La 33 Feria Internacional del Libro de La Habana propondrá un amplio y diverso panorama de lenguajes editoriales, cinematográficos y audiovisuales como integración de las artes en beneficio de la capacidad de conocer sin límites de edades
Por doquier escuchamos, y mucho: “en el siglo XXI se lee menos”. Tal vez no se lea menos, sino diferente. Públicos diferentes descubren en la lectura procesos cognoscitivos y comunicativos complejos; al pensarlos en profundidad comprendemos que de ningún modo responden solo al concepto tradicional, la decodificación de los mensajes mediante un canal escrito. Ahora, coinciden praxis esenciales de la cultura moderna en acciones institucionales; repercuten ampliamente en el ser y el quehacer de cada ser humano.
En Cuba, la Revolución de 1959 propició hitos importantes: la Campaña de alfabetización y el surgimiento de la Imprenta Nacional. Es imposible olvidar la motivadora expresión de Fidel que distingue el espíritu ilustrado del proceso emancipador: “No le decimos al pueblo: ¡cree! Le decimos: ¡lee!”.
Con independencia de estrecheces económicas y materiales prevalece en el país la decisión gubernamental de fomentar encuentros placenteros con productos comunicativos de calidad artístico-literaria. Es el sentido de la decimotercera edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana; su pródigo cultivo de lenguajes editoriales, cinematográficos y audiovisuales abre vías al descubrimiento de nuevas formas narrativas en beneficio del pensamiento crítico individual y colectivo.
Lo propician complicidades creativas devenidas brújulas esenciales. La TV en su programación incluye puestas clásicas y contemporáneas en los espacios Historia del cine, Corte final y El Cuento. A pesar de ser muy poco favorecidos en sus respectivos horarios, logran visualizar el rico panorama literario llevado a la pantalla grande socializado en la chica.

Sin duda, los nexos indisolubles del libro como arte e industria son aprehendidos por el sistema editorial. Lo ilustra Ediciones Icaic no solo mediante textos impresos y digitales; la inclusión de audio libros y otros formatos amplían miradas certeras, necesarias, sistemáticas, inteligentes, cultas que necesitamos. Cautivar a los públicos desde la dimensión formativa y la praxis del acontecer cultural lidera entre múltiples propósitos defendidos por Mercy Ruiz, directora de Ediciones Icaic; esta institución, su equipo; escritores, cineastas, críticos, investigadores, guionistas, directores. De ese interés forma parte recrear en audio libro el personaje de Fernanda y las historias imaginativas del maestro Mario Rivas.
Pensemos, las ficciones revelan valores, demandan la inteligencia lectora ante intertextualidades, pues interpelan a usuarios andantes en las redes sociales y potencian las prestaciones múltiples de la imagen. Vivimos mundos hipervisuales. Crece la banalización, ni las perspectivas tecnológicas, perceptivas, intermediales pueden detenerla. Urge una, otra vez, la alerta de ver e interpretar mezclas de contenidos facilitadores de anclajes sorprendentes, incluso registros informativos apenas soñados.
Tiene que estar la Feria del Libro en los medios de comunicación, la escuela, el hogar, la sociedad. Leer es una transición de la pasividad a la actividad, de lo que significa el texto artístico literario durante el proceso al asimilar palabras, ideas, metáforas, provocaciones sintácticas. La lectura es configuración, búsqueda y conciencia de aquello que procura nuestra capacidad de conocer, reflexionar, introducirnos en el análisis de las texturas simbólicas del filme, el documental, el animado, el libro expresado en horizontes amplios, estéticos, disfrutables. Aprehenderlas proyecta expectativas avivadas en cualquier repertorio sin límites de conexiones, espacios y temporalidades. Nutre el espíritu y la vida sin límites de edades, sexos o profesiones, alimenta al ser humano en Cuba y en el mundo. Nutre el pensar definitivamente.