La lucidez de defender nuestra telenovela

Valoraciones sobre la puesta cubana Sábados de gloria  


En diferentes épocas quienes crean en el cine, el audiovisual, las artes escénicas y otras manifestaciones artísticas se interesan por contar historias que interesan al ser humano. Relatos pasionales, desencuentros, rupturas trágicas y la búsqueda de la felicidad constituyen posibles claves del éxito. Cómo contar los relatos –la sintaxis narrativa-, llevarlos a la escena y a las pantallas requiere saber mirar en derredor y descubrir la excepcionalidad de emociones experimentadas por las personas; esa riqueza puede nutrir la piel y el alma de actores y actrices; incluso establece desafíos no siempre resueltos por los implicados en cada proyecto.

En Cuba, las telenovelas y su estética particular cautivan a los públicos desde tiempos inmemoriales. Estudiosos de las ciencias de la comunicación se interesan por abordarlas mediante un objeto de estudio indagador y surgen disímiles interrogantes: ¿por qué el género continúa siendo útil en el imaginario social? ¿qué preceptos mantienen su hegemonía en un oficio antiguo que debe adaptarse a los nuevos tiempos?, ¿son asumidos cambios en la manera de comunicar?

Sin didactismo, pero con una función educativa la telenovela hizo meditar en problemáticas de las familias cubanas. / Yasset Llerena

Estas y otras preguntas surgieron durante la experiencia de ver la telenovela cubana Sábados de gloria. Con guion de Jorge Luis Sánchez, dirigida por Tamara Castellanos y Ernesto Fiallo, el discurso narrativo mantuvo directrices habituales del género: el amor liderando como tema central sin excluir la relación deseo-odio, son ingredientes que condujeron a los habituales elementos de la intriga y del suspenso. El énfasis particular en la amistad, los valores de actitudes positivas, el gesto solidario y la necesidad de transparencia en relaciones interpersonales constituyeron ejes esenciales ficcionales al plantear problemáticas comunes y diferentes de tres mujeres de mediana edad: Karelia (Yudexi de la Torre), Omara (Tahimí Alvariño) y Rita (Yessie Guridi). En el transcurso de sus existencias las animaron enseñanzas ancladas en aspiraciones recurrentes de las familias cubanas: educa a tu hijo.

El tránsito de las protagonistas por peripecias de la vida mantuvo vivo ese sentimiento valedero que las unió para siempre. Los obstáculos sirvieron para sublimar la fuerza del empeño, la sinceridad de los sentimientos y las cualidades morales de cada una.  

No faltaron en la ficción exigencias del melodrama donde domina el triunfo de la virtud, perseguida durante la trama y en la que actúan contribuyentes básicos: la víctima, el villano, el héroe. Otros elementos recurrentes, la ruptura de la armonía familiar, los secretos largamente callados y la búsqueda de la felicidad fueron retomados desde una perspectiva acorde al funcionamiento social del género.

Al unísono, Sábados… trató de colocar en la mira mediaciones que atraviesan la práctica cultural del consumo y la apelación a lo cotidiano. Buscó la identificación de los públicos con personajes y situaciones posibles diarias. Pero no se logró la concreción de otros mundos posibles que la ficción recrea para llegar a las fibras más íntimas. No bastan las condenas a la maldad, la ambición, el egoísmo, la deshonestidad y el chantaje. Lo contado debe ser verosímil; “verdad” aunque nunca haya sucedido. Faltó la intensidad de una imaginación pródiga para lograr la expresividad y el diseño estético de escenas y capítulos. En estos sentidos influyeron imperfecciones; ausencias de vínculos que son inseparables en el audiovisual: dirección de fotografía, sonido, músicas y dramaturgia. Todo responde al discurso telenovelesco. El guion es letra muerta; si no se concreta en lo que se goza y se sufre con la misma intensidad.

Lo real inspira a las ficciones si son creíbles. / Yasset Llerena

Una y otra vez recordamos a Stanislavski, un maestro de interpretaciones psicológicas, pues él analizaba caracteres y motivaciones, el porqué de cada interpretación. De ningún modo es suficiente la acción orgánica del actor y de la actriz con sus personajes si falta la dimensión interior de sus respectivos aportes actorales. Ilustró ese aprovechamiento imprescindible Yessie Guridi con su Rita. Esta doctora resiliente supo dudar, derrumbarse y rehacerse. Patentizó una cercanía emotiva con lo real de todos los días sin pretender un tratado sociológico con su ser y actuar.

Inexplicable fue el alargamiento de acciones subordinadas –mal llamadas subtramas-; entre ellas, la del trío Paloma, Eduardo y Javier. Comprenderlos se “resolvió” en algunos bocadillos e intercambios.  ¿Faltó colocar el conflicto en trama? ¿O su ubicación solo quería pedir comprensión hacia este tipo de relación amorosa?

Tal vez, apenas reflexionamos sobre el ejercicio irrepetible del acto de comprender el discurso propio del género telenovelesco. Es un imperativo en la producción audiovisual velar por el cumplimiento de particularidades que exige el proceso creativo antes del rodaje.  Urge aplicarlo en el inicio con la premisa bien definida y la idea analizada en término dramatúrgico.

Pensar lo nuestro verdadero con imaginación y verdad artística siempre ennoblece. / Yasset Llerena

Necesitamos una televisión entretenida, provechosa; capaz de favorecer posturas críticas en los públicos. Suelen obviarse construcciones de planos sugerentes y atractivos que inciden en el resultado artístico. El montaje construye significados; en él, la metáfora, el símbolo, los mensajes dicen qué quiero decir, cómo lo quiero decir y para quién lo quiero decir.

Forma parte de las dimensiones filosófica y conceptual de una telenovela su valor holístico, pues propicia comprender el sentido cultural de la obra donde tienen importancia vital las investigaciones realizadas antes de crear y componer el texto dramático que posteriormente debe ser espectacular. Nunca abandonemos la lucidez de defender nuestra telenovela. En breve llega a Cubavisión la producción cubana Regreso al corazón. Durante 78 capítulos quizás se active cierta alerta dado por el escritor Jorge Luis Borges: “no hay otro modo de medir las cosas que por nuestra emoción ante ellas”.

¿Por qué no pensarlo desde lo cotidiano real en realidades-otras ficcionales? Nunca se perderá el encanto de la telenovela. Quizás por eso alimenta el análisis al conocernos y reconocernos mejor en palabras, visualidades y la máxima expresión del amor, un destino humano y legítimo, ¿no le parece?

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