1- El maestro Francisco López Sacha es y será un referente para todos los tiempos. / Leyva Benítez
1- El maestro Francisco López Sacha es y será un referente para todos los tiempos. / Leyva Benítez

Un gran maestro que siempre nos hace pensar

En la Jornada de la Cultura Cubana evocamos al narrador, docente y ensayista Francisco López Sacha; su escritura es un legado vívido, que debe ser estudiado en profundidad


Poderoso y enigmático, el mal, símbolo de la peste para los antiguos griegos, irradia violencia mediante disímiles variantes en filmes y puestas audiovisuales contemporáneas. Como el Edipo Rey, de Sófocles, en las ficciones algunos personajes se debaten entre lo que son, lo que saben, lo que no saben y los respectivos límites del inconsciente o del consciente. La ironía trágica suele acentuar el engaño del protagonismo consigo mismo mediante el continuo ocultamiento devenido cierto misterio a todas luces provocador.

Públicos heterogéneos, inteligentes, participativos, demandan puestas cinematográficas y televisuales que cuestionen el mal y la tragedia. Con independencia de los puntos de vista de guionistas y realizadores, para lograrlo las tramas deben ser verosímiles; acercar a cada espectador a una realidad-otra rica, diversa, capaz de reencontrarlo con su propia realidad cargado de nuevos estímulos y experiencias.

Pensemos en determinado detalle; en ocasiones, invisible. ¿Quién es el verdadero protagonista de una narrativa ficcional? ¿Un personaje? ¿Determinados conflictos y contextos? ¿Atmósferas sofocantes inesperadas?

Al considerar estas y otras posibilidades aflora una repuesta: el protagonista, realmente, es el espectador; pues a él le sucede todo. Esta es la verdadera comprensión del arte narrativo si se aprehenden sus especificidades dramatúrgicas y artísticas en disímiles relatos.

¿Ha sentido en la piel y el alma dolores, angustias de notable agresividad? ¿Y alegrías que provocan múltiples desazones? ¿Todo lo puede provocar una buena película? Es imposible olvidar valoraciones del maestro Francisco López Sacha al reflexionar sobre estrategias en la escritura del cine. Él reconoció: “En principio debo reconocer que esta se somete a las mismas regularidades que la creación narrativa y dramática. El viaje de una idea a través de un núcleo argumental viene a resultar el mismo para todos los géneros que basan su eficacia en la construcción de una historia. Si esta es la finalidad de la escritura artística; o sea, la situación significativa de los personajes a través del desarrollo de una fábula, entonces todos los códigos se conciertan”.

Sin duda, la tarea es enorme y compleja. Entonces, ¿existe un solo camino o varios en el continuo avance de una idea? ¿Es cuestión de método o de estilo? Urge estudiar a los clásicos. Profundizar en senderos trazados; redescubiertos una y otra vez. El mismo gran maestro Sacha destacó nombres imprescindibles al reconocer: “Con Chéjov aparecen los primeros personajes extrañados, el desarrollo sin intriga del argumento y el valor narrativo del tiempo en el drama. Aparece una historia casi sin peripecias y con un solo foco de atención”.

Continuas indagaciones beneficiarán a guionistas, realizadores y espectadores para que cada uno comprenda mucho mejor el sentido de estructuras y narrativas al contar un relato cinematográfico.

Cambió el escenario audiovisual como epicentro de la interacción entre quienes comunican y quienes reciben los mensajes. Fluyen las transformaciones de la ficción a través de las redes. La era de los nativos digitales está sustentada en un proceso nuevo de comunicación donde el receptor es también productor de modificaciones, reconfiguraciones y adaptaciones a lo que ve en las pantallas grandes o pequeñas. Lo advirtió Roland Barthes al hablar de la muerte del autor; indicó que los textos dependían no de sus creadores sino de su lectura y por tanto pertenecen a la esfera de la recepción.

Existen; crecen narraciones híbridas y transmediáticas; pero no lo olvidemos –y volvemos al gran maestro Francisco López Sacha–, “el cine es un relato, un efecto poético, y esa es todavía su condición genética. Así nació, curiosa mezcla de diégesis y mímesis y permanece como operación estética sobre la realidad o como realidad de toda operación estética”.

Pensémoslo.

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