El empresario de 56 años gobernará el país cuatro años más con la promesa de que seguirá profundizando el cambio y no le fallará
Sus críticos lo apodan “tayota”, nombre que los dominicanos dan a un fruto insípido que suelen consumir en ensaladas y con el que asocian a Luis Abinader por su “falta de sabor”.
Sin embargo, este hombre de negocios devenido político acumuló 57.45 por ciento de los votos en las elecciones presidenciales de República Dominicana y, sin llegar a disputar una segunda vuelta, permanecerá otros cuatro años en el poder a pesar de la “sosería” que le alegan sus detractores
“El mensaje desde las urnas es claro: los cambios que hemos hecho son irreversibles, no hay vuelta atrás”, dijo Abinader pocas horas después de que sus contrincantes reconocieran la victoria.
El reelegido presidente llegó al torneo electoral como el principal favorito ante nueve contendientes. Siete hombres y dos mujeres se disputaron la presidencia, y entre los más cercanos a los números que obtuvo están el exmandatario Leonel Fernández, candidato de la Fuerza del Pueblo (29.34 por ciento), y Abel Martínez, del Partido de la Liberación Dominicana (10.21 por ciento). El resto apenas logró cifras de dos dígitos.
“El país ha cambiado para siempre”, aseguró en el discurso presidencial, y reiteró que asumirá la confianza que recibió del electorado. “No les fallaré”.
Estos resultados terminaron conforme a lo esperado, pues las encuestas calculaban un porcentaje de entre 57 y 64 por ciento. “El pueblo ha hablado con claridad, los dominicanos quieren seguir avanzando en el cambio, hemos obtenido más apoyo popular y votos que en 2020″, apuntó.
Según prometió, y sin perder un solo minuto, profundizará los cambios y las reformas. Al propio tiempo convocó a un pacto nacional con la oposición.
El empresario Luis Abinader, de 56 años, lidera el Partido Revolucionario Moderno (PRM), que se autodefine de orientación “democrática, liberal y progresista”, pero sus críticos aseguran que sigue una línea conservadora.
Procede de una adinerada familia de origen libanés, es economista con varios títulos obtenidos en Estados Unidos y experiencia empresarial en firmas de su familia.
Desde que ganó las elecciones de 2020 y asumió el poder en plena pandemia, trabajó para mejorar la economía y atraer más turistas al país. Ese sector, uno de los principales en esa parte de La Española, atrajo durante 2023 a 10 millones de vacacionistas y para el actual se propone recibir 12 millones.
Además, su discurso anticorrupción y el control a toda costa de la política migratoria han sido los pilares de su gobierno. Y muy probablemente continuarán siéndolos.
Los dominicanos le reconocen su gestión durante la pandemia. El territorio país, de alrededor de 11 millones de habitantes, fue uno de los que más rápido se recuperaron de la covid-19 de manera ordenada y estable, de acuerdo con los criterios de sus votantes.
En 2021, la investigación periodística “Papeles de Pandora”, vinculada a la corrupción, lavado de dinero, riquezas ocultas o elusión fiscal en América Latina, conectó a Abinader con dos sociedades familiares en Panamá, creadas antes de su llegada al poder.
Por otro lado, tras ser elegido, el presidente declaró un patrimonio neto de unos 70 millones de dólares, lo que lo hacía uno de los mandatarios más ricos de la región. Pero nada de eso afectó la popularidad de Abinader.
Uno de los temas recurrentes en este segundo mandato será la migración. Este sensible asunto se concentra, en lo fundamental, en la controversial relación histórica con su vecina Haití.
Ambas naciones no solo están unidas geográficamente en la misma isla caribeña, sino que también sus ciudadanos comparten influencias culturales, lazos de sangre y hasta los mismos peligros, como los azotes de huracanes y otros estragos del cambio climático.
Pero la suerte no se comparte en partes iguales: las constantes crisis de toda índole aplastan a Haití y repercuten en los dominicanos.
Actualmente, y ante la inestabilidad social que impera en la parte haitiana, el gobernante quisqueyano decidió cerrar la frontera común y fortalecer la presencia militar, con un declive en el comercio bilateral considerado fundamental para las dos naciones caribeñas.
En recientes declaraciones, y ante la inminente llegada de una fuerza multinacional a territorio haitiano para tratar de neutralizar los grupos paramilitares, el presidente enfatizó que su país no integrará ningún equipo extranjero y solo brindará, si fuera necesaria, ayuda humanitaria.
Analistas locales y buena parte de la población reverencian su postura para defender la soberanía nacional frente a la crisis del vecino.
Mientras desde Dominicana construyen una valla fronteriza, rechazan la llegada de refugiados e incrementan las deportaciones de haitianos y de ciudadanos en situación irregular, se afectan sectores de la economía como la agricultura y la construcción que dependen de esos inmigrantes para comercializar sus productos y, sobre todo, porque son una fuerza de trabajo segura y muy barata.
No obstante, y de acuerdo con cifras oficiales, en el último año cerca de 200 000 haitianos resultaron deportados.
Desafíos aparte, Luis Abinader llevó al país por buen camino en los últimos cuatro años y para los venideros la realidad parece ser aún mejor.
Así lo auguró durante un reciente debate de candidatos presidenciales. En esa ocasión, y con doble filo, confirmó que todos los rubros de la producción agrícola aumentaron durante su primer mandato, “excepto la tayota, y eso es a propósito”, sentenció.