Por. / Alejandra Morejón Fuentes
Fotos. / Jorge Luis Sánchez Rivera
La etapa estival aún no se despide, y con él, la alegría desbordante de los niños. Calor, lluvia, risas y parques se conjugan para el escenario perfecto, mientras el resto se convierte en la obra maestra que crean con sus pies, manos e imaginación.
No hace falta mucho andamiaje; los pequeños, con su ingenio, hallan diversión en cada rincón. Un simple objeto puede transformarse en el juguete más codiciado: una guayaba se convierte en pelota, y un trozo de madera en bate. Lo esencial radica en conectar con la esencia del juego: golpear, lanzar lejos y contar carreras.
Agosto es el mes del verano, cargado de promesas y trampolín de ilusiones para los más jóvenes. Las tardes en los barrios cubanos se tiñen de colores vibrantes, donde la inocencia y la energía se entrelazan para hacer de estos momentos una celebración, aprovechando los segundos restantes antes de que suene la campana del regreso a clases.