Para algunas personas, el programa de Trump, quizás por sus anuncios llenos de energía, podría resultar atractivo / Página12
Para algunas personas, el programa de Trump, quizás por sus anuncios llenos de energía, podría resultar atractivo / Página12

¿Quién lleva la delantera?

La campaña electoral en EE.UU. cobra cada vez más tensión, con resultados muy similares en las encuestas para republicanos y demócratas


Las elecciones presidenciales de Estados Unidos se deciden en siete territorios clave. Las encuestas dan por casi asegurados 226 votos a Kamala Harris y 219 a Donald Trump, pero hacen falta 270 para llegar a la Oficina Oval de la Casa Blanca. Los lugares que están librando la batalla seleccionarán a 93 compromisarios que decantarán la balanza. De los estados, el más importante es Pensilvania, seguido por Georgia y Carolina del Norte, Míchigan, Arizona, Wisconsin y Nevada.

Con una ligera pero constante desventaja en los conteos, y desesperado por ganar, Trump implementó un programa de derecha dirigido a los trabajadores, un movimiento que sorprendió a muchos. Su estrategia incluyó poner fin a los impuestos sobre las propinas (como forma de aumentar los ingresos de los obreros de Las Vegas, uno de los campos de batalla). Además, ofreció limitar las tasas de interés de las tarjetas de crédito al 10 por ciento, eliminar los impuestos sobre el trabajo en horas extras y restablecer altos aranceles a las importaciones. Esta última promesa busca despertar la esperanza de muchos que ansían el regreso de los empleos industriales al país.

Durante años, los demócratas plantearon un sistema de salud más accesible y la recuperación de empleos bien remunerados. Sin embargo, cada vez menos profesionales confían en sus declaraciones. Para estas personas, el programa innovador del magnate, quizás por sus anuncios llenos de energía, podría resultar atractivo.

Kamala Harris intentó presentarse como la postulante de la estabilidad, la supuesta anti-Donald que gobernará con paciencia / RT

Por su parte, Kamala Harris intentó presentarse como la postulante de la estabilidad, la supuesta anti-Donald que gobernará con paciencia. Su eslogan: «No vamos a volver atrás», deja entrever una posible falta de ambición para abordar los problemas complejos de la nación. Lo especialmente preocupante es que, cuando la exfiscal intentó conectar con la necesidad de un «cambio», recurrió a la retórica de su opositor en lugar de defender con firmeza un programa propio.

A pesar de todo, su táctica parece estar funcionando, al menos hasta cierto punto. La insatisfacción económica y la imagen de Trump como un radical mantienen la liza reñida. Es Harris quien lleva la delantera (aunque por poco) en las estimaciones más recientes de los resultados del Colegio Electoral y en los mercados de apuestas.

Desde 2008, los demócratas ganaron tres de las cuatro carreras presidenciales y el voto popular en todas. Fueron sus candidatos, no los republicanos, los que tuvieron una ventaja significativa en recaudación (en 2008, 2012, 2016, 2020, y de nuevo este año).

Los actuales aspirantes presentan diferencias en políticas de identidad, género, aborto, raza, etnia, religión, pero son muy similares respecto a la influencia (incluido el ámbito financiero, militar y mediático). Al parecer, el poder está cómodo con cualquiera de los dos. De hecho, los dos ya han ocupado posiciones de dirección y el sistema corporativo-financiero-militar no se sintió cuestionado.

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