Nuevos resultados se registran en Cuba y otras naciones en la búsqueda de tratamientos efectivos contra la enfermedad de Parkinson, el segundo trastorno neurodegenerativo más frecuente luego del Alzheimer, afecta a millones de personas, en su mayoría, adultos mayores
Los avances de Cuba en materia de salud siguen dando de qué hablar, dentro y fuera de fronteras. Los métodos y tratamientos que ha llevado a cabo la mayor isla de las Antillas para contrarrestar enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson y el Alzheimer son referentes a escala internacional y brindan nuevas esperanzas a pacientes y proveedores de atención médica en no pocas naciones del mundo.
Recientemente el compuesto JM-20, obtenido por el Centro de Investigación y Desarrollo de Medicamentos (Cidem), de conjunto con la Facultad de Química de la Universidad de La Habana, logró en Nueva Zelanda la concesión de registro de una patente que reivindica su uso en el procedimiento del Parkinson.
Se trata de una molécula híbrida, desarrollada sobre el concepto inicial de lograr un candidato terapéutico para el tratamiento de la isquemia cerebral; sin embargo, en el avance de los estudios preclínicos mostró potencialidades en el tratamiento de otras dolencias neurodegenerativas, lo que confirma la validez y novedad del producto.
De acuerdo con el doctor Alejandro Saúl Padrón, director general del Cidem, en la búsqueda de estructuras híbridas los investigadores trabajaron la fusión de dos tipos de medicamentos con propiedades neuroprotectoras como son la benzodiacepina y la dihidropiridina.
El propio especialista confirmó al periódico Granma que al comprobar los efectos de la JM-20 en modelos de animales con isquemia, mediante estudios preclínicos, se percataron de que no empeoraba la memoria, sino todo lo contrario.
Nueva Zelanda se une a los territorios donde se podría explotar comercialmente este proyecto, que ya cuenta con patentes concedidas en más de 25 naciones, entre las cuales se incluyen los principales mercados farmacéuticos globales como Canadá, Brasil, Estados Unidos, Japón y China, así como otros países euroasiáticos.
Los tratamientos contra enfermedades neurodegenerativas como las demencias (incluido el Alzheimer, la enfermedad de Pick, Parkinson, demencia vascular y otras) no son mayoría en el mundo. Cuba integra una reducida lista de países que cuentan, al menos, con moléculas innovadoras dirigidas a tratar estas dolencias. Y el compuesto JM-20 no es el único.
Contienda cubana contra el olvido
Tomando en cuenta el acelerado proceso de envejecimiento de la población cubana y la prevalencia del síndrome demencial en los adultos mayores, el Alzheimer y el Parkinson ocupan una posición prominente, la comunidad científica ha trabajado durante años en obtener fármacos que abran un camino esperanzador en la terapia de esas dolencias.
Tras décadas de estudios farmacéuticos, toxicológicos y de eficacia en animales y enfermedades, una molécula como la NeuroEPO demostró seguridad en su uso. Desde 2017 hasta finales de 2020 se llevaron a cabo sus primeros ensayos clínicos y en el presente año se avanza en fase III.
Justamente los resultados clínicos del fármaco neuroprotector NeuralCIM® (nombre comercial de la molécula NeuroEPO) fueron expuestos ante la comunidad científica internacional durante la Conferencia Internacional sobre enfermedad de Alzheimer y Parkinson, celebrada en Suecia. En la cita, la más importante de su tipo que se realiza en el mundo, se resaltaron los efectos positivos de las innovaciones cubanas.
Recordemos que Cuba fue pionera en técnicas quirúrgicas avanzadas para el tratamiento del Parkinson y eliminar los movimientos involuntarios, sobre todo mediante el uso de cirugía combinada con mapas cerebrales computarizados. El procedimiento mínimamente invasivo implica la implantación precisa de células nerviosas vivas en regiones cerebrales específicas.
Las investigaciones al respecto han continuado y desde hace algunos años científicos de Centro Internacional de Restauración Neurológica (Ciren) incursionaron además en la estimulación cerebral que, sin necesidad de abrir la cabeza del doliente, logra el mismo resultado.
Esta técnica tuvo el autorizo de la Administración de Alimentos y Medicinas de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), como terapia de elección en la depresión y el Parkinson, por la evidencia en la mejoría de la función motora y la calidad de vida de los afectados.
De acuerdo con la jefa de la Clínica de Trastornos del Movimiento y Enfermedades Neurodegenerativas del Ciren, Ivonne Pedroso, se trata de terapias que han demostrado su efecto positivo sobre los síntomas no motores y motores causados por enfermedades como el Parkinson.
