunque no se podían oír como se escuchan ahora. Era, si se quiere, un poco secreto, pero un secreto que conocíamos todas las personas a quienes nos gustaban.

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