Foto. / Pastor Batista
Foto. / Pastor Batista

La verdadera energía que nos alumbra

Del diésel, de las termoeléctricas, del sol, del agua, del viento… siempre habrá un modo de tenerla, pero la que no puede faltarnos, jamás, es esa otra limpia energía que llevamos dentro


Una vez más compruebo cómo los momentos adversos develan recuerdos, vivencias, potencian y multiplican capacidades… desde luego, en quienes conciben cualquier alternativa menos la de rendirse.

Sancti Spíritus, como otras provincias, aplicó soluciones así ante la falta de corriente para cocer los alimentos en casa. / escambray.cu

Lo digo porque hace un rato acudió a mi memoria la imagen de una anciana tunera, campesina, salvada hace muchos años, junto a su esposo, por fuerzas de rescate y salvamento a bordo de un helicóptero, en medio de intensas lluvias e inundaciones que habían llevado el agua hasta la punta del caballete de guano, anocheciendo ya…

Supongo que a esta hora y en estas condiciones, ustedes no contaban con la vida –le pregunté, sentada a mi lado en la panza del helicóptero.

“No mijo, yo nunca perdí la fe. Por eso cuando el agua nos tenía acorralados contra las yaguas del caballete, le dije a mi esposo: no te preocupes viejo, esta Revolución es muy grande para ahogarnos en un pedacito tan chiquito”.

Por la edad que ambos tenían, lo más probable es que ya no existan, pero intacta permanece la enseñanza de aquella frase, sobre todo en momentos como los asociados a la contingencia energética, acentuada aún más en este mes de octubre.

Nadie se engañe. La situación ha sido cruda, no solo por interminables horas de tinieblas; también por la imposibilidad de cocinar en miles y miles de hogares, por el peligro constante de que se descompongan los pocos alimentos disponibles, celosamente guardados, planificados a punta de dedillo; por ese ejército de mosquitos que pactan punzante alianza con el insoportable calor durante noches en que parece no llegar nunca el amanecer; por la oscuridad informativa o por la incertidumbre de hasta cuándo se prolongará esto y cómo el país lo resolverá…

En muchos lugares se habilitaron puntos para recargar celulares. / escambray.cu

Redes adentro he visto de todo: desde quejas, ataques e incluso ofensas, hasta hermosas expresiones de una virtuosa resistencia y de un aliento que no los puede matar ni ese bloqueo, cada vez con más intenciones de asfixia, ni quienes pagan para vernos “boquear”, ni la muy probable mano que recibe billetes, ejecuta y daña, aunque fastidie hasta al propio vientre que los trajo al mundo.

¿Saben algo? Junto a aquella viejita con alma de Mariana, que nunca imaginó ser rescatada por un helicóptero posado entre ráfagas de viento y lluvia, han venido mil y más veces a mi mente las lecciones del hombre que para todo, por imposible que pareciera, sacaba –cual mago– una solución del puño de su camisa verde olivo: Fidel.

¿Y saben por qué? Porque mantuvo en alto la espada de guerrero cuando el asalto no condujo a lo deseado en el Moncada; porque no se entregó mansamente durante el juicio; porque se sobrepuso al revés en Alegría de Pío; porque hizo estremecer a toda la Sierra cuando al reencontrarse aquel puñadito de hombres y fusiles en Cinco Palmas dijo: ¡Ahora sí ganamos la guerra!

El impacto, las secuelas de la falta de energía eléctrica han sido brutales; sin embargo, al mismo tiempo, divinas las expresiones de una solidaridad y de una sensibilidad humanas que develan esa verdadera claridad dentro del cubano que ningún apagón puede colapsar.

Apenas citaré cuatro o cinco de los numerosos ejemplos que a lo largo de estas aciagas jornadas he visto. Usted, que lee ahora y que ha pasado por las mismas vicisitudes y penurias, pudiera amontonar páginas completas.

“Si no hay electricidad se montea con carbón”, dijo la avileña Xiomara y resolvió el asunto. / Pastor Batista

Me refiero no solo a la infatigable actitud que otra vez protagonizan los hombres y mujeres encargados de levantar la caída red eléctrica nacional o de hacer verdaderos milagros para restablecer el servicio mediante microsistemas y otras alternativas.

Pienso en un verdadero “montón” de puntos elaborando alimentos para que la gente los consuma allí mismo o los lleve al hogar (muy bien lo saben los espirituanos); espacios habilitados para cargar celulares y estar informados, en comunicación; bodegas abiertas fuera del horario habitual para acceso a la canasta familiar normada; venta de gas licuado a tiempo completo mientras haya producto; prioridad en el bombeo de agua y servicios básicos de salud…

Desciendo un poco más, a pie de sociedad, y ahí está la espirituana María Reyes, que no se conformó con regalarle a la octogenaria anciana que vive sola al lado de su casa una linterna recargable “para que pueda escapar un poquito mejor ante la dura situación que atravesamos todos con la energía eléctrica” y, además, casi todos los días le alcanza algo de comer, ya elaborado.

Ahí está el colectivo de la mini industria Don Mero Cinco Palmas, donando nuevos productos en conserva destinado a familias muy vulnerables, a cuyos integrantes se les humedece la pupila, agradecidos.

En Ciego de Ávila un mototaxista, a quien todos llaman simplemente Pepe, comparte comida y atenciones con Rigoberto Triana, otro octogenario anciano que vive, igualmente solo, en la vivienda contigua.

Otra vez han brillado en toda Cuba nuestros trabajadores del sector eléctrico. / Pastor Batista

No lejos de allí, pueden encontrar al jardinero Rodolfo y su multifacética esposa Xiomara cocinando gracias al prototipo criollo de hornilla para carbón que les facilitó el vecino y que ellos les han mostrado a otras amistades, para que lo generalicen en su hogar, “hasta ver qué sucede con el gas licuado y la electricidad”.

En Las Tunas está Orlandito, elaborador y vendedor de riquísimas barritas de maní, quien se apareció con un arroz congrís “al carbón”, como para que la anciana Claribel Proenza y su hija no se fuesen a la cama sin comer.

Esos casos –como el de Angelito y Minén, empecinados en compartir con un colega el poquito de arroz y la caldosa que entre malabares habían logrado preparar– son apenas un puñado entre los miles de ejemplos que podríamos arrancarles a las crudas entrañas de estos días, durante los cuales la solidaridad ha contribuido a aliviar un poco los oscuros moretones causados dentro del alma por la falta de fluido eléctrico.

De manera que no concibo espacio para arrodillarse y mucho menos para retroceder o rendirse, después de toda la gloria que se ha vivido y de la que, en tan hostil coyuntura, se continúa viviendo.

Gracias por aquella frase, bella anciana del sur tunero. Han transcurrido muchos calendarios, pero qué va, esta Revolución sigue siendo tan grande y brillante, que tampoco vamos a ahogarnos como país o a apagarnos como nación ante una contingencia así.

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