El embajador de Rusia en Cuba, Victor Koronelli (al centro), encabezó la Marcha del Regimiento Inmortal en La Habana. / Embajada de Rusia en Cuba
El embajador de Rusia en Cuba, Victor Koronelli (al centro), encabezó la Marcha del Regimiento Inmortal en La Habana. / Embajada de Rusia en Cuba

Banderas rojas a 80 años de la victoria sobre el fascismo (I)

Las calles de La Habana son testigos de celebraciones por el 9 de mayo, el “Dien Pavedi” (Día de la Victoria), contra los nazi fascistas alemanes en la que los soviéticos denominaron la Gran Guerra Patria


La céntrica Quinta Avenida, de La Habana, se tiñó una vez más de rojo en honor a los caídos en la Gran Guerra Patria. En la tradicional Marcha del Regimiento Inmortal, los diplomáticos, funcionarios, trabajadores y sus familiares, junto a la comunidad rusa, llevaron pancartas y banderas de esa enorme Federación este 8 de mayo, fecha previa al Día de la Victoria sobre el fascismo. Algunos usaron parte de los uniformes militares del Ejército Rojo.

Cada familia rusa muestra en las marchas y desfiles los retratos de los caídos en combate. / Embajada de Rusia en Cuba

Se cumplen 80 años de aquel histórico acontecimiento, cuyo protagonista principal fue el ejército y pueblo soviéticos.

La caminata ocurrida desde la Misión Comercial, hasta la Embajada de Rusia, recuerda cada año en la capital cubana y en diversas ciudades del mundo, a los más de 26 millones de soviéticos muertos durante la Segunda Guerra Mundial, cifra en la cual algunos solo incluyen las bajas del conflicto entre la URSS y la Alemania nazi, desde 1941 a 1945.

Las pérdidas humanas en los frentes de combate fueron enormes, pero también hubo fallecimientos debido a la hambruna extrema y las enfermedades provocadas por el desastre.

Ningún conflicto bélico es bueno, sin embargo, debo decir: si alguien conoce bien el dolor de la guerra, es el noble pueblo ruso.

Casi todas las familias perdieron a un ser cercano. Los retratos de los caídos forman parte muy sensible del patrimonio en cada hogar y salen a la calle en estos días de mayo en casi todas los países del mundo.

La Marcha del Regimiento Inmortal va en silencio, en la que cada participante lleva consigo el recuerdo de los muertos. Así ocurrió por primera vez el 9 de mayo de 2012 en la ciudad siberiana de Tomsk, por iniciativa de periodistas de la televisión local.

Cada 9 de mayo amanece repleta de gente de todas las nacionalidades y de los oriundos, la bellísima Plaza Roja, de Moscú. En esta ocasión fue igual, cuando tuvo lugar desfile militar por el Aniversario 80 de la Victoria sobre el Fascismo, en la Gran Guerra Patria.

Las amplias calles cubiertas de adoquines, los tonos rojos y color oro son recorridas por vehículos de combate, armas estratégicas y ese enorme potencial encabezado por el valor, osadía y resistencia de los militares capaces de soportar el duro frío, el hambre y penurias, pero siempre dispuestos para vencer, en cualquier circunstancia.

Allende la fuerza de la tradición y el respeto a los mártires, estas tradicionales paradas son muestra del potencial de la nación más grande del mundo. Parece como si quisieran decir: ¡Miren lo que tenemos, mejor piénsenlo dos veces antes de lanzarse contra Rusia!

La verdad, contra una historia que quieren tergiversar

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Hace muy poco tiempo se anunció en su cuenta de Truth Social: “Hicimos mucho más que cualquier otro país para lograr un resultado victorioso en la Segunda Guerra Mundial. Por la presente, renombro el 8 de mayo como el Día de la Victoria de la Segunda Guerra Mundial.” Y más adelante anunció: “Nadie se nos acercaba en fuerza, valentía o brillantez militar, pero nunca celebramos nada”.

Ese es uno de los mayores embustes del rubio fantoche, con peluquín, mas -al parecer- a él los asesores norteamericanos o maestros nunca le contaron bien la historia o trata de reescribirla.

Las botas nazis comenzaron a pisar a Europa en la primavera de 1940 y primero se apoderaron de Francia.

Los bombardeos contra Gran Bretaña continuaron hasta mayo de 1941. Luego el ejército de Adolf Hitler tomó la región balcánica, invadió a Yugoslavia y después a Grecia, el 6 de abril de 1941.

Todos los textos y evidencias marcan la fecha del inicio de la incursión en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviética (URSS), el 22 de junio de 1941. Entre junio y julio del propio año, los agresores ocuparon los estados bálticos. Fue durante el verano y otoño de 1941, cuando los fascistas se adentraron de manera profunda en la URSS.

La contraofensiva iniciada el 6 de diciembre de 1941 por los soviéticos, marcó un importante momento de la mayor tragedia sufrida por la humanidad.

Los conflictos bélicos son siempre duros, difíciles. Durante el verano era un poco menos complicada la situación, por eso en el frente oriental, en los meses de calor de 1942, los fascistas reanudaron la ofensiva, con el fin de apoderarse de la entonces metrópoli de Stalingrado. También pusieron sus ojos en la importante ciudad de Bakú y los vitales yacimientos petrolíferos del Cáucaso.

Pero todo el avance de los atacantes fue detenido a fines del verano de 1942. En noviembre, el Ejército Rojo lanzó una contraofensiva en Stalingrado y el 2 de febrero de 1943, el Sexto Ejército alemán rindió sus armas ante la URSS.

