Con la presencia de destacados dramaturgos, actores, amantes del arte escénico y algunos de sus colaboradores, la sala Manuel Galich de la Casa de las Américas acogió la presentación del número 213 de la revista de teatro latinoamericano y caribeño Conjunto.
La puesta en circulación de esta edición, que abarca el último trimestre del pasado año, constituye el cierre de las celebraciones por las seis décadas de la publicación especializada, la más antigua, estable, y que mantiene un vínculo vivo y permanente con el movimiento de teatro de la región, comentó Vivian Martínez Tabares, su directora.
La crítica y profesora apreció además el empeño de sus hacedores y de la propia Casa por mantener por más de medio siglo una edición especializada que valora el trabajo de los creadores y fomenta el diálogo entre diferentes generaciones de artistas y entendidos de las artes escénicas.
“Leer este número fue encontrarme con la poesía. Una poesía necesaria en el camino de lucha y de transformación para construir la paz. El teatro nos une y seguiremos venciendo incertidumbres y buscando caminos de esperanza”, concluyó Vivian Martínez Tabares.
Durante la presentación, Cristián Opaso, investigador y profesor titular de la Universidad de Chile, tuvo la oportunidad de compartir sus reflexiones sobre los contenidos de este número, el cual se centra en la escena para niños, jóvenes y mujeres, así como en la paz.
El académico afirmó que “en revistas como Conjunto se reconocen formas idiomáticas, acentos, fonéticas, semánticas y formas de habitar esta región de la tierra”. Igualmente, destacó que el ensayo de la mexicana Michelle Guerra Adame, recogido en el dosier de Conjunto, se enfoca en las prácticas artísticas y la Declaración Universal de los Derechos del Niño. De este apartado valoró los trabajos de la argentina Nora Lía Sormani y de la cubana Isabel Cristina López Hamze, así como la entrevista al maestro titiritero Christian Medina, de nuestro país.

En relación con esta recopilación, subrayó dos lecciones clave: el teatro permite movilizar las políticas sobre las infancias y es fundamental recordar a sus cultores, que deben estar preparados en una amplia gama de registros y técnicas, “porque en el día a día de sus funciones son ellos los invitados seducir a las audiencias del futuro con diversos elementos y saberes”.
Respecto a quienes ejercen la crítica en este tipo de publicaciones, consideró que tienen el compromiso de buscar nuevas formas expresivas y de escritura, que sean sencillas, pero no triviales, y permitan llegar a las audiencias, “especialmente aquellas que quedan fuera de los muros de la academia, sin renunciar por ello a imaginar diálogos posibles, sofisticados y agudos”.
Irene Borges, directora de Aldaba Teatro, otra de las invitadas al encuentro, comentó que esta publicación otorga voz a un grupo de mujeres críticas y teatristas que invitan a entender el escenario como un espacio de reflexión acerca de la paz y la justicia.
Igualmente aprovechó la ocasión para recomendar la lectura del trabajo del crítico cultural cubano Helmo Hernández, quien a su vez propuso el libro Bajo el signo de Prometeo, de la intelectual cubana Graziella Pogolotti.
Sobre la presencia femenina en el teatro, cuya fuerza marca la escena actual, se rememoraron dos importantes eventos: el encuentro internacional Tradición-Transmisión-Transgresión-Mujeres de Paz, celebrado en España, y el Festival de Mujeres en Escena por la Paz, realizado en Colombia.

Junto al informe del trigésimo Festival Internacional de Artes Vivas de Loja, en Ecuador, se describen y analizan las acciones artísticas y de intercambio que tuvieron lugar en ese evento.
La más reciente edición de Conjunto incluye textos de las obras “Moco-yoyo”, de la actriz mexicana Phany Molina, y “Uater Lu y el espíritu del H2O”, del colombiano Manuel José Jaimes, ganadores del Premio Hispanoamericano de Dramaturgias para las Nuevas Infancias 2022 y de la Beca de Creación Teatral del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes 2024, respectivamente.
Asimismo, se presentan artículos sobre el legado del maestro colombiano Enrique Buenaventura, de Diego Montoya, y uno que examina la influencia de Tadeusz Kantor en la escena argentina, a cargo de Ana Alvarado.