Con una tasa de 1.2 fallecidos por cada mil niños nacidos vivos, menores de un año, Sancti Spíritus se mantiene a la cabeza del país
No sorprende que hoy la provincia espirituana muestre los mejores resultados a escala nacional en la mortalidad infantil, con apenas 1.2 niños menores de un año fallecidos por cada mil nacidos vivos.
Ya el pasado año el territorio había cerrado a la vanguardia, con un 3.6 que le demostró al país cuánto se puede lograr en ese sensible indicador, incluso en medio de una situación tan compleja como la que continúa atravesando la economía, con repercusión directa, por supuesto, en el sector de la Salud.

Recientes declaraciones de prensa del doctor Francisco García González, al frente del Programa Materno Infantil (PAMI) en la Dirección General de Salud, condicionan tales resultados al trabajo estable de equipos calificados en el proceso de reevaluación de la totalidad de las embarazadas y niños menores de un año, al fortalecimiento de la red de Genética, consultas multidisciplinarias de las pacientes con crecimiento intrauterino retardado, intersectorialidad y perfeccionamiento de las estrategias para la atención a la materna crítica, entre otros asuntos.
Evidentemente, todo ello ha hecho posible que de los 826 nacimientos registrados desde enero (cifra inferior a igual etapa del año anterior) solo haya ocurrido un fallecimiento, como consecuencia de una aciduria metilmalónica, padecimiento congénito con una alta letalidad, incluso en países desarrollados.
Aun así, directivos y especialistas no se confían ni descuidan el extremo cuidado que ese programa merece y necesita.
El bajo peso al nacer, por ejemplo, está ligeramente por encima del índice establecido por la nación (6.5), el embarazo en la adolescencia también preocupa hoy, sobre todo en Jatibonico, Taguasco, La Sierpe y el área rural del municipio cabecera, todo lo cual indica la necesidad de concentrar aún más la atención en factores que inciden, tanto en el ámbito familiar y comunitario como institucional.
La práctica ha seguido confirmando que no se le puede perder pie ni pisada a las embarazadas. Es sabido que algunas no cumplen protocolos de ingreso para recibir la atención especializada que requieren, por ser hipertensas o diabéticas, problemas que pueden conllevar a preeclampsias, eclampsias u otras complicaciones evitables.
Si un puntal tiene el territorio en la defensa de la vida, desde que el niño nace, es el servicio de neonatología del Hospital General Provincial Camilo Cienfuegos, cuyos estables resultados lo ubican como verdadera referencia de buen trabajo para todo el país.
Las estadísticas son elocuentes: supervivencia superior al 98 por ciento en el paciente grave (el país exige 96) y sobrevida del 96.5 (más de cinco puntos por encima), en tanto los índices de sepsis suelen oscilar desde hace una década entre 2 y 3 por ciento, registro inferior al 5 recomendado.
No por casualidad recientemente fue abierto allí el primer centro con que cuenta la neonatología cubana para que especialistas y residentes reciban entrenamiento en el uso de la tecnología de ultrasonido en el punto de atención al paciente (Pocus).
Sancti Spíritus, en fin, continúa consolidando terreno en el Programa Materno Infantil. Detrás de ello hay un enorme y consagrado empeño de especialistas, médicos, enfermeros que diariamente suplen con pasión y profesionalidad la escasez de recursos y medios imprescindibles desde el punto de vista médico y científico.
Por esta misma fecha del pasado año, el propio doctor Francisco García subrayaba como fortalezas la cobertura total de médicos y enfermeros de la familia en consultorios, la existencia en municipios de un responsable encargado de concretar un novedoso sistema para el seguimiento y atención longitudinal genética a la gestante y al neonato, conocido como SALGEN y otro denominado PRECON; el apoyo de profesionales que laboran en la red primaria, para fortalecer la atención hospitalaria, así como la capacitación rectorada por la Universidad de Ciencias Médicas, sobre todo mediante postgrados acerca de riesgos más frecuentes durante el embarazo y otros asuntos que inciden y determinan.
Es comprensible entonces que, excepto Trinidad, los restantes nueve municipios no reportan muerte materna ni de niños durante su primer año de vida, desde que enero abrió sus párpados: logro que, de todos modos, mantiene a los artífices directos del PAMI con los ojos bien abiertos.