Cuatro décadas cantándole a la infancia le han ganado a la trovadora holguinera Edelis Loyola Gámez el cariño de diferentes generaciones de niños y adultos. A propósito de ese acontecimiento, BOHEMIA conversó en exclusiva con la artista, que participó en el 5to Encuentro Internacional de Artes para las infancias Corazón Feliz
No estudió solfeo ni soñó con grandes escenarios. De pequeña, su primer público fueron algunos habitantes de Punta Gorda, un pueblito costero rodeado de yacimientos de cromo, níquel, hierro y cobalto, muy cerca de la Fábrica de Níquel Ernesto Che Guevara, en el municipio holguinero de Moa.
Su debut como cantante aficionada debió haber sido alrededor de los cuatro años, cuando se subió en el mostrador de una bodega que había justo al lado de su casa con el fin de deleitar a los vecinos que esperaban el turno para comprar sus productos.
“Encima de aquel mostrador me sentía a gusto cantando los temas de la época —cuenta, abrazada a su guitarra, como quien protege a una criatura—. Fue así que mi familia y la gente del pueblo se dieron cuenta de que a mí lo que me interesaba era el arte”.
***
En la provincia de Holguín casi todos los niños, las niñas y sus familiares conocen a Edelis Loyola Gámez, y no precisamente porque sea la compañera de vida del reconocido trovador Fernando Cabreja. Con su trabajo y carisma durante cuatro décadas ella ha ganado un sitio de privilegio en el gusto estético y el cariño de los holguineros. Varias generaciones han crecido arrullados con su música, cantando, bailando y dibujando con sus melodías. Nadie lo creerá, pero la autora del popular tema que cuenta las aventuras del piojo color malva que nadie quiere en su cabeza, es completamente autodidacta, una artista de corazón.
Muy probablemente los encuentros festivos del padre junto a sus hermanos, todos “guitarreros”, forjaron su espíritu amante de las cuerdas y las melodías, aunque en aquel tiempo era demasiado pronto para saberlo. Algunos años después, la maternidad le despertaría sus pasiones dormidas, mientras arrullaba a Chelé, su primer hijo.
“Como muchas madres, sentí la necesidad de cantarle a mi bebé —recuerda—. Entonces comencé a escuchar música para niños, sobre todo de la gran maestra Teresita Fernández. Desde los doce años había aprendido a poner algunos acordes en la guitarra, poco a poco todo me fue llevando a componer mi primera canción: La Piñata. Fue el tema del programa radial del mismo nombre que realicé en 1990, en la emisora de radio La voz del Níquel, de Moa. El tema fue Premio de la Popularidad del programa Arcoiris Musical”.
A partir de ese momento, el camino de la joven Edelis estaría marcado para siempre por las historias infantiles contadas en versos a través de la guitarra. El año 1994 fue determinante en su carrera. Asistió como invitada a la Casa de las Américas, cuando se creó el Movimiento de la Canción Infantil de América Latina y el Caribe.
“Allí encontré un mundo nuevo: conocí y compartí con otros creadores de canciones para niños como la colombiana Tita Maya, quien me impresionó mucho por su obra y estilo; también el grupo Los Hermanos Rincón, de México; Luis María Pescetti, de Argentina; y Milagros Santana, de Venezuela. Tuve la oportunidad de conocer a Rita del Prado y a Teresita Fernández, y cantar a su lado. Eso me marcó para siempre: comprendí que lo que más me interesaba era crear y cantarles a los niños”.
—Tu peña Dibujando la melodía es una defensa y a la vez una vindicación de los juegos tradicionales, de la pintura y el dibujo como medios de expresión… ¿Cómo lo has logrado?
Dibujando la melodía surgió en 2009 en La Casa de La Trova de Holguín. Fue mi primer espacio fijo, luego de llegar de Moa, un año antes. El concepto de este espacio es la interacción de mis canciones con otras manifestaciones artísticas y específicamente con las artes visuales.
Allí los niños expresan sus ideas, socializan, participan creando ellos mismos sus propios dibujos, muchos de los cuales conservo. Se rescatan los juegos tradicionales, hacemos adivinanzas. Desde hace un tiempo participa conmigo el actor Leandro Peña, con su personaje de Payaso Larguirucho, y mi hija Edelis Cabreja, quien me acompaña en la flauta y en las voces.
Esta peña es una suerte de terapia de grupo. Los niños son protagonistas, suben al escenario y me acompañan cantando. Es un espacio cultural diverso, muy educativo y divertido al mismo tiempo.
— ¿Qué te mueve, en tiempos tan convulsos, a seguir defendiendo el trabajo para los niños? ¿Has tenido ganas de claudicar?
Me mueven mi amor y mi gran pasión por esos «locos bajitos», como diría Serrat… Soy una madre-cantora que fue descubriendo la necesidad de ayudarlos a crecer y a formarlos como los seres humanos del futuro. Justo eso no me permite claudicar: me compulsa, me motiva y saco fuerzas para continuar, a pesar de todo.
—La música infantil que haces está sostenida sobre los pilares de la cubanía y el humor. Sin embargo, a veces este género es subestimado. ¿Qué opinión tienes sobre el tema?
El término «música infantil» no me gusta. Prefiero llamarla música para las infancias. Dentro de ese tipo de música hago canciones, una modalidad muy especial con sus características propias y muy bien definidas.
A los niños no se les puede aburrir. Por eso las que compongo son breves, cuentan una historia, pero sin ñoñerías ni “Teques”. Ellos son más exigentes que los adultos: si no lo atrapas rápidamente, pierdes la batalla.
