Una de esas mipymes que, desde el inicio, interiorizó su razón de ser. Ha sido fuente de empleo y es productora de bienes, no revendedora. Antonio su administrador único, expone sus experiencias, lo mismo en una reunión en un consejo popular, que en Caracas en una reunión de hombres de negocios

En su primer año de existencia el colectivo produjo siete millones de pesos; en 2023, alcanzaron la importante cifra de 22 millones: triplicaron. Ah, pero para el cierre del año en curso pronostican 44 millones. Es la mipyme La Finca, ubicada en La Habana del Este, en La Habana. Produce conservas de frutas y vegetales, y ha sido fuente de empleos, por lo que está entre los objetivos por los cuales se creó este tipo de emprendimientos.
Antonio Suárez Insua, administrador único de La Finca, tiene infinidad de vivencias y experiencias que narrar, nacidas de la iniciativa, el apoyo familiar y los deseos de crecer, pero habla del apoyo de las autoridades del municipio y de la colaboración de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
“Sus representantes –informa- ya estuvieron aquí, nos solicitaron nuestras prioridades y les hablamos de las dos líneas de envasado para sólidos y líquidos, respectivamente; una columna para el tratamiento del agua, porque la que nosotros usamos no alcanza el pH (el grado de acidez o alcalinidad de una disolución acuosa) establecido; una repasadora para que, una vez que termine de trabajar la despulpadora, el producto alcance una textura fina, a tono con la calidad de la excelencia. Son cosas importantes para perfeccionar las producciones y, en general, una ayuda que agradecemos infinitamente”.
Sucede que Antonio es de esos hombres que tiene su mirada en el futuro, pensando en el crecimiento de La Finca y en dar sentido a la razón por la que existen los Proyectos de Desarrollo Local. Experiencia de dirección tiene, aunque no fuera en la agricultura. Durante 22 años realizó actividad comercial; los últimos 10 transcurrieron la Empresa de Perforación y Extracción de Petróleo Occidente. “Esto me dio mucha base, por el dinamismo del trabajo”.


No al ocio en tiempos de Covid-19
En los dos años de aislamiento que motivó la pandemia comenzaron a gestarse algunos proyectos familiares para la actividad productiva por cuenta propia. Ellos optaron por el beneficio a las hortalizas y los vegetales para la comercialización. “Éramos 8 -los dos hijos, un sobrino, el yerno, mi padre y mi madre, la esposa y yo-; lo primero que hicimos fue crear la minindustria, porque no teníamos ninguna instalación que tuviera las condiciones adecuadas para lo que queríamos hacer. De inicio era totalmente artesanal. Al tiempo que creamos las condiciones del local, fabricamos, aledaño a nuestra casa en la zona 12 de Alamar, algunos equipos que nos sirvieron para el comienzo”.
—¿Era un terreno grande?
— No. La parcela de mi propiedad tiene 194 metros cuadrados. Pegado a la vivienda había otra, más pequeña. Tuvimos que partir de cero, con el desbroce del área, con algún diente de perro, y ahí levantamos la minindustria, de 14 metros de largo por seis de ancho. La oficializamos en la Dirección Municipal de la Vivienda y en Planificación Física, y pagamos la propiedad perpetua de la tierra, ya que había un pedacito que no era nuestro.
“Aquel local tiene cubierta ligera, mas de paredes de tejas de asbestocemento, un poco rústico, pero tratando de cumplir los parámetros establecidos por la norma cubana y así poder disponer del mismo; el objetivo estaba bien definido. Allí estuvimos desde el 20 de octubre de 2021, cuando fuimos aprobados, hasta julio de 2023. Se nos dio la posibilidad de no solo hacer el beneficio, sino también, producir las conservas.
“Las actividades que seguidamente realizamos nos fueron dando la posibilidad de incrementar las producciones, respetando y cumpliendo todas las normas establecidas. Nacimos con todos los productos registrados, lo que nos permitió desarrollar el trabajo plenamente. No elaboramos, ni comercializamos nada, mientras no estuvieran registrados todos nuestros productos.
