El arte exige conexiones permanentes

Pensemos sobre la función de las músicas en cinematografías y audiovisuales relevantes por su artisticidad; varias de esas puestas vuelven a las pantallas durante la Novena edición del Festival de Cine de Verano


En Cuba el pueblo es musical y bailador. Ambas condiciones nutren las capacidades perceptivas de varias generaciones. Suele pensarse poco o no tanto como lo merece la función de las músicas durante la recreación artística de cinematografías y audiovisuales. En las ficciones, el sentido dramatúrgico constituye una brújula indispensable, determina el sentido de la acción interna de la puesta y debe aprehenderse de lo humano, lo social, lo filosófico, lo político, planteados en los procesos histórico-sociales en que viven los personajes sus sentimientos y conflictos. En filmes, series, telefilmes, telenovelas el contenido de la vida ficcional se expresa en los respectivos relatos, lleva en sí ideas poéticas de músicos y creadores del cine y el audiovisual. No obstante, la seriedad del asunto proliferan improvisaciones, soluciones fallidas, pues se colocan canciones en escenas con diálogos, lo que provoca un doble discurso; los públicos deben enfrentar cierta disyuntiva: ¿atiendo la música o el diálogo?

Nunca olvidamos la savia reflexión de la maestra Marta Valdés, Premio Nacional de Música: “Una canción, como cualquier obra de arte, donde interviene la música, pide a gritos –por encima de todo- que se le escucha con atención”.

El aprendizaje desde edades tempranas influye en la creatividad, la búsqueda de saberes, los crecimientos intelectual y artístico. / Yasset Llerena

Dada la significación en filmes y audiovisuales de canciones y músicas, estas tienen que responder al sentido de la historia desde el conjunto de secuencias, escenas y planos. Son esenciales las clasificaciones de los personajes en el texto dramático y sus características sicológicas, morales y temperamentales.

Lo ilustran magistralmente los músicos Magda Rosa Galbán y Juan Antonio Leyva mediante aportes creativos en realizaciones socializadas este verano: Una noche con los Rolling Stones, La emboscada, Lucha contra bandidos. Haciendo memoria, tampoco olvidemos el telefilme La vida media del muon, con guion de Lil Romero y dirección de Mariela López Galano. El dúo de Magda Rosa y Leva captaron esencias de conflictos de mujeres en las ciencias a partir de la mirada de una adolescente.

Sin duda, el gesto cómplice de quienes dirigen y crean músicas para el cine y el audiovisual resulta fundamental. En esa relación tienen que primar por ambas partes los saberes, los dominios de especialidades dramatúrgicas y semiológicas; en fin, tener presente un principio inviolable: el arte exige conexiones permanentes entre las partes del todo. Cada especialidad influye en presupuestos básicos: la claridad, la sencillez y la verdad artística de lo que se escucha, se ve y se aprecia en las pantallas.

Cultivarlos de manera sistemática y transmitirlos a los más jóvenes es pasión y disciplina en el quehacer de la primera actriz y docente Raquel González. Recordemos, ella realizó estudios en profundidad de la música de Silvio Rodríguez que utilizó fundamentada dramatúrgicamente en las tres temporadas de la serie De amores y esperanzas. Consideró, entre otros aspectos, la guionista y directora, la relevancia artística de Silvio, quien brilla al situar en la armazón melódica de una canción algunos puntos de referencia precisos y nos conducen a apreciarla como un paradigma seductor en el concepto del ritmo interno musical.

Las demostraciones del creativo hacer merecen análisis. ¿Discuten ideas, conceptos y soluciones dramatúrgicos directores, directoras y músicos?  ¿Qué hacer ante la provocación de una “música bonita”; pero, no significativa en el relato del filme o el audiovisual?

El meditar nos trajo al presente la confesión que en exclusiva con BOHEMIA recibimos en La Habana (2010) del director ruso Nikita Mijalkov: “El cine es parecido a la música, eliges una nota, luego otra que combine, y ese acorde nace de la armonía de lo que quieres decir. En mi película Esclava del amor hay un momento en que a la joven le matan al amante, comienza a temblar y con ella la tacita de té sobre la mesa. Es un detalle, una nota que está acorde. Si hubiese expresado esa situación con palabras, no sería un artista, en esa imagen está mi creación”.  

Lamentablemente, músicas de filmes y audiovisuales apenas quedan registradas en fonogramas. ¿Por qué no se considera el bien cultural del disco en el producto o servicio dirigido a públicos heterogéneos?

Las estrategias conjuntas del ICAIC, de la Televisión Cubana y las casas discográficas podrían cavilarlo. Los archivos, y los redescubrimientos de nombres y estéticas, nutren el patrimonio, los valores autóctonos: estos no envejecen, son renovados en aportes de figuras que legitiman y reinterpretan raigambres e innovaciones.

La hibridez de las manifestaciones artísticas, el sentido de cada una repercute en valores asociados al arte sonoro. El estímulo del gusto estético propicia captar matices, variaciones auditivas y visuales. Urge ver, escuchar, sistematizar aprendizajes. La buena música expresa patrones de cambio de las subjetividades y contrarresta influencias enajenantes.

La interdiscursividad de la cultura contemporánea facilita en las mayorías la asimilación de metáforas, códigos éticos, estéticos; filmes y audiovisuales los colocan ante los ojos con propósitos esenciales: motivar el disfrute y las reflexiones individuales y colectivas en este verano y durante toda la vida.

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Un comentario

  1. Disculpe, pero los propios medios estatales han «canonizado» al «reparto» (reguetón, trap) como un altísimo fenómeno cultural y expresión de cubanía, entrevistando expertos y todo.
    Como mismo antes se «canonizó» a la Charanga Habanera y otros exponentes de la timba, cuyas composiciones y shows en lo personal no creo que aporten valores significativos en ningún ámbito.
    Todo es un problema de dinero, pan y circo. Apelar a ritmos recurrentes, instintos primitivos, temas sexuales o de macho, exclusividad, ego, siempre da dinero y entretiene a la gente en ese charco.
    Por tanto toda discusión artística se subordina al tema económico.

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