Es cierto que algunos periodistas y ciertos críticos musicales tienden a subestimar la canción para niños, pero los que así piensan están equivocados. Este tipo de canción exige de una magia particular. Hay que tener una gracia especial, lo espontáneo, lo relativo al juego define mucho lo atractivo del trabajo para la infancia.
—Has tenido la posibilidad de colaborar con artistas de diferentes partes de Cuba y has trabajo fuera del país. ¿Determina el fatalismo geográfico en el alcance de la música infantil?
He representado a la trova cubana para niños en cinco ocasiones en Las Islas Canarias y también he cantado en Chile, pero es cierto que el fatalismo geográfico determina en todo. Por eso la mayoría va para La Habana o para las capitales de sus respectivos países.
Quizás porque vivo en Holguín, los que organizan las giras de los artistas en Cuba no se acuerdan de que quienes hacemos arte en provincias, que no son de La Habana, no paramos, estamos cada semana frente a los niños, vamos a comunidades de difícil acceso o lejanas de la ciudad, a círculos infantiles y seminternados. Así nos sentimos útiles. Por eso, aunque el llamado “fatalismo geográfico” exista, a mí no me importa.
— ¿Existen suficientes espacios de socialización y colaboración entre los cantautores para niños?
No creo que existan muchos espacios para la socialización de los que hacemos canciones para los niños. Después de 1994, si se realizaron eventos dentro y fuera de Cuba como Movimiento de La Canción Infantil, nadie me avisó nunca. Hace cinco años, la cantante Rochy Ameneiro y su equipo de trabajo realizan el evento Corazón Feliz, un encuentro de arte para las infancias. Este proyecto es lo más concreto que veo para poder socializar, compartir y dar a conocer el trabajo más allá de nuestras provincias. Ojalá que se mantenga y se fortalezca.
— ¿De qué te nutres para componer canciones que parecen sacadas de la cotidianidad?
Me nutro de mis vivencias como madre y abuela, pues tengo un nieto de catorce años en Chile. Así como me inspiraron a crear mis tres hijos (Chelé, Robert y Edelita), en mi etapa chilena él también fue una gran fuente de inspiración.
Leo muchísimo, desde José Martí hasta poetas como Excilia Saldaña y Dora Alonso. De ella musicalicé doce poemas de su libro Palomar, que algún día saldrá como disco.
También escucho a agrupaciones y artistas de otros países que trabajan la canción para niños…; de cuentos populares, mitos, leyendas y anécdotas que me rondan desde mi infancia; y claro, de las propias ocurrencias de los niños.
— ¿Y qué tal los “críticos” que tienes en casa? ¿Te nutres de ellos o te alejas un poco para crear?
Realmente critico más a esos “críticos” que ellos a mí. Fernando Cabreja y Edelita, que es flautista y cantautora también, me pueden sugerir algo en una canción, pero solo eso. Y me gusta trabajar en solitario, cuando hay gente a m lado no tomo la guitarra porque me resulta difícil crear.
— Tienes varios videoclips. ¿Ha sido fácil su producción desde Holguín?
Durante la pandemia logramos terminar el de mi canción Dice mi abuelo, junto a Mirón Teatro, de Matanzas. Este contó con los diseños del joven Norlis Brioni. En 2023 algunos talentosos estudiantes de la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual en Holguín realizaron un video muy simpático de mi tema La Vaca de Ventura. Es un dibujo animado donde aparezco con mi pamela y la guitarra, y todo transcurre en un ambiente campestre. Debo agradecer a la dirección provincial de cultura de Holguín por el financiamiento del video y a la joven realizadora Malú.
No puedo dejar de mencionar el videoclip que le hizo mi amiga Liuba María Hevia a mi canción Ojo con el Piojo, y que incluyó en el disco Travesía Mágica.
Podría tener otros diez videos más, pero el tema de los presupuestos no es fácil, este tipo de trabajo es complejo y requiere de recursos. No obstante, tengo fe que puedan aparecer otros.
— Tu público está integrado por varias generaciones. ¿Cuánto han cambiado los niños y los padres desde que empezaste a cantar hasta hoy? ¿Se ha transformado la trovadora que fuiste décadas atrás?
La vida cambia todos los días y con ella también las personas. Son varias generaciones de niños y niñas que han crecido escuchando a Paco y El Piojo, pero en esencia la infancia de hoy tiene la misma curiosidad, fantasía y sueños en su cabeza que quienes crecieron con mis canciones y ahora son adultos.
En cuanto a mí, no creo que haya cambiado mucho a no ser que ya comienzo a peinar canas. Trato de mantenerme jovial y muy activa para interactuar con mi querido público, creando canciones que lo diviertan, entretengan y enseñen.
— Si conversáramos otra vez dentro de un año, ¿qué ilusiones o proyectos quisieras que se hubiesen materializado?
Quisiera realizar mi primer concierto en el teatro principal de Holguín con muchos invitados para mostrar todo el trabajo que he realizado durante estos 40 años de vida artística, sueño con tener en mis manos los dos libros que me editará Ediciones La Luz y me gustaría grabar al menos tres discos que tengo en proyecto.
La Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales acaba de aprobarme un proyecto de un disco que se llama Geometri-Cantos. Esta idea nació en Chile. Cuando mi nieto tenía tres o cuatro años le enseñé las figuras geométricas a través de canciones, y así surgieron temas como El Círculo, El Cuadrado, El Triángulo, El Rectángulo y Óvalo. Eso me hace mucha ilusión porque me interesa enseñar con mis canciones.
Un comentario
Esa es mi hermana, la traviesas e intrépida Edelin, un talento nacida de una humilde familia que llevan el arte muy dentro y la música en su corazón ❤️
Toda la gloria del mundo para ti y tu exitosa carrera.