Llegado desde la China antigua, el arte del bonsái cautiva a Japón desde hace más de 1000 años. Una escuela primaria capitalina tiene un taller para su estudio de la mano de cultivadores habaneros
El bonsái ejerce una fascinación especial en quien lo observa, incluso en aquellos que lo hacen desde una fotografía sin pasarle por la mente cultivarlo, o, mejor dicho, crearlo. Este texto, sin embargo, no tratará propiamente sobre esa miniatura, aunque ya anticipamos uno sobre el tema. Las líneas a continuación están dirigidas a ponderar un nexo apropiado para que la sed de belleza, tan cara a la armonía, cale, poquito a poquito, en los más jóvenes de la sociedad cubana. Hablaremos de la coordinación entre la embajada japonesa, la Asociación Bonsái Habana y la escuela primaria Nicolás Estévanez Murphy, asociada a la Unesco.
La agrupación cubana apadrina en la capital a círculos de interés en este tipo de jardinería, y en el caso que nos llama la atención cuenta con la asesoría de la “bonsaísta” Elsa Rosa Mesa Pérez, quien es además una avezada creadora de tan inconcebible criatura si se le mira desde la lógica de conocimientos básicos de botánica. Y ese es uno de los atractivos para los infantes: el reto.

Los niños de quinto grado con los que contactamos se adentran en los 16 estilos de bonsáis propiamente cubanos, en las técnicas adecuadas para concebir especies de menor tamaño; el proceso sirve además como método educativo que los sensibiliza con lo hermoso, con la paciencia y el tesón, valores propios de todas las labores manuales, que les serán útiles para una futura cultura del trabajo.
Bohemia fue convocada para apreciar in situ las destrezas infantiles en cuanto a la teoría del bonsái y los conocimientos colaterales que han adquirido sobre Japón. En este Taller tan especial participó el excelentísimo señor embajador Hirata Kenji. Acompañado por Wilder Ladrón de Guevara Molina, director de la escuela, el diplomático disfrutó de un muy singular desfile de moda de estudiantes que lucieron trajes confeccionados por sus padres a partir de materiales reciclables, iniciativa que mucho gustó. Tras finalizar ese momento, Kenji conversó amenamente con niñas y niños, lo cual seguro les dejará una agradable marca para interesarse más por Japón y por el bonsái, que en esa nación asiática es elemento sustancial de toda una filosofía de vida.

2 comentarios
Cuánta admiración me proporciona conocer que infantes cubanos aprendan el difícil arte del Bonsai, en su propia escuela. Gracias a la Periodista María Victoria por tan interesante reportaje.
Prosiguiendo fructífera labor diplomática japonesa, apreciamos peculiar y excelente manifestación artística vinculada a la naturaleza cultivada y admirada en una etapa crucial de la juventud
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