“Empezamos con hortalizas y vegetales, fundamentalmente, en las líneas de vegetales, viandas beneficiadas y cortadas de forma mecánica –caldosín, hojuela y bastón de boniato, rodajas de mango; la guayaba seleccionada y trozada; hortalizas cortadas y empacadas en bolsas- y todo vulcanizado, nada amarrado, con posibilidades de que pueda abrir. Fue una de las primeras experiencias que tuvimos; el asunto del envase era el nuestro ‘talón de Aquiles’.
Después, iniciamos la línea de encurtidos, con el propósito de que los vegetales se extendieran en el tiempo, pues se consumen en época de cosecha y hasta el próximo año no se vuelven a ver. Nuestras conservas están certificadas para un año de duración, con el mismo conservante que se emplea en la industria”.
— ¿Cómo obtienen el material para las bolsas?

—Al principio hicimos varios experimentos con pomos recuperados o botellas que le comprábamos a la Empresa de Materias Primas, pero estos envases no tenían la aceptación de los clientes. Lo corroboramos en la I Feria de Desarrollo Local –celebrada en mayo de 2022, en Expocuba. Nos presentamos con botellas y pomos de cristal, y con bolsas de nailon; estas últimas se agotaron en su totalidad, no así los recipientes de cristal. Eso nos marcó un derrotero, por lo que fortalecimos las producciones en envases de ese material sintético.
“Iniciamos la búsqueda para la adquisición de estos empaques –tarea muy compleja-, y los encontramos en el Sistema de Venta Mayorista de Insumos y Equipamiento Agrícolas (Gelma), del Ministerio de la Agricultura, nuestro mayor proveedor hoy. Nos vendió, entonces, un volumen tal de bobinas de nailon que nos alcanzaron para todo 2022 y hasta mediados de 2023.
“Lamentablemente, las carencias materiales de Gelma afectaron el servicio. En las nuevas indagaciones nos encontramos con la mipyme GENEL. Empezó a suministrarnos bobinas, como materia prima. No estaban preparadas. Primero tuvimos que llevarlas a certificar con el Centro Nacional de Envases y Embalajes, a fin de saber si era o no factible usarlas. Otro motivo para la tranquilidad”.
—Usted me comentó que para entonces ya aquella nave resultaba pequeña. ¿Cómo solucionaron el problema?
—En julio de 2023, arrendamos un área en la UEB La Gigante –cocina grande de Alamar-, y destinamos el local de la minindustria al centro de confecciones de nuestros envases. Allí hay cinco trabajadores. Hoy el total es de 24, por el acuerdo de cooperación
“Dentro de nuestros proyectos está disponer de un equipamiento para el soplado de las preformas P, que son de importación, destinadas a producir los envases plásticos de diferentes volúmenes. En estos momentos se los compramos a Tecnomac”.
—¿Cómo ustedes evalúan si asumen, o no, una producción determinada?
—Una de nuestras fortalezas es contar con un tecnólogo en la especialidad de alimentos. Se llama Pedro Rojas, tiene 77 años, ya está jubilado, pero muy activo con nosotros. Con sus conocimientos y experiencias, y cumpliendo las normas cubanas establecidas, hace las fichas técnicas de las producciones a asumir. Primero, con el objetivo de ver si son rentables y valorando también las posibilidades de la tecnología, porque la nuestra es poca; casi todo es artesanal; tenemos solo un 20 por ciento de equipamiento. Y sabemos que no todo se puede hacer con las manos. Con ellas podemos lograr maravillas, no todo, aun cuando existe toda la voluntad del mundo, pero no podemos afectar la calidad.
“Nuestro slogan dice: De nuestra familia a la suya; nadie quiere para su familia algo que cualitativamente no sea bueno, porque ahí va también el respeto, que nos permite ganar prestigio ante los clientes. Siempre nos ha preocupado cómo lograr un posicionamiento en el mercado y, a partir de ahí, buscar niveles de satisfacción en quienes nos han preferido. No es secreto que lo primero que vende un producto es el envase. Lo otro es la calidad, que hace posible su introducción en el terreno de la competencia.

“Es decisiva la superación. Mi hijo, Jorge, que es jefe de planta, ya pasó un curso en el Centro Nacional de Envases y Embalajes; el resto del personal, también. Al principio no teníamos otro conocimiento que no fuera el proceso que hacíamos a las hortalizas y viandas en la casa –aquí se multiplica por 200, 300 o más veces-, por lo que fue preciso capacitar a las personas y dar un seguimiento constante, sobre todo, en los puntos de control. Cada proceso tiene su punto de control para rechazar cualquier falla, y evitar que se detecte al final.
