Fotocopia. / JLD
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Ángulos contrapuestos

A Ediciones Boloña debemos un panorama, desconocido por la mayoría los cubanos, acerca de nuestra primera gran contienda por la independencia


Una observación que de inmediato se convierte en un acicate para seguir leyendo nos entregan los autores de la Iconografía de la Guerra de los Diez Años en sus primeras páginas: “reconocemos que nuestra interpretación de muchos hechos se aparta rotundamente de la entregada por la historiografía tradicional. Es normal que así sea, porque partimos de bases interpretativas y documentales diversas”.

Ediciones Boloña (perteneciente a la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana), publicó este bello libro en 2018. Fotocopia. / JLD

¿Cómo, Zoila Lapique Becali, Manuel Moreno Fraginals y Beatriz Moreno Masó se atreven a desafiar la visión sacrosanta que nos enseñan en Cuba sobre nuestra primera gran contienda para independizarnos de España?

Autoridad –bien ganada por sus innegables conocimientos– tienen. Lapique es investigadora, ensayista, bibliotecaria, redactora de casi una decena de libros, miembro de la Academia de Historia de Cuba; ha recibido el Premio Nacional de Ciencias Sociales y el de Investigación Cultural. A una veintena de volúmenes y numerosos artículos asciende lo dado a conocer por el historiador, ensayista y profesor Moreno Fraginals, mientras que su hija Beatriz, doctora en Ciencias Técnicas, ha ejercido la docencia en la Universidad de las Artes.

Con tales credenciales no es de extrañar que concibieran una joya de 104 páginas; en primera instancia por su contenido y las fuentes utilizadas. A ello se suman la edición, asumida por Mario Cremata Ferrán; el diseño, a cargo de Joyce Hidalgo-Gato Barreiro, y la impresión, realizada en Madrid.

Pero volvamos a la inusual presentación en Cuba de los eventos mostrados en esta entrega de Ediciones Boloña (perteneciente a la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana), en su colección Raíces.

A disímiles periódicos y revistas (publicados en nuestro país, España, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia), libros, fotos y documentos resguardados en museos y archivos cubanos, acudieron los investigadores. De ellos seleccionaron casi 200 imágenes y un buen cúmulo de información.

En Una aclaración imprescindible, especie de prólogo al volumen, los estudiosos puntualizan que dichas ilustraciones, en su mayoría grabados, “porque la fotografía de acción era desconocida por entonces”, se refieren a “los acontecimientos cubano-españoles del período 1868-1878, publicados coetáneamente, salvo ligeras excepciones permisibles, de algunos que vieron la luz en la década anterior o posterior. Nuestro objetivo es entregar a las personas de hoy la imagen gráfica tal como la presentaron los hombres de ayer”.

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Así observamos figuras políticas, españolas y de las élites cubanas; ciudades, como Bayamo, y sitios vinculados con la guerra de liberación y con la represión colonial; llegada a Cuba de soldados españoles (los quintos) reclutados para sofocar la insurrección; avituallamiento del ejército hispano; expediciones y líderes mambises; prisión y ejecución de los independentistas; actividades de los exiliados, entre otros asuntos.

Su singularidad consiste en que por lo general se oponen al proceso libertador. No se trata de un capricho, o de querer congraciarse con la otrora metrópoli y con actuales intereses neocolonialistas, sino de un valladar insoslayable: “Más del noventa por ciento de los grabados existentes sobre la Guerra de los Diez Años proviene de fuentes colonialistas”, pues -salvo excepciones- los patriotas cubanos carecían de recursos para documentar y difundir la cotidianidad del campo insurrecto.

Los recopiladores mencionados especifican que la prensa proespañola de La Habana desarrolló “una actividad diversionista” con el propósito de generar apoyo, dentro y fuera del país, para su causa. Por su parte, las publicaciones europeas y estadounidenses solían copiar aquella gráfica, inspirarse en tales ilustraciones u ofrecer versiones libres de los sucesos.

Una parte significativa de las imágenes resulta satírica y hasta ofensiva: mientras enaltecen a los jefes, soldados y voluntarios españoles, los cubanos independentistas son motivo de mofa (por ejemplo, Emilia Casanova y su esposo, el escritor Cirilo Villaverde) y los combatientes mambises protagonizan supuestas “situaciones de huida o derrota, con trajes ridículos y caras patibularias”. Asimismo, en los diarios yanquis Cuba es descrita como débil, frágil, necesitada de que su poderoso vecino la ayudase.

“Hoy […] la reedición de los grabados de la guerra revive algunos de los problemas manipuladores que presentaron en su origen. No hemos creído honesto, en nuestra posición de anticolonialistas y cubanos, omitir la extensa lista de grabados evidentemente peyorativos y contrarrevolucionarios, porque -de hacerlo- incurriríamos en el mismo juego manipulador, pero a la inversa. Y hemos preferido […] reproducir la casi totalidad de los grabados […] explicar la razón de las fallas informativas –que están en las fuentes, no en nosotros– y advertir sobre las distorsiones de la realidad”, se aclara en el prólogo.

Además, en relación con los textos acompañantes se precisa: “En los […] de mayor tipo de letra damos información suplementaria de los hechos entregados gráficamente […]. Los otros […] son documentos escritos o transcripciones de palabras pronunciadas en el período 1868-1878, o en los años inmediatamente anteriores o posteriores, por personas que vivieron los acontecimientos. Son expresiones escritas de primera mano que complementan las imágenes gráficas, adicionándoles elementos o contradiciéndolas”.

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Dentro de ese segundo grupo hallamos incluso frases populares, coplas, décimas, como estos versos (La tea y el machete) de Francisco Sellén:

Mande España sus legiones/ Cubra de naves el mar/ Y retumben sin cesar/ Sus mosquetes y cañones/ Con impías maldiciones.

Ruina, exterminio decrete/ Que mientras vibre un machete/ Y arda la tea sagrada/ Podrá ser aniquilada/ Más Cuba no se somete.

Según la académica María del Carmen Barcia (valoración contenida en un artículo que publicara en 2018 la revista Revolución y Cultura), “estamos en presencia de una obra erudita que va mucho más allá de la presentación iconográfica para convertirse en una iconología de estos años, al menos de parte de ellos”.

O sea, Lapique y sus colegas lograron interpretar los mensajes gráficos partiendo de un conocimiento profundo sobre su contexto histórico y particular; e, igualmente, de una muy acertada elección de las fuentes documentales.

Consecuentemente, Barcia considera este volumen “un referente obligado […]. En cada página hay algo importante y novedoso, sea imagen o comentario”.

Hermoso e instructivo regalo la Iconografía de la Guerra de los Diez Años, que toda biblioteca debiera atesorar.

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