En 2009, la Asamblea General de la ONU determinó que cada 18 de julio sería el Día Internacional de Nelson Mandela. Aquí, una remembranza de su devoción hacia Cuba y Fidel
En la prisión de máxima seguridad de Robben Island a los presos políticos se les autorizaba únicamente una visita familiar de 30 minutos de duración, cada seis meses. Con similar saña se trataba la correspondencia. Dos misivas diarias, pero de 500 palabras, lo mismo si se mandaban como si se recibían. A eso se aferró Nelson Mandela, luchador contra el régimen de segregación racial de Sudáfrica y guía del Congreso Nacional Africano (CNA, por sus siglas en inglés), quien además llevó varios diarios, requisados sistemáticamente por las autoridades carcelarias, predispuestas a quebrantar la moral y el inconcebible buen estado de ánimo del preso más famoso del mundo.

Alrededor de esa etapa hay varias leyendas. Una de ellas versa sobre la tremenda sorpresa experimentada por el ítalo-norteamericano Piero Gleijeses (profesor de política exterior de los EE.UU., de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins) al recibir una carta de Mandela, fechada en Robben Island, Ciudad del Cabo, en Sudáfrica. Es decir, enviada desde la propia prisión. Dicen que al académico le expresó: “[…] es la primera vez que un país (Cuba) de otro continente llega (a África) no para llevarse nada sino para ayudar a los africanos a alcanzar su libertad”. Todavía cumpliendo la sentencia de cadena perpetua –dictada el 12 de junio de 1964–, se atrevió a resaltar que la victoria cubana en Angola “había destruido el mito de la invencibilidad de los opresores blancos, inspirando la lucha de masas en Sudáfrica”. Por eso no es de extrañar que alimentara la aspiración de, algún día, agradecerles en persona al pueblo cubano y a su líder, Fidel Castro, esa solidaridad cuya expresión cimera son los 2 085 mártires de la Operación Carlota.
Este hombre paciente en mucho se asemejó a Fidel. Igual que el Comandante en Jefe, también abogado, se defendió a sí mismo y a los ideales enarbolados. En un juicio de más de tres horas, brindó una inestimable pieza de oratoria política del Siglo XX. No tenemos evidencias de que haya leído a Fidel pues los libros y los periódicos estaban prohibidos y solo algunos lograron entrar de contrabando, pero sí podemos destacar que siempre estuvo al tanto del desempeño de Cuba; se presupone que la fuente de información fue su entonces esposa y compañera del CNA, Winnie Mandela.
Al visitar a Cuba en 1991 le confesó a Fidel que “el pueblo cubano ocupa un lugar especial en el corazón de los pueblos de África […] usted es una fuente de inspiración para las personas que aman la libertad”. ¡Enorme modestia de uno de los grandes íconos de la resistencia de todos los tiempos! (1)

Durante uno de los discursos en homenaje a su mentor político, Walter Sisulu, Mandela, al honrarlo, retrató su paso por las duras experiencias de las batallas revolucionarias al destacar que “lo que cuenta en la vida no es el mero hecho de que hayamos vivido; es la diferencia que hemos hecho en la vida de los demás lo que determinará el significado de la vida que llevamos”. Madiba (su nombre popular) fue consecuente, tanto en las estrategias como en las acciones antiapartheid, en los 27 años de prisión, al asumir la responsabilidad como el primer mandatario negro y democráticamente elegido (1994-1999) en una nación ya libre; sobre todo cuando sostuvo sin flaquear los principios en los que creía, con la lealtad en lugar preminente. Para Cuba, la alegría mostrada en cada uno de sus encuentros con Fidel, inmortalizadas en imágenes que siguen develando la fortaleza de los abrazos sinceros, consustanciales a la valentía de sus palabras.
En un encuentro con William Clinton, del 27 de marzo de 1998, en Ciudad del Cabo, Mandela defendió la libertad de su pueblo de establecer relaciones soberanas con cualquier país que decidiera. De esa cita se han perpetuado dos cosas: su franqueza y su actitud limpia. Arropado con semejantes cualidades quebró lanzas por Cuba ante un presidente estadounidense acostumbrado, como sus predecesores, a dictar pautas en las relaciones internacionales. Las fuentes escritas de la época refieren que sin el menor temblor en la voz se le encaró al visitante: “Fidel Castro es uno de mis grandes amigos. Me encuentro orgulloso de encontrarme entre aquellos que apoyan el derecho de los cubanos a elegir su propio destino. Las sanciones que castigan a los cubanos por haber elegido la autodeterminación se oponen al orden mundial que queremos instaurar. Los cubanos nos facilitaron tanto recursos como instrucción para luchar y ganar. Soy un hombre leal y jamás olvidaré que en los momentos más sombríos de nuestra patria, en la lucha contra el apartheid, Fidel Castro estuvo a nuestro lado”.
Hoy, a 106 años de su natalicio, Sudáfrica perpetúa su postura histórica contraria al bloqueo económico, comercial y financiero de los EE.UU. contra nuestro pueblo. Vota consistentemente, cada año, a favor de la resolución cubana ante la Asamblea General de la ONU en reclamo del cese de tan genocida actitud. Cuba y Sudáfrica entrelazan 30 años de relaciones bilaterales, similares de fuerte a los abrazos entre Mandela y Fidel. (2)
4 comentarios
Gracias, por tan hermoso escrito. Cuando leo algo como esto, dónde un hombre extraordinarios, cómo Mandela, agradece a nuestro pueblo y resalta el valor del rol jugado por el mismo en la independencia de pueblos africanos, me siento orgullosa de ser cubana y de haber nacido y vivido en estos tiempos de revolución y victoria.
Gracias
Fidel y Mandela dos ejemplos eternos y universales para todos los que luchan por un mundo mejor. Muchas gracias querida Mary por éste excelente artículo sobre ambos!!!
Honrar a Mandela, líder mundial reconocido hasta por sus adversarios, es una genuina forma de enaltecer con esta virtuosa expresión periodística a Fidel y Cuba por nuestro ejemplar aporte al continente africano virtexpresión periodística
Fidel, con tan virtuosa, justa
clara, expresión periodística
Estupendo este homenaje de Bohemia al inmenso Mandela. Muy justo y objetivo el entrelanzamiento que tan certeramente logra María Victoria entre el icónico Héroe sudafricano y Fidel. La gran verdad, pese al empecinado empeño reaccionario de ocultarla y negarla, es que ambos próceres son historicamente inseparables e inspiradores de las luchas que continúan por la libertad, la independencia, la soberanía plena, la justicia y el derecho al desarrollo integral y pacífico sin sometimiento alguno a supremacismos racistas de opresión y dominación. Fidel y Mandela estarán siempre en nosotros y con nosotros en esas luchas por el mundo mejor que merecemos.