“Otro elemento importante fue hacer las contrataciones con los clientes y proveedores a los que verdaderamente teníamos acceso. No hacer contratos formales que luego se convirtieran en incumplimientos. Estos comprenden, tanto para las compras de materias primas, como para las ventas de los productos elaborados. En la medida que hemos crecido se han ampliado las cifras los compradores, porque estos últimos nos iban marcando –con sus solicitudes- hacia dónde encaminar nuestros pasos.
“Hoy La Finca muestra valores; todos los que trabajan aquí viven cerca. El transporte no es un problema. El 65 por ciento son mujeres –están en mayoría- y el resto, hombres. El trabajo es integral y la totalidad deben saber todos los procesos; es lo que llamamos una brigada integral, capacitada e instruida para hacer de todo”.
—¿Y el pago?
—A destajo. El trabajador cobra por lo que hace y se esfuerzan en trabajar; tampoco se trata de cambiar salud por dinero, pero si no aportas a la producción, ¿cómo justificas el salario? Como en cualquier otro centro laboral, aportan a la seguridad social y reciben sus beneficios: todos acumulan para la jubilación, aportan el cinco por ciento de contribución especial a la seguridad social especial, aportan el tres o el cinco, en dependencia del monto, de impuesto sobre el salario.
“El pago es quincenal y la media oscina entre ocho y 10 mil pesos. Pensamos que es bajo aún; lo que sucede es que el proceso inflacionario es serio y el valor a formar para que queden los dividendos que nos permiten formar el salario, hoy se los está llevando el guajiro del campo. El mismo precio de la materia prima; nosotros la exigimos con calidad, porque esa es la que nos garantiza que, en el orden cualitativo, nosotros también cumplamos los parámetros que se nos exigen. El producto de calidad se paga. Tiene un valor, pero no el que estamos pagando hoy, estamos claros; en estos momentos tenemos un costo por peso producido de 82 centavos, muy alto. Los precios están disparados y los nuestros, de ventas, apenas se han movido. ¡Y habrá que moverlos!”.
—Subió el precio del combustible, ¿cómo incidirá este hecho en los de sus producciones?
—Estamos haciendo estimados. Durante enero y febrero tuvimos que cambiar los números. Nosotros, hasta 2023 solo tributábamos a las ventas minoristas. A pesar de ello, a las ventas a la población les restábamos el 10 por ciento –lo que teníamos que tributar se lo restábamos-; sin embargo, cumplíamos con nuestros impuestos. Nuestro aporte salía de las ventas mayoristas, por las que no teníamos que tributar. Se suman otros elementos, como el hecho de que en las ferias los precios son más bajos, igual que 10 trabajadores y cuatro mipymes que comercializan estos productos, también les bajamos el 10 por ciento, para evitar que ellos los encarecieran al venderlos.
—En ocasiones a ellos no les interesa, con tal de obtener ganancias…
—Bueno, ya tuvimos que cerrarles el contrato a dos, por no estar cumpliendo con lo establecido a la hora de vender, si nosotros les había hecho la correspondiente rebaja.
“Unido a lo que antes te explicaba, el pasado año sentimos la necesidad de hacer diferentes donaciones, principalmente a los SAF (a los comedores de los jubilados), que están muy deteriorados. Hacemos nuestras entregas a todos los de La Habana del Este, excepto los de Guanabo y Campo Florido”.
En el momento de nuestra visita a La Finca, de 11 SAF que están incluidos en su relación, solo tres habían ido a buscar el donativo. En enero nadie lo recogió.
—¿Qué volumen representa esa entrega?
—Unos 14 kilogramos de puré de tomate, 15 kilogramos de encurtido de vegetales, igual cifra de pulpa de mango… Son cifran pequeñas, pero importantes, porque son para condimentar o acompañar el menú. Y por poco que resulte, es más que lo que ellos tienen destinados a preparar los alimentos.
