Foto. / composición de Víctor Manuel Falcón García
Foto. / composición de Víctor Manuel Falcón García

Positivas huellas para una fecha

El continente africano se eleva por encima de noticias calamitosas. Sus hijas e hijos construyen también una realidad pletórica de hermosura y esperanza. Algunos ejemplos por otro Día de África


“Dice un poeta negro del interior de Bahía: Primero me robaron del África. Después, robaron el África de mí”. Certera frase de Eduardo Galeano (en el libro Ser como ellos y otros artículos. 1992), que debería sopesar un mundo todavía en deuda con quienes pueblan el espacio de aquellos que echaron a andar para poblar la Tierra. En última instancia, seguimos siendo responsables por muchas de sus guerras, migraciones y desastres naturales. En cambio, puede decirse que los africanos, en obstinada actitud, se levantan sobre sí mismos y sobre nuestras incompetencias y marcada indiferencia para crear e intentar desarrollarse.

Uno de esos puntos de inflexión se dio el 25 de mayo de 1963, cuando una decena de líderes se reunieron en Addis Abeba, Etiopía, para formar la Organización de la Unidad Africana (OUA), hoy Unión Africana (UA); desde entonces, se celebra el Día Mundial de África. Nuestra publicación, a modo de homenaje, intenta “rescatar” para los lectores algunas estampas de esa África empinada. Proponemos un somero repaso al crecimiento de sus ciudades, la conservación de su medio ambiente y el empoderamiento de la mujer, sabiendo que quedan muchísimos más aspectos destacables, leitmotiv para otros días 25 de Mayo.

Crecimiento urbano

Estudios demográficos y sociológicos de la última década certifican que África es la región del planeta con mayor tasa de crecimiento urbano, que -bien canalizada- pudiera constituirse en particular fortaleza. En perspectiva, para 2050 las ciudades africanas deberán cobijar a 950 millones de habitantes adicionales. La población total del continente es de 1.488.399.982, la mitad de ellos vive en 7.617 aglomeraciones urbanas. Fuentes consultadas nos remiten, por ejemplo, a Sudáfrica, con 68.34 por ciento de la población total viviendo en 2022 en zonas urbanas. Esta nación austral tiene cinco localidades con más de un millón de habitantes; Ciudad del Cabo alberga a 3.433.441 personas. Es importante subrayar que Sudáfrica “participa de una serie de corredores de transporte transafricano que, junto con los corredores nacionales, influyen en el patrón de crecimiento urbano en todo el país. Su parte noreste experimenta las mayores tasas de crecimiento debido a los corredores de desarrollo regionales y nacionales que llegan a los puertos marítimos sudafricanos (Durban y Ciudad del Cabo) a través de Johannesburgo y Pretoria”, señala el sitio UNhabitat.org. Entre los desafíos del país está el adecuado abordaje de los problemas generados por el desarrollo desigual y la migración rural-urbana.

La construcción de asentamientos urbanos emplea mano de obra joven, lo cual puede desestimular la emigración. / fbcdn.net

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) considera que la urbanización en África no está ligada a un proceso de industrialización (todavía pendiente), el cual podría atraer mano de obra; 13 por ciento de la población africana esta empleada en el sector segundario. El crecimiento en la ciudad se nutre principalmente del consumo doméstico, puesto que los productos manufacturados son en gran parte importados por falta de producción local, lo que provoca a su vez balanzas comerciales deficitarias. Todavía en este 2024, África es mayoritariamente rural, pero en el mañana será decididamente urbana, con más de la mitad de la población en 2037. Y para que se dé un progreso armónico debe haber una más cabal comprensión de la urbanización, sus motores, dinámicas e impactos, con el fin de diseñar políticas específicas, inclusivas y con visión de futuro a nivel local, nacional y continental que proporcione esperanzas a esta parte del mundo de marcada población joven. (1)

Repoblar con árboles

En 2007, la UA presentó una obra de envergadura colosal, teniendo en cuenta no solo la necesaria capacidad logística, sino el propio manejo del clima. Se trata de la Gran Muralla Verde, la cual, en 800000 hectáreas por todo el continente, debe poblar de árboles un vasto universo de 11 países. Hasta esta fecha se ha cumplido el objetivo en cerca 18 millones de hectáreas por tierras degradadas. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma, en español) recoge en su sitio Web esta referencia: “La Gran Muralla Verde es una espectacular iniciativa diseñada para ayudar a las personas y a la naturaleza a hacer frente a las consecuencias cada vez mayores de la emergencia climática y la degradación de los ecosistemas vitales. Además, trata de evitar que el desierto del Sáhara siga avanzando. En los últimos cien años, ha crecido un 10 por ciento debido en parte al cambio climático”. (2)

