Foto. / Archivo de BOHEMIA
Foto. / Archivo de BOHEMIA

Un enero luminoso

El sentido homenaje a 66 años del triunfo definitivo de la Revolución Cubana


Cuba entera se envuelve con clamores triunfantes, en gamas de verde olivo y barbas de guerrilleros libertadores. Es la madrugada del 1º de enero de 1959. La radio repite la noticia de la fuga del sátrapa Fulgencio Batista. ¡Se fue, se fue el tirano!

El Comandante, en el escenario donde lideró grandes y decisivos combates. / Oficina de Asuntos Históricos de la Presidencia

¡Es el triunfo! Jamás se habían producido en la perla de las Antillas tantas muestras de simpatía y cariño. Es el merecido tributo al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, quien cumple con la promesa martiana. En lo adelante, la nación siente el abrazo de la dignidad plena.

Esa mañana, han transcurrido 2 años y un mes desde que el 2 de diciembre de 1956, el dulce caimán dolorido, pero de ojos ardientes, preconiza la hazaña; ve llegar en los expedicionarios del yate Granma, al desembarcar por Las Coloradas en la costa sur de Oriente, el futuro vestido de rebeldía, esperanza y coraje. Sienten la gran fe en la victoria, a pesar de sufrir el primer revés en el combate de Alegría de Pío. Lo demuestra el diálogo histórico del reencuentro de Fidel el 18 de diciembre de 1956 con su hermano Raúl en Cinco Palmas de Vicana:

–¿Cuántos fusiles traes? ─pregunta Fidel a Raúl.

–Cinco.

–¡Y dos que tengo yo, siete! ¡Ahora sí ganamos la guerra.

Comienza la epopeya

Luego se reagrupan 18 combatientes y la pequeña columna parte una semana después de la finca de Ramón Mongo Pérez, donde se encontraban, y se adentran en la recia cordillera.

El 17 de enero de 1958, en el combate de La Plata, ¡la primera victoria! Se expande el anuncio de la presencia guerrillera en la Sierra Maestra. En el Uvero, el 28 de mayo se combate, el enemigo es vencido y se considera la mayoría de edad del destacamento guerrero; empezó a llamarse Ejército Rebelde. Parafraseando a Ernesto Che Guevara, la guerilla se viste de yarey. Los habitantes de la Sierra sienten suyo aquel ideal y comienzan a llegar refuerzos desde el llano y las ciudades. Mientras, se adiestran en largas caminatas y compenetran con los habitantes serranos que los acojen y apoyan. Reconocen el terreno y fijan su Comandancia General en la Plata.

El enemigo no pasó

Entre combate y combate, adviene la gran ofensiva enemiga del verano de 1958. Batista ordena el despliegue de 10 000 soldados en el firme de la cordillera, se le enfrenta una fuerza rebelde de 300 combatientes. Espartana temporada: se suceden entre otros combates, los de Santo Domingo, Jigüe y Las Mercedes. A finales de agosto de 1958, la acometida enemiga ha sido liquidada. Vencen las acertadas táctica y estrategia de Fidel, quien se prepara, con la tropa más fortalecida, a emprender una contraofensiva sin retroceso.

Ya han bajado desde la indómita Sierra Maestra distintas agrupaciones y a mediados de noviembre Radio Rebelde trasmitió las instrucciones de Fidel, dirigidas a los comandantes y jefes de columnas en la provincia de Oriente, Camagüey y Las Villas, y a toda la población civil, a librar la batalla definitiva contra la tiranía.

A las puertas de Santiago de Cuba

A través de Radio Rebelde, en Palma Soriano, Fidel da instrucciones al Ejercito Rebelde y al pueblo, el 1º de enero de 1959. / Archivo de BOHEMIA

Fidel abandona la Comandancia de La Plata con las fuerzas que se le subordinan del Primer Frente y, luego de derrotar al enemigo en Guisa, Maffo, Jiguaní y Palma Soriano, está a las puertas de Santiago de Cuba. Es cuando se produce el descalabro de la odiada tiranía.

La cúpula militar batistiana y las autoridades e estadounidenses intentan escamotear el triunfo. La firme actuación de Fidel y el amplio respaldo popular a la Revolución lo impiden. El Comandante hace un llamado desde Palma Soriano a través de Radio Rebelde: “Nuestras fuerzas deben proseguir sus operaciones contra el enemigo en todos los frentes de Batalla. El pueblo debe estar muy alerta y atender solo las instrucciones de la Comandancia General […]. ¡Revolución sí, golpe militar no!”. Protagonizaba un instante histórico. Ordena que marchen hacia La Habana las columnas invasoras al mando del Che y Camilo. Trazó la estrategia final y parte hacia Santiago de Cuba.

El invicto Comandante anuncia el Triunfo

En la noche del primer día de enero de 1959, en el parque Céspedes de la capital oriental no cabe ni un alma. Se respira otro aire. No existen sirenas amenazantes ni la furia de esbirros masacrando vidas.

Fidel y Almeida, en la Caravana, mientras se desplazan hacia la capital. / Oficina de Asuntos Históricos de la Presidencia

La emancipada bandera ondea en memoria de cada héroe inmolado y para honrar en lo eterno del tiempo el azul del amado cielo.