“Unido a eso, reparamos el local del SAF del Consejo Popular Guiteras, que estaba en unas condiciones bastante malas desde el punto de vista constructivo, con peligro de derrumbe, debido a que un camión dañó una de sus columnas…
—¿Nadie le cobró al camionero?
—Nadie
—Mientras eso suceda y nadie pague, pagarán otros, o el propio Estado, como ha sucedido siempre… ¿Cuánto debieron invertir ustedes en la reparación?
—El valor total fue de 168 mil pesos.
“En diciembre participamos en una feria municipal, realizada en la Plaza de África, en Alamar, en la que rebajamos el 50 por ciento del precio del producto. Como es lógico, todo se vendió –dosificado para evitar el acaparamiento y la posterior reventa- y no obtuvimos ganancias. Los productos, en su conjunto, tenían un valor de 128 mil pesos y recaudamos solo 62 mil pesos, menos del 50 por ciento.
“Hay un dato importante: en los dos años que cumplimos el 10 de marzo; dos años de operaciones, no hemos cobrado ni un centavo de utilidades. Porque ese dinero lo hemos reinvertido en el desarrollo de nuestra fábrica y el beneficio se verá a largo plazo. Se percibirá cómo un pequeño negocio llega a posicionarse, no solo dentro del mercado, sino también dentro de la industria.
“Cualquiera vende, pero no todo el mundo produce. Nosotros tenemos invertidos en los primeros meses del año, 698 mil pesos en equipamientos para sellar las bolsas en las que envasamos y hacerlo con calidad. Esa es nuestra máxima. Cuando terminamos el primer año de gestión, gastamos 358 mil pesos en darle mantenimiento a la minindustria. Hemos ejecutado un proceso inversionista para reparar la nueva instalación donde estamos ubicados ahora –un área de la antigua cocina gigante de Alamar-, de casi medio millón de pesos”.
Es significativo saber que han ajustado un mantenimiento constructivo a toda la instalación de la cocina gigante, debido a que median contratos para los encadenamientos productivos y es preciso mejorar las condiciones de toda el área.
Surgimiento de la cooperación
Considera Antonio que las mipymes están creadas para contribuir al desarrollo del país, como actor económico; establecer vínculos que propicien la creación de fuentes de empleo y garantizar determinadas producciones, no para que cada cual haga lo que quiera.
“Para nadie es un secreto el momento por el cual está atravesando la empresa estatal socialista y, a partir de un grupo de condiciones, en cuanto a capacidad, deseos y formas –dentro de la legalidad- , siempre que sea factible la articulación con una entidad estatal, va a propiciar beneficios. Primero, porque la instalación quien mejor la tiene es esa entidad, igual que parte del equipamiento, a lo cual se añade que no está realizando en su totalidad la labor para la que fue creada, por falta de recursos materiales, pero está el recurso humano.
“En algunos momentos se había hablado de iniciar encadenamientos productivos con la UEB La Gigante, donde radicamos, cuyo contrato de colaboración se firmó el primero de febrero: producción cooperada entre la UEB La Gigante y la mipyme La Finca. Es responsabilidad de ambos aportar las materias primas y la producción. El principio básico de participación es del 50 por ciento, sin que medie otra acción, al menos, al comienzo. Todo ha transcurrido bastante estable dentro de la propia inestabilidad de los productos, porque si la fuerza es mayor, se necesitan más productos. Es algo que no se logra en unos días, sino en la medida en que se logre el acople indispensable.
“Para nosotros cesó el arrendamiento, lo cual significa un beneficio. A la vez que la UEB aportó hortalizas y vegetales, como materia prima. Transformamos el proceso productivo en dos partes: la primera a cargo de ellos y la terminación, de nosotros.

Una forma diferente de hacer las cosas
Para Arabel Berrio Correa, director de la UEB La Gigante, perteneciente a la Empresa Provincial de Elaboración de Alimentos (EPEA) Habana, esta producción cooperada, en las actuales circunstancias, ha sido suma importancia, porque les permite disponer de materias primas y trabajar. La harina de trigo escasea bastante, igual que el azúcar, el aceite y el huevo. Esta carencia provocó grandes dificultades para producir dulces, croquetas, hamburguesas, fiambre, muy demandados por la población.
