Por estos días, en Cuba el arte de hacer reír, o al menos sonreír, ha sido protagonista en disímiles espacios y ha propiciado razonamientos alejados de lo epidérmico
Al parecer, los seres humanos no podemos vivir sin ese afán de “presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas”. Así define la Real Academia de la Lengua Española al humorismo.
Ya sea apelando a asuntos políticos, sociales, al erotismo, al absurdo, al chiste “blanco”, al “negro” o a cualquier otra de sus variantes, tal arte nos acompaña a lo largo de nuestras vidas. A menudo, incluso sin que lo notemos, nos lleva a cavilar sobre las cuestiones más serias de la existencia (y a sobrellevarlas).
Dos eventos destinados a movilizar las neuronas en torno a los problemas de Cuba y el mundo, junto con la risa y la sonrisa, ocuparon disímiles lugares del país –galerías, teatros, cines, salas para encuentros teóricos– en recientes semanas: la Bienal Internacional de Humor Político y el Festival Aquelarre. A estos se sumó el Último Jueves de Temas, espacio de debate cuyo panel estuvo compuesto por el actor y profesor Luis Enrique Amador (Kike) Quiñones; la escritora y doctora Adelaida (Laidi) Fernández de Juan; el narrador y cineasta Eduardo del Llano; el caricaturista, pintor, psiquiatra, Arístides E. Hernández, Ares.
Mediante las preguntas de Rafael Hernández, director de la revista, y las respuestas de sus invitados, los presentes esa tarde en la sede de la publicación (calle 23, No. 1109, entre 8 y 10, Vedado) descubrimos o reafirmamos algunas verdades sobre el humor.
1- Siempre es TRANSGRESOR porque…
“Nos obliga a crear una visión diferente de los fenómenos que nos circundan; tiene la capacidad de ponernos ante los ojos lo que la cotidianidad nos esconde”. (Kike Quiñones)
“Lo que desde el siglo XIX concebimos como caricatura es una mezcla de la deformación del rostro y un contenido predominantemente político; es decir, tal modalidad “transgrede lo correcto políticamente”. (Ares)
De acuerdo con las experiencias del grupo Nos y Otros, “el carácter transgresor, subversivo, está no solo en su vertiente política; hasta cuando escribíamos cuentos de humor blanco, alguien protestaba. Toda vez que el humorismo busca lo ridículo, lo impostado, en las relaciones humanas, siempre hay quien se siente aludido”. (Eduardo del Llano)
2- Las nociones acerca de qué es CORRECTO O INCORRECTO en el humorismo varían según…
“Los contextos. Todo el tiempo el humor está siendo evaluado en dependencia de estos –considera Laidi Fernández de Juan–; no es lo mismo el que se presenta en el cabaret, que el realizado en la sala de lectura de la Uneac, el hecho en una zona rural o en un área urbana”. También inciden otros elementos, entre ellos el género, el color de la piel, la religiosidad del humorista y sus públicos.
Ambos conceptos difieren dentro de las sociedades, a partir de la cultura y la situación política imperantes, advierte Ares. Un ejemplo aporta Eduardo del Llano: cuando los integrantes de Monty Python filmaron una película británica que satiriza la religión (La vida de Brian, 1979), generaron un escándalo, protestas masivas en Estados Unidos e Inglaterra, mientras en otras naciones la cinta no fue recibida de esa forma.
Qué entender por apropiado o inapropiado se relaciona “con factores políticos, morales, humanos”, sostiene Kike Quiñones. “Ya que el humorismo suele ir contra las normas y el gusto social, en cuyo caso las convicciones de un grupo son transgredidas, existen límites. Cuando el humor deshumaniza, los sobrepasa y es inadmisible”.
Si bien los chistes sobre los negros o los homosexuales eran comunes en los medios de comunicación cubanos de otras épocas, a ninguno se le ocurre ahora hacerlos, porque las concepciones han cambiado, asegura Ares.
3-Tiene derecho a tocar cualquier tema, pero SIN adoptar FÓRMULAS DISCRIMINATORIAS.
El ingenio y la capacidad de crear arte, como sucede en el filme La vida es bella, del italiano Roberto Benigni, contribuyen a que la propuesta humorística no sea hiriente y sí bien recibida. Tal es el razonamiento de Eduardo del Llano, quien sugiere, además, criticar “lo rígido de ciertas posturas” y no a un grupo social en específico.
Kike Quiñones piensa de modo similar: El humor puede “reforzar actitudes negativas, si se hace mal”; sin embargo, propicia reflexiones en torno a cuestiones complejas. Resulta aceptable “burlarse de la muerte, no de los fallecidos; de las conductas racistas, no de las víctimas del racismo. El humorismo se mueve encima de un hilo tan delgado, que si usted no profundiza, o desconoce su responsabilidad como creador, pudiera convertirse en verdugo de quienes reciben vejaciones y discriminación”.
4- Despertar la risa o la sonrisa en públicos foráneos demanda esfuerzos adicionales.
“¿Cómo nosotros recibimos el mensaje de un humorista extranjero? El ejemplo mejor es Les Luthiers, porque sus actores hacían un humor universal. Y cuando un artista sale de Cuba debe aplicar códigos internacionales, necesita ser capaz de adaptarse al público”. (Laidi Fernández de Juan).
“En relación con el humor gráfico, los caricaturistas que se han formado en la Isla y luego se asientan fuera del país, no siguen una manera única de trabajo”. Algunos han logrado imponer su estilo, con códigos de aquí, pero a la vez incorporando parte de los utilizados en aquellas naciones. Otros optan por criticar la realidad de Cuba, sus problemas. (Ares)
5- Aunque la CENSURA de las obras humorísticas proviene de antaño, constituye un arma de doble filo.
“Existen temas, sobre todo con matiz político, que no se pueden tocar; sin embargo, lo mismo pasa en todo el mundo”, razona Ares y añade que a algunos artistas no les han publicado en la prensa nacional caricaturas muy elementales acerca de tópicos tratados en las redes sociales.
“Hoy es muy difícil establecer una verdadera o generalizada censura en torno el humor, porque vivimos en una era digital y todo se comparte en sus redes”, apunta Laidi Fernández de Juan. No obstante, continúa la escritora, además de las restricciones abiertas hay “maneras de ejercerla sin que sea explícita”. Una de esas variantes es “la crítica feroz, posterior a un espectáculo. Depende mucho de la interpretación del censor, cuya malignidad le da a la obra connotaciones que el autor no previó”.
En cuanto al humorismo cubano, “la censura ha sido una constante”, ya existía en la época del teatro bufo y del vernáculo. Su lado positivo es que incentiva el ingenio de los creadores y la sagacidad de los públicos para captar el sentido implícito en los mensajes, precisa Kike Quiñones. “En el escenario, hoy los humoristas cubanos no hablamos directamente sobre política, pero la realidad es que nuestro humor de tipo social también es político”.
Hasta aquí lo compartido por los cuatro expertos. Tanto estos aspectos como las demás aristas relativas al humorismo nacional y foráneo merecen nuevos acercamientos. ¿Desea usted opinar al respecto?