De cara a 2030, este empeño pretende restaurar 100 millones de hectáreas, almacenar 250 millones de toneladas de carbono y crear 10 millones de puestos de trabajo. En la actualidad, proporciona seguridad alimentaria e hídrica, y hábitat para plantas y animales salvajes, así como una motivación para que las personas permanezcan en una región antaño dejada de la “mano de Dios”. Ahora sus hombres y mujeres –y hay que decirlo, también Estados solidarios y organizaciones varias fuera del continente– deciden tomar las riendas de un progreso escamoteado por siglos de colonialismo y subordinación. Paralelamente a dicha empresa, varios activistas africanos aportan ideas e impulsan otras acciones medioambientales. De ese tenor tenemos a la Premio Nobel de la Paz 2004, la keniana Wangari Maathai, quien -junto con un conjunto de mujeres- creó el Movimiento Cinturón Verde. Su principal logro se observa en más de 40 millones de árboles sembrados en un rosario de países.

Llegado a este punto nos encontramos en la última parada de Bohemia por este breve viaje de conmemoración.

Paso femenino al frente

Emblemática es esa imagen de una mujer en labores agrícolas y con un hijo pequeño en la espalda. La perseverancia femenina en África se manifiesta en distintos tipos de compromisos. El presente texto cerrará con dos experiencias. La primera de ellas es concreta; la segunda, más general.

El Movimiento Cinturón Verde ha sembrado hasta la fecha más de 40 millones de árboles. La idea fue de Wangari Maathai (Kenia, 1940-2011). / mujeresbacanas.com

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Pnuma, autoridades gubernamentales y otros actores desarrollan en Níger un proyecto para la restauración de bosques y suelos. En este país del Sahel se destaca Kollo, municipio en donde las mujeres han dado el paso al frente retomando técnicas tradicionales de cultivo para recuperar las tierras degradadas, evitando la desertización al cavar hoyos o zanjas en forma de medialuna. Estas “formaciones” captan la escasa agua de lluvia, la cual luego es utilizada en las plantas en crecimiento. Método de enorme ayuda para el cultivo de la moringa, planta oriunda de la India, de probado valor nutritivo y útil para la fabricación de aceites y jabones. Las lugareñas, agrupadas en cooperativas, la adaptaron a sus suelos porque además de alimentos o dinero, les aporta algo esencial: independencia.

En el ámbito del empoderamiento político de las africanas hay una fecha importantísima: el 27 de octubre de 2023, cuando la tanzana Tulia Ackson fue designada la primera mujer de África en posicionarse al frente de la Unión Interparlamentaria, organismo multilateral compuesto por representantes del orbe entero. Hablamos de un hecho sin precedentes en los 134 años de historia de la mencionada entidad. Lo anterior demuestra cómo el llamado continente negro logra alzarse –aún con muchas dificultades a cuestas– sobre un legado de marginación.

A pesar de las “camisas de fuerzas” heredadas del secular machismo universal, la peculiar dinámica de muchas sociedades del continente (que veneran al viejo por sabio, y a las mujeres por su don de crear vida) ha logrado un balance ante patrones extranjeros. Esto no significa que África esté ajena a los problemas en ese sentido, pero puede lucir orgullosa a una Ruanda líder mundial en el ámbito de la representación de sus mujeres en el Parlamento, con el 60 por ciento de los escaños. De igual manera, hoy por hoy, ellas ocupan más del 30 por ciento en las cámaras bajas o legislativos unicamerales de 11 países subsaharianos. Impronta que se presume vaya a extenderse a otras partes, lo cual redundará positivamente en la adopción de legislaciones que enfrenten la violencia de género o que se fomente la igualdad entre los sexos. Estudiosos en temas de empoderamiento femenino consideran que la mujer africana irá ascendiendo en la escala de valores de la sociedad para lo cual deberá contar inequívocamente con apoyos gubernamentales e internacionales como el de ONU Mujeres. (3)

En unidad y diversidad, los pobladores africanos seguirán yendo cuesta arriba de una historia llena de episodios traumáticos pero también de bellas cosas. Sus proezas continuarán abriéndonos los ojos para recuperar a esa África que infructuosamente intentan robarnos.

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2 comentarios

  1. Digno homenaje a la madre originaria, esa África nuestra que llevamos en los sentimientos y la sangre; por ella todo y más es poco a cuenta de una deuda de gratitud eterna.

  2. Excelente volver la vista hacia el África que emerge, que se traza nuevos y mayores objetivos para su desarrollo, y cuenta con innegables logros en el camino hacia la prosperidad.

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