La ciencia cubana continúa explorando nuevas vías con vistas a perfeccionar los tratamientos. Las investigaciones en curso se centran en mejorar la precisión de la cirugía estereotáxica (es aquella que posibilita el acceso a zonas profundas del cerebro mediante una aguja de biopsia), así como también en desarrollar métodos neurorestauradores más eficaces e investigar el potencial de la terapia con células madres.
Unos de los desafíos de la atención sanitaria mundial es garantizar que los tratamientos avanzados sean accesibles para todos. En este contexto, se realizan esfuerzos con el propósito de que los métodos innovadores de Cuba estén más ampliamente difundidos y así intentar cerrar la brecha en el acceso a la atención médica y brindar tratamientos de vanguardia a pacientes de todo el mundo.
La inteligencia artificial entra al cerebro
Ya lo decían, los estudios sobre la enfermedad de Parkinson han logrado un avance significativo, aportando conocimientos nuevos sobre su progresión, sus causas y elecciones de tratamiento. Sin embargo, ¿sabía que la inteligencia artificial (IA) también está presente en estos adelantos?
Un estudio reciente demostró que la IA puede prever la enfermedad de Parkinson hasta siete años antes de los primeros síntomas.
La investigación, publicada en junio último en la revista Nature, revela que el uso combinado de un análisis de sangre y la inteligencia artificial puede predecir el inicio de la enfermedad hasta siete años previos a la aparición de sintomatologías.
El dato representa una esperanza significativa en el diagnóstico temprano y el tratamiento preventivo de esta enfermedad neurodegenerativa.
Mientras, un equipo de investigadores de la Universidad de Londres y del Centro Médico Universitario de Goettingen, en Alemania, centra sus esfuerzos en identificar nuevos y mejores biomarcadores del Parkinson. Su objetivo es desarrollar una prueba accesible para cualquier laboratorio.
Empleando técnicas de aprendizaje automático, una rama avanzada de la inteligencia artificial, analizaron ocho biomarcadores sanguíneos cuyas concentraciones están alteradas en pacientes con Parkinson, logrando un diagnóstico con una precisión del 100 por ciento.
La investigación también buscó determinar si esta prueba podría predecir la probabilidad de desarrollar la enfermedad en el futuro. Con ese objetivo se analizó la sangre de 72 pacientes con trastorno de conducta por movimientos oculares rápidos, una condición de la que entre el 75 y el 80 por ciento de los afectados desarrollan Parkinson.
Tras un seguimiento de 10 años, el equipo auguró correctamente que 16 pacientes desarrollarían la enfermedad.
Michael Barlt, de la Universidad de Goettingen, señaló que el equipo de investigadores tiene planes ambiciosos encaminados a simplificar esta prueba diagnóstica. Aspiran a desarrollar un método en el que una simple gota de sangre pueda colocarse en una tarjeta y enviarse a un laboratorio con el fin de determinar la probabilidad de desarrollar Parkinson, incluso antes de los siete años de anticipación demostrados en el estudio actual.
Los estudiosos creen firmemente que la predicción y el diagnóstico tempranos serían invaluables para desarrollar tratamientos que puedan ralentizar o detener el progreso de la enfermedad, protegiendo las células cerebrales productoras de dopamina.
Este avance podría revolucionar la manera en que se aborda el Parkinson, proporcionando una ventana de oportunidad crucial e intervenir antes de que los síntomas debiliten significativamente a los pacientes.
Otras innovaciones se reportan en el mundo. Por ejemplo, un equipo de la Universidad Nacional de Tucumán, en Argentina, liderado por la bioquímica Rosana Chehin, desarrolla una molécula conocida como DAD 9 que, según los investigadores, permitiría lograr dos objetivos: por un lado, con su administración se mejorarían los síntomas de Parkinson y, por otro, se podría evitar la progresión de los daños neuronales.
La molécula, a la cual llamaron informalmente Pegasus y con la cual aún se deben hacer ensayos clínicos en voluntarios cuyo propósito será probar eficacia y seguridad, actúa como un transportador de la dopamina al cerebro; es decir, realiza una actividad neuroprotectora al impedir que se formen especies tóxicas de la principal proteína causante de la patología.
De concretarse los ensayos clínicos y verificarse su eficacia y seguridad, el fármaco “podría convertirse en una opción a la Levodopa, fármaco utilizado desde hace más de 60 años para tratar Parkinson”, sostuvo la propia investigadora.
Han pasado más de 200 años desde que el médico inglés, James Parkinson, descubrió la enfermedad que describió como “parálisis agitante” y que afecta hoy a más de ocho millones de personas, convirtiéndose en el segundo trastorno neurodegenerativo más frecuente en el mundo.
Los esfuerzos continúan por desentrañar los misterios de la enfermedad y ofrecer mejor calidad de vida a quienes la padecen. De tal suerte llegará una era en la que el Parkinson sea completamente manejable e idealmente prevenible.