Los hitlerianos organizaron una arremetida más en Kursk en julio de 1943, la mayor batalla con tanques de la historia, entonces las tropas socialistas debilitaron a los invasores hasta lograr la supremacía militar, la cual nunca más perdieron el resto de la guerra.

Hay figuras claves en el conflicto. Una de ellas fue el Mariscal Georgui Zhukov,  el General más importante y exitoso de la Segunda Guerra Mundial. Bajo su mando estuvo la triunfante defensa de Moscú, Stalingrado y Leningrado. Él encabezó el empuje final hasta llevar al enemigo hacia su madriguera: Berlín. 

Otro momento trascendente fue el llamado Día “D”, el 6 de junio de 1944. Mediante una operación militar masiva muy secreta, más de 150 mil soldados aliados, principalmente de Estados Unidos y Gran Bretaña, desembarcaron por el puerto francés de Normandía, liberado a fines de agosto. El 11 de septiembre de 1944, los militares estadounidenses cruzaron hacia Alemania; un mes después que el Ejército Rojo había atravesado la frontera Este.

La batalla de Normandía duró casi tres meses, mucho más tiempo de lo previsto por los estrategas. Tesoros artísticos y culturales desaparecieron.

El 12 de enero de 1945, los soviéticos iniciaron una fuerte acometida, con la que liberó a Polonia occidental y obligó a Hungría, aliada del fascismo, a rendirse.

Los militares de Estados Unidos atravesaron el río Rin el 7 de marzo de 1945. El 16 de abril de 1945, la ofensiva final de la URSS permitió a sus fuerzas cercar a Berlín por el oeste.

El 30 de abril de 1945, mientras los rojos iban camino a la Cancillería del Reich, Adolf Hitler se suicidó.

El 7 de mayo de 1945, tropas de Alemania depusieron las armas incondicionalmente ante los Aliados occidentales en la ciudad francesa de Reims,, mientras que el 9 de mayo la fuerza principal se rindió ante los soviéticos en Berlín: Alemania fue derrotada.

Todos conocemos cómo terminó la guerra en el Pacífico, algo menos exigente. En agosto, Estados Unidos lanzó bombas atómicas en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Ocasionó la muerte de 120 mil civiles. Los japoneses se rindieron formalmente el 2 de septiembre.

Una reciente publicación rusa comenta: …“razón tiene la humanidad toda de celebrar la victoria sobre el fascismo, incluyendo a los Estados Unidos, pero a 80 años del holocausto, no intenten ser el centro de atención”.

La victoria llegó con un gran costo: más de 8 millones de soldados del Ejército Rojo murieron durante la Segunda Guerra Mundial. Otros 5 millones 700 mil militares soviéticos fueron hechos prisioneros y 3 millones 300 mil de ellos murieron en cautiverio, en condiciones indignas.

Apesadumbrado, dolido y derrotado un oficial alemán confesó: “El ruso lucha con tenacidad y fiereza, ataca continuamente y es muy hábil en la defensa… La resistencia en el campo resurge constantemente. A menudo, el ruso espera, bien camuflado y solo cuando la distancia es corta abre fuego”.

Quedan muy pocos de los veteranos vivos. En estos días festivos, porque la victoria contra el mal debe ser un jubileo, ellos salen a las calles y desfilan con las medallas ganadas en los combates contra aquellos que intentaron borrar a la humanidad y hacer del mundo una cárcel.

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La primera señala: «En el frente europeo, el acontecimiento más importante del año pasado, sin duda alguna, fue el aplastante contraataque del gran Ejército Ruso contra el poderoso grupo alemán. Las tropas rusas han destruido —y siguen destruyendo— más efectivos, aviones, tanques y cañones de nuestro enemigo común que todas las demás Naciones Aliadas juntas». (Charlas junto al fuego, 28 de abril de 1942).

La segunda declaración del propio Roosevelt fue: “Como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos de América, le felicito por la brillante victoria de sus tropas en Stalingrado, lograda bajo su alto mando. Los 162 días de lucha épica por la ciudad, una lucha que ha inmortalizado su nombre, así como también el resultado decisivo que todos los estadounidenses celebran hoy, constituirán uno de los capítulos más gloriosos de esta guerra de los pueblos unidos contra el nazismo y sus imitadores. Los comandantes y soldados de vuestras tropas en el frente, los hombres y mujeres que los apoyaron en las fábricas y los campos, se han unido no solo para cubrir de gloria las armas del país, sino también para inspirar, con su ejemplo, una nueva determinación en todas las Naciones Aliadas, de dedicar toda la energía a lograr la derrota final y la rendición incondicional del enemigo común». (Carta a Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, conocido popularmente con el nombre de “Stalin” (significa acero), quien gobernó férreamente la URSS desde 1929 hasta su fallecimiento en 1953.

El tercer ejemplo mencionado por la portavoz del Kremlin fue otra misiva de Franklin Roosevelt del 22 de febrero del 1943 a Stalin: «Estos logros solo pueden ser alcanzados por un ejército con un liderazgo competente, una organización sólida, entrenamiento adecuado y, sobre todo, la determinación de derrotar al enemigo sin importar los sacrificios… El Ejército Rojo y el pueblo ruso sin duda han puesto a las fuerzas de Hitler en el camino de la derrota final y han ganado la admiración duradera del pueblo de Estados Unidos».

¡Gloria eterna al ejército rojo, artífice principal, indiscutible, de la Gran Guerra Patria!

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