Balotaje ecuatoriano se inclina a la izquierda

Encuestas y el respaldo indígena impulsan a la candidata correísta, Luisa González; el presidente-candidato, Daniel Noboa, enfrenta críticas por su gestión y por su polémica visita a Donald Trump


El próximo 13 de abril, Ecuador decidirá en segunda vuelta entre la izquierdista Luisa González y el actual presidente Daniel Noboa, en un escenario marcado por el casi empate técnico de febrero cuando solo los separaron 19 756 votos.

La candidata presidencial Luisa González en su mitin del 2 de abril en Cristo del Consuelo, Guayaquil. / primicias.ec

Sondeos recientes y alianzas estratégicas inclinan la balanza hacia González, mientras Noboa enfrenta un creciente descontento por su gestión, agravado por su controvertida visita a Donald Trump en Estados Unidos.

Según un análisis del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica, Luisa González lidera las preferencias con un respaldo consolidado tras sumar el apoyo decisivo del movimiento indígena.

Otra pesquisa, realizada por la firma encuestadora Negocios y Estrategias, le otorga a la heredera de Rafael Correa 51.45 por ciento. Este resultado la coloca tres puntos por encima de su rival, quien registra 48.6 por ciento de apoyo.

Todos los números reflejan un respaldo significativo hacia la candidata de la Revolución Ciudadana (RC), que supo muy bien aliarse y trazar estrategias para ganar adeptos.

Además, encuestas no publicadas –pero citadas por analistas– señalan que González capitaliza el desencanto con Noboa, especialmente en provincias costeras como Guayas y Manabí, donde la violencia y la crisis energética han golpeado fuerte.

Alianzas estratégicas

González ha tejido una red de apoyos clave. La RC, su base, se fortalece con promesas de reactivación económica y seguridad. La alianza más importante la firmó el fin de semana pasado con el movimiento indígena Pachakutik, el brazo político de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie). Su líder, Leonidas Iza, obtuvo solo 5.25 por ciento de papeletas en primera vuelta, pero a la RC le son muy necesarios esos 588 000 votos para llegar a Carondelet.

Esta unión marca un nuevo punto de encuentro entre las dos fuerzas políticas después que los indígenas rompieran con el correísmo por diversos desacuerdos durante sus mandatos.

En la década correísta (2007-2017), el movimiento indígena protagonizó masivas movilizaciones contra proyectos petroleros y mineros defendidos por el mandatario.

Pero a Luisa el respaldo de Iza le da penetración en la Sierra, donde Noboa ganó en primera vuelta, pero con márgenes ajustados.

Otros pactos importantes selló la candidata a la presidencia. Sobresalió también por estos días su encuentro con el directorio de la Cámara de Comercio de Quito, donde reafirmó su compromiso con el sector empresarial y propuso que las alianzas público-privadas sean el eje central para reactivar la economía y generar empleo sostenible. “Solo con acuerdos y cooperación será posible superar la crisis y construir un Ecuador con mayor estabilidad y bienestar”, afirmó.

La diplomacia internacional también ha estado en su agenda para lograr asentarse cómodamente. La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, le manifestó abiertamente su apoyo y vinculó su triunfo a la reconciliación bilateral, luego del asalto a la embajada de México en 2024, ordenado por Noboa.

El desgaste de Noboa

Mientras tanto, la situación de su oponente, Daniel Noboa, es bastante diferente. El presidente-candidato llegó al poder en 2023 como un «outsider» y hoy enfrenta un deterioro en su imagen y una impopularidad que ha crecido en las últimas semanas.

Las críticas hacia su gestión y su falta de conexión con las preocupaciones de la ciudadanía hacen mella en su imagen.

Además, su reciente visita a Estados Unidos, donde se reunió con el presidente Donald Trump, lo dejó peor parado. Muchos ven en este encuentro un intento de buscar legitimidad internacional, pero la percepción general es que no logró resonar con las necesidades y expectativas del pueblo ecuatoriano.

La visita a Mar-a-lago, en particular, generó reacciones mixtas. En tanto algunos la ven como una estrategia para atraer inversiones, la oposición la tildó de intento «desesperado» buscando oxígeno político. Lo cierto es que su foto con el gobernante estadounidense le restó apoyo en sectores moderados.

El millonario empresario tiene además una falta de atención a los problemas internos del país. Su desconexión con la realidad ecuatoriana se ha vuelto un tema recurrente en los debates y en las redes sociales, donde los ciudadanos expresan su descontento.

A ello se suma la crisis de seguridad que heredó de los dos gobiernos anteriores, que se agudizó durante su gestión. Entre enero y febrero de 2025, se cometieron 1 529 asesinatos. Es decir, en promedio, cada día en Ecuador mueren violentamente 26 personas.

El presidente tampoco tomó licencia durante el período de la campaña electoral que finalizará el 10 de abril, requisito obligatorio en la legislación cuando funcionarios buscan una reelección.

De hacerlo, le correspondería a la vicepresidenta Verónica Abad ocupar la jefatura del Ejecutivo. Pero con ella también ha protagonizado “megachismes” de índole personal y política.

González capitaliza los errores de Noboa

En el único debate de cara al balotaje celebrado el 23 de marzo último, Noboa evitó autocríticas y culpó al correísmo de todos los males del país, mientras González destacó con propuestas concretas.

Auguró una reducción del IVA, del 15 al 12 por ciento, ponerle cara a la emergencia energética y el rechazo a la desdolarización.

Expertos consideraron que Noboa perdió por evadir responsabilidades y atacar sin medida a su contrincante.

El punto más candente de la noche llegó en el primer eje del debate sobre educación, cuando Luisa González, en un gesto desafiante, le ofreció a Noboa someterse a un test antidroga al final del debate.

Con el voto indígena y el malestar social como ejes, González apuesta a ser la primera presidenta de Ecuador, al tiempo que Noboa lucha por evitar un castigo electoral a su gestión.

La abstención y la capacidad de cada bando para movilizar bases decidirán un resultado que hoy parece inclinarse hacia la izquierda.

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