Donde fuego hubo, chispazos quedan

Quien no crea en el poder de la emulación fraterna desconoce el rostro de las potencialidades


Por diversas razones es una verdadera lástima que en lugar de un puñado de centrales hoy no esté moliendo una cantidad cuatro, cinco, 10 veces superior.

De lo imprescindible que se torna producir azúcar no hace falta hablar. Se siente, desde la cresta de la economía cubana hasta la punta de la tetera criolla para colar café en el hogar. Horas atrás, sin embargo, fui testigo de un detalle curioso, alentador.

Al conocer que el central espirituano Melanio Hernández registra el por ciento más alto de producción de azúcar en el país, con respecto a lo planificado, el vice primer ministro Jorge Luis Tapia Fonseca –a la sazón de visita en la provincia– contactó de inmediato con el director del central cienfueguero 14 de junio, ubicado en el segundo peldaño.

En su reciente visita al central espirituano, Tapia apreció un excelente estado de ánimo en trabajadores y directivos. / Pastor Batista

El ameno intercambio –no solo arengando a apretar el paso y producir más, sino también “atizando fuego” a la lucha por el primer lugar– me transportó a aquellos inolvidables años cuando la emulación entre ingenios en zafra de toda Cuba adquiría más temperatura que sus ardientes calderas en pleno proceso productivo.

Eran los días en que colosos como el Uruguay, de Jatibonico, Sancti Spíritus; y el Antonio Guiteras, en Delicias, Puerto Padre, Las Tunas, se disputaban fraternalmente una centésima de por ciento, un minuto de tiempo perdido, una libra de azúcar producida…

Operadores de combinadas, pelotones completos de corte, choferes de camiones, maquinistas de locomotoras, obreros de la industria, técnicos, especialistas, directivos, todo el mundo, terminaba siendo víctima de una fiebre emulativa en la que, sencillamente, nadie quería perder.

Dicho sea de paso, es incalculable el efecto que ese movimiento tenía directamente sobre el corte, tiro, molida, indicadores de eficiencia y económicos en general.

Pero volviendo al alegre intercambio telefónico (tal vez mitad “provocación” mitad estimulación), mientras el director de la Empresa Azucarera Melanio Hernández dejaba escapar acá la sonrisa más sana que ojos azucareros han visto, al lado de allá su “rival” extendía un implícito reconocimiento antes de dejar claro que en ningún momento su tropa renunciaría a ser la primera en cumplir el compromiso con la nación.

Como detalle, puede parecer poco trascendente, pero en mi personal opinión ilustra cómo a pesar de atravesar tal vez el momento más difícil y crítico de su historia, la industria azucarera cubana mantiene en cierta medida ese espíritu sano, fraternal, de enfrentamiento emulativo, aun cuando atrás quedaron los tiempos en que la tierra retumbaba en los bateyes azucareros cada vez que el central cumplía su plan de producción o ganaba una emulación en la que el vencedor abrazaba a pecho abierto al nunca vencido, y este solía decir: “ajusta bien tu cinturón, que en la próxima zafra te tumbo del caballo”.

Lo que resta de marzo y abril se torna decisivo, tanto para el único central espirituano en contienda como para el 14 de Junio y para el Caracas (de Cienfuegos también) empeñados igualmente en ceñirse la corona.

De cómo logren hilar cada jornada, en medio de un campo verdaderamente “minado” por escaseces y adversidades (a las que puede sumarse en cualquier momento la lluvia) dependerá el veredicto final.

En todo ello hay una gran verdad. Sea quien sea el primero en cumplir, el principal ganador será el país y ese pueblo estoico que tanto aguarda por un azúcar que hoy dista mucho de cubrir todas las necesidades, deseos y hasta “reprimidos antojos” de la cocina hogareña, pero que ¡caramba! sigue teniendo el poder de endulzar un poco hasta los momentos más amargos del contexto socio económico actual.

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