Una figura irradia seguridad y energía, aparece en el balcón del Ayuntamiento poco después de las 11:00 p.m. Es Fidel Castro Ruz, el héroe del Moncada, de la Sierra Maestra. Como describe el comandante Almeida: “Cuando Fidel se acerca a los micrófonos es aclamado, ovacionado, aplaudido con delirio por el pueblo. Suena el trueno en la madrugada, retumba el volcán que se mantenía impaciente para la erupción. Dice Fidel cuando le habla a todo el país: ‘Al fin hemos llegado a Santiago de Cuba. Duro y largo ha sido el camino, pero hemos llegado’”.

En sus palabras, el líder rebelde esclarece: “¡La Revolución empieza ahora, la Revolución no será una tarea fácil, la Revolución será una empresa dura y llena de peligros, sobre todo en esta etapa inicial […]”. Hace un recuento de los últimos acontecimientos, traza pautas para futuros retos y reafirma estar allí a las órdenes del pueblo. En un diálogo franco, refiere el “respeto y devoción hacia nuestros muertos que no serán olvidados. Los caídos tendrán en nosotros los más fieles compañeros”.

La libertad en caravana

Entrada la madrugada, culminó la histórica alocución con un desfile de una columna de tanques y de artillería. El líder de la Revolución se sitúa frente a la marcha hacia Occidente. Es la Caravana de la Libertad. Juntos, el pueblo y los nuevos soldados. Lo sienten, han cumplido con un simple deber: “Vienen vencedores del hambre y el frío / por el ojo alerta del campesinado / y el amparo abierto de cada bohío / vienen con un triunfo de fusil y arado […]”. A su paso, el constante diálogo con el pueblo. Se van rindiendo las guarniciones enemigas. Son detenidos y juzgados los culpables de los crímenes.

La Habana se desborda de alegría con la llegada desde la Sierra Maestra de los nuevos mambises. / Oficina de Asuntos Históricos de la Presidencia

En un masivo acto de masas en Camagüey, el 4 de enero, el Comandante anuncia la consolidación del triunfo tras la Huelga General revolucionaria: “Muchas lecciones ha aprendido nuestro pueblo en los últimos años […]. Siete años de tiranía nos han enseñado, sobre todo, que nuestra libertad nunca más podemos perderla de nuevo”.

Ese día fue entrevistado por varios periodistas y escribió esta dedicatoria:

“A la revista BOHEMIA mi primer saludo después de la victoria porque fue nuestro más firme baluarte. Espero que nos ayuden en la paz como nos ayudó en estos largos años de lucha , porque ahora comienza nuestra tarea más difícil y dura. Fdo. Fidel Castro Ruz”.

Son largas jornadas sin descanso; y siempre la orientadora palabra: “Cuando tenga una dificultad vendré al pueblo,[…] y siempre agotaré hasta la saciedad los razonamientos, los argumentos, la persuación, la diplomacia […] el pueblo será quien diga la última palabra sobre todos nuestros problemas”.

En el diario matancero El Imperial se publican los primeros versos del poema Canto a Fidel de Carilda Oliver Labra: No voy a nombrar a Oriente, / no voy a nombrar la Sierra / no voy a nombrar la guerra / –penosa luz diferente–, / no voy a nombrar la frente, / la frente sin un cordel, / la frente para el laurel, / la frente de plomo y uva: / voy a nombrar toda Cuba: / voy a nombrar a Fidel.

Luego de siete intensas jornadas, en la tarde del 8 de enero el pueblo habanero se desbordó de júbilo al paso de la Caravana de la Libertad. Grandes vivas a Fidel quien se nota alegre y feliz. Lleva su uniforme verde olivo, el fusil colgado al hombro, la canana con pistola a la cintura. “Es un día de arrobo colectivo, de alegría; muchas mujeres lloran como si a través del llanto escapara el dolor reprimido muchos años”.

Almeida describe: “Es de todos un anhelo ver a Fidel y los barbudos: la gente corre contenta, saltarina, bullanguera para alinearse al paso de la caravana, parece embriagada de alegría. Con el líder llegaba el fin de los sueños frustrados y de los anhelos reprimidos. Los deseos se hacían realidad, terminaba la tragedia vivida como una pesadilla […]”.

Se hace de noche y entran al campamento de Columbia. Frente a la multitud, el héroe rebelde pronuncia un diuscurso, el más inolvidable, que inicia con proféticas palabras:

“Creo que este es un momento decisivo de nuestra historia: la tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa. Y sin embargo queda mucho por hacer todavía. No nos engañemos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil”.

La histórica pregunta “¿Voy bien Camilo?”, surca el aire y el vuelo de palomas en símbolo de paz. Una se posó sobre el hombro izquierdo de Fidel, como reafirmando que el titán de la hazaña, el líder indiscutible, siempre nos guiará a pasos de victorias en esta caravana de plena libertad: la Revolución Cubana.

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Fuentes consultadas

Los libros, Caravana de Libertad, de Luis Báez y Pedro de la Oz, y La Sierra maestra y más allá de Juan Almeiba Bosque. Los poemas, Marcha triunfal del Ejército Rebelde del Indio Naborí y Canto a Fidel, de Carilda Oviver Labra.

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Un comentario

  1. Buen trabajo Norberto.
    lo puedo valorar quizás mejor que otros porque fui testigo presencial de esos acontecimientos desde finales del 57 .
    Haz hecho unas síntesis maravillosa y con gran precisión., Este trabajo devia publicarse en los medios masivos de comunicación para que las nuevas generaciones lo conozcan y sepan lo que le ha costado a nuestro pueblo llegar hasta
    aquí y valoren con mayor justesa el sacrificio de aquellas generaciones y exista un mejor reconocimiento hacia ellas.

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