Hace cinco décadas atrás, la nación indochina, al reunificarse, se adentró por la senda de un Socialismo siempre en transformación
La imagen que abre el presente texto respalda gráficamente la aseveración del título, pero Bohemia no desea remitirse al hecho concreto de levantar paredes. Alude al verbo “construir” en tanto sinónimo de trascendencia, porque la línea argumental descansa en resaltar los cimientos de una nación socialista, renacida tras la reunificación nacional, a finales del 75.

A propósito de otra jornada de ese acontecimiento, la Agencia Vietnamita de Noticias (VNA) realiza una serie de artículos y entrevistas. Uno de esos trabajos llamó mi atención por cuanto refleja un criterio interesante de un experto de Singapur, el profesor Vu Minh Khuong. En su opinión esa victoria “no solo marcó un hito en la historia del pueblo vietnamita, sino que también fue un símbolo vívido del movimiento global de liberación nacional.”
Enfatiza asimismo como aquellos hechos todavía hoy despiertan especial admiración y respeto por la comunidad internacional, especialmente en el contexto de la transición mundial hacia un nuevo modelo de desarrollo caracterizado por la revolución tecnológica, la globalización y feroces conflictos en curso.
La exhortación de Ho Chi Minh a multiplicar la hermosura creativa del pueblo en miles de veces, sigue martillando los sueños de la nación indochina, cuyo proceso emancipatorio, iniciado el 2 de septiembre 1945, quedó a medias por la traición externa e interna, financiada y armada desde Estados Unidos. No por gusto, el Partido Comunista de Vietnam (PCV) nombró la campaña militar de liberación de Saigón en honor al líder de su Revolución.
El 30 de abril de 1975, cada cuerpo del ejército, cada soldado de la liberación, todos, llevaban, prendida a fuego y sangre, la orden del Tío Ho, recuerda la VNA.

Quien fuera un avezado cocinero de barco mercante, intelectual en París, o sencillo ciudadano calzado con sencillas sandalias, se dirigió el 17 de julio de 1966 al pueblo vietnamita con palabras visionarias: “la guerra puede durar cinco, 10, 20 años o más. Hanói, Hai Phong y algunas ciudades y empresas pueden quedar destruidas, ¡pero el pueblo vietnamita está decidido a no temer! Nada es más preciado que la independencia y la libertad. Cuando llegue el día de la victoria, nuestro pueblo reconstruirá nuestro país para que sea más digno y hermoso.”
Vietnam no le defraudó. En la actualidad las perspectivas son de mayor crecimiento económico, de intercambios comerciales, de inversión extranjera, de apropiación de conocimientos universales -aplicados con sabiduría a la dialéctica de su particular proceso socioeconómico-, de desarrollo de fuerzas productivas avanzadísimas, de elevación del nivel de vida de la población, etcétera. Se distingue igualmente por una cooperación solidaria y empática con naciones hermanas como Cuba.
Ello fue posible por la reunificación, la cual logró su trascendencia en la unidad. También gracias a una enorme “sinergia nacional”, “líderes visionarios” y a saber motivar a “las generaciones jóvenes”. Vietnam es entonces un país en “construcción” permanente.


Un comentario
Sinergia Nacional y líderes visionarios capaces de motivar las generaciones jóvenes. He ahí la clave del enorme desarrollo que ha alcanzado un país que atravesó tres guerras, millones muertos y un país destruido.Es un verdadero ejemplo a imitar, solo que Vietnam es Vietnam y Cuba es Cuba. Fidel lo dijo en una ocasion: «copiamos mal cosas buenas y copiamos bien cosas malas»
Es buenísimo conocer los logros y el desarrollo alcanzado por ese pais en apenas 50 años y Maria Victoria nos ofrece una breve y pálida referencia de las victorias alcanzadas por ese noble y heroico pueblo