Las alianzas entre las empresas de la nube y el gobierno israelí han sido objeto de críticas por perpetuar un genocidio
Los manifestantes protestan en el corazón de Silicon Valley, en San Francisco, Estados Unidos. Junto a un edificio bien construido, frente al cartel de Google, ante las ventanas de cristal, exigen a gritos la cancelación del trabajo de inteligencia artificial Nimbus.
Hay algo en ese proyecto que lo aclara todo. Se trata de un acuerdo comercial por 1 200 millones de dólares entre el gigante buscador e Israel. Una de sus aplicaciones más peligrosas es el software Lavender, que identifica blancos humanos para aniquilarlos en el terreno.
El uso de estos sistemas en un conflicto es muy grave, entre otras razones, porque suelen basarse en algoritmos parcializados, y resultan discriminatorios y a menudo arbitrarios. Pese a que las fuerzas del sionismo aseguran que su empleo no es automático, un reciente reportaje del medio +972 Magazine mostró lo contrario: que la intervención humana antes de ordenar los bombardeos fue mínima.
La gran cantidad de información que es necesaria para recopilar y almacenar, cruzarla entre sí y analizarla solo puede ser almacenada en las nubes informáticas de los titanes tecnológicos. A nivel mundial, Amazon Web Services es el líder en este ámbito, seguido por Microsoft Azure y Google Cloud Platform. Estas tres corporaciones controlan el 66 por ciento del mercado global de computación, lo que les otorga un acceso único a las comunicaciones, información y actividades de todos los sectores, tanto públicos como privados.
Los sectores bélicos, de defensa, espionaje y afines representan puntos altamente lucrativos para estas industrias, que mantienen colaboraciones de larga data con diferentes ejércitos.
Amazon ha realizado importantes contratos con Tel Aviv desde 2014, centrados en sistemas de vigilancia y reconocimiento facial, drones, aviación militar y una gama de servicios y productos relacionados. Esta inversión se expandió con el acuerdo firmado en 2021. Y probablemente abarca muchas otras actividades, como la integración coordinada de servicios de imágenes y mapas.
En relación con esto, Amnistía Internacional publicó en 2023 el informe “Apartheid automatizado: cómo se fragmenta, segrega y controlan a la población palestina mediante instrumentos que violan los derechos humanos y potencian las contradicciones”.
Esta idea ha sido criticada por los profesionales de las firmas, quienes las acusan de participar en el genocidio en la Franja de Gaza. Los directivos aplicaron represalias para acallar los mítines, como el despido de 28 personas en Google en tan solo una semana.
El uso de estas tecnologías y su contexto corporativo es preocupante en todos los aspectos, y mucho más como vehículos de guerra y crímenes, para los cuales deberían ser inmediatamente prohibidos.