Pensemos en valores auténticos de producciones cinematográficas y televisuales que han vuelto a las pantallas para producir satisfacciones de reconocimiento a la cubanía
¿Quién no siente insomnio tras ver determinados filmes, series o telenovelas? A veces, escenas, bocadillos, actuaciones provocan desasosiegos, ansiedades en provecho de emprender otros caminos. Así es la vida, sorprendente, tanto en las pantallas como en lo “real” verdadero.
Las experiencias de ser cinéfilos y televidentes, devienen ventanas abiertas al mundo, estas propician a los públicos ampliar el universo cognoscitivo, la cultura y la capacidad de interpretar estrechas sinergias entre imágenes y signos lingüísticos que conforman lenguajes dados por las especificidades de la tecnología y la creatividad en mensajes disímiles, solo es preciso estar atentos.
Siempre expectantes durante el verano, personas de diferentes edades añoran ver estrenos en las salas cinematográficas y la televisión. Pero también refieren sentirse complacidos al rememorar, descubrir o pensar de nuevo determinadas actuaciones, obras, géneros dramáticos coincidentes en narrativas recreadas por artistas de diferentes generaciones.
Ha ocurrido con la posibilidad de volver a ver en las pantallas grandes los legados de la documentalista Sara Gómez y su filme De cierta manera y Retrato de Teresa del inolvidable director Pastor Vega. Comprender a los otros humanos desde interioridades de la conciencia y el alma colocó en la mira y el pensamiento estados de desazón oportunos, tal vez impensados.
En la TV, las telenovelas Entre Mamparas (1995) y Cuando el amor no alcanza (2015) recrean puntos de vista, estéticas e inquietudes de realizadores afanados por abordar temáticas históricas y contemporáneas nunca pasadas de épocas. Ambas producciones reunieron a primeros actores, actrices, y expertos en escrituras y puestas en escenas significativas. Justamente, sobre la necesidad de dar continuidad a lo hecho valioso insiste en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, el guionista y director Jorge Alonso Padilla, quien imparte docencia sobre Dirección de TV en el Centro de Estudios de la Radio y la Televisión. Formar a las nuevas generaciones debe satisfacerlo, pero crear él mismo constituye una necesidad ahora insatisfecha.
Coinciden en el panorama mediático audiovisuales múltiples, transmediales y conectivos. Se producen por doquier rituales narrativas en incontables formatos, en este campo, la comunicación no es un movimiento exterior, cerrado, excluyente, al contrario sirve de apertura a culturas diversas influyentes en la propia. Entonces, pensemos en la sistematicidad de crear y mantener la estética de la empatía que establece conexiones entre espectadores y creativos. Valiosos especialistas formados en Cuba merecen la oportunidad de seguir brindando luces al audiovisual nuestro.

Nunca olvidamos las reflexiones de dos primeros actores, Mario Limonta y Aurora Basnuevo. Ellos han defendido en el cine y la TV el quehacer propio del identitario nacional. Existen registros de sus respectivas obras en las memorias patrimoniales y en los hogares donde las familias intercambian, rememoran.
Ningún relato es una suma de proposiciones, sino jerarquías de instancias, comprenderlos antes y ahora no invita solo a desentrañar palabras e imágenes, sino a profundizar en lo que dicen y en lo que hacen los personajes, pues son los encargados de seducirnos siempre que sean bien dirigidos, ubicados en psicologías, contextos y situaciones concebidas dramatúrgicamente con arte.
Las ficciones están abiertas a incertidumbres y añoranzas, estas exigen las inteligencias activas para comprender intertextualidades que interpelan al usuario/espectador de los medios de comunicación, le transmiten filosofías nunca inocentes. De ningún modo satisfacen las obras de fácil deglución, los valores culturales formativos le dan sentido a la existencia. Aprender, descubrir, interactuar, reflexionarlo todo de nuevo ayuda a ser mejores personas. ¿Suele meditarlo?