“Tal situación impidió el cumplimiento de nuestro plan de enero, por lo que comenzamos a buscar de qué forma lograr producciones alternativas. Como ya había echado a andar la perspectiva de la cooperación, comenzamos a preparar las áreas a tono con las nuevas exigencias. En febrero, recién iniciado el encadenamiento, logramos vender un millón 265 mil pesos.
Pensamos que en todo esto tiene que prevalecer la voluntad de contribuir con el sistema estatal socialista y en el administrador único de La Finca así lo apreciamos. Nos place establecer vínculos de trabajo con administrativos tan emprendedores como Antonio, con la eficiente actividad de su tecnólogo y el empuje de su colectivo.
“Como centro de elaboración, teníamos las condiciones -y en su momento se hizo- para producir puré de tomate, mermeladas y pulpas; ahora estamos aprendiendo la técnica de los encurtidos. Precisamos, igualmente, dominar mejor los procesos tecnológicos y alcanzar una mayor eficiencia, aunque no se puede negar que el convenio ha sido muy fructífero para los obreros, quienes inmediatamente comenzaron a capacitarse.
“Jorge, el jefe de producción de este emprendimiento, ha instruido a nuestros compañeros acerca de las diferentes técnicas para que cada paso cumpla sus especificidades. Es importante, asimismo, que los obreros tienen contenido de trabajo. Y a tono con esto, nos estamos ocupando del sistema salarial, porque en este tipo de entidades, cada peso que se cobra debe tener un respaldo productivo: se paga lo que el hombre hace”.
Vale aclarar que, tanto los trabajadores de la UEB, como los de La Finca, tenían una base bastante similar para su realizar su actividad, por tratarse de dos centros de elaboración. ¿Qué les falta a los de La Gigante? Ir incorporando las técnicas, como lo tuvieron que hacer al comienzo, para el procesamiento, los de La Finca.
Listado de las producciones de La Finca y sus precios
Producto | Unidad | Precio |
Salsa de tomate condimentada | 1 kg. | 320.00 |
Salsa de tomate para pastas | 1 kg. | 350.00 |
Puré de tomate | 1 kg. | 220.00 |
Salsa verde | 1 kg. | 220.00 |
Catsup | 330 g. | 180.00 |
Mostaza | 330 g. | 190.00 |
Pulpas (mango, guayaba f. bomba) | 1 kg. | 160.00 |
Mojo criollo | 500 ml. | 80.00 |
Vinagre de frutas | 500 ml | 90.00 |
Vino seco | 500 ml | 100.00 |
Zumo de limón | 500 ml. | 90.00 |
Zumo de naranja | 500 ml. | 90.00 |
Encurtido de vegetales | 500 g. | 110.00 |
Encurtido de vegetales mixto | 500 g. | 120.00 |
Hasta Venezuela, con los negocios de La Finca
La finca es una de las 300 mipymes que en Cuba son miembros de la Cámara de Comercio.
Ha participado en las dos ferias de desarrollo local y en FIHV 2023, a la que no fueron como expositores, sino en condición de itinerantes, pero firmaron cuatro cartas de intención con RENOVA, para la adquisición del equipamiento que le permita el cambio de la matriz energética; con GeoCuba Camagüey se obtienen las bobinas de nailon y con el grupo Alcona se facilita la comercialización, tanto en moneda nacional, como en las pasarelas de pagos –incipientes- en MLC. También con ellos, la exportación de pulpa de mango.
Entre el 10 y el 17 de marzo Antonio participó en el I Acuerdo de Intercambio Comercial entre los Gobiernos de Caracas y La Habana. Allí mostró todas las producciones de su minindustria, además de firmar dos cartas de intención, uno con la empresa Agrofenix, del estado de La Guaira, para la transformación de pulpas de frutas destinada al consumo nacional y la exportación, al tiempo que invertir en la producción de los envases de esas pulpas. La segunda fue con la Federación de Mujeres Emprendedoras y valorar la posibilidad de montar una minindustria en el estado de Miranda, con el fin de hacer las mismas producciones que aquí, en función del desarrollo local.
“Tuvimos la posibilidad de participar en la Feria Industrial Caracas 2024, donde expusimos nuestros productos. La firma CETI S.A. se interesó por la comprarlos para su comercialización en Venezuela. Pensamos que a partir de agosto se den los primeros pasos”, concluye Antonio.

