En la ya tradicional muestra fílmica del país europeo, que comenzó el 2 de octubre y concluirá el venidero domingo 13, se están exhibiendo el trepidante thriller Noviembre, sobre el atentado terrorista perpetrado en París en 2015, y -en carácter de reposición- el filme La clase, ambos reseñados en este trabajo
Con una selección de películas producidas entre 2019 y 2023, que al decir de sus organizadores ofrecen un panorama de la diversidad de la filmografía francesa actual, se está efectuando en La Habana y algunas capitales provinciales la 25ª edición del Festival de Cine Francés en Cuba (FCFC), en la cual también se proyectan muestras alternativas sobre el actor francés Alain Delon, fallecido recientemente, y los realizadores Claude Sautet, en el centenario de su nacimiento, y Laurent Cantet.
Para sus organizadores, el FCFC -desde su creación en 1997- “siempre ha buscado ofrecer un panorama de la diversidad de la cinematografía francesa: un cine audaz, que sorprende, interroga y a veces conmociona, abordando con delicadeza las realidades y los problemas contemporáneos. Las películas de esta edición reflejan perfectamente esta diversidad”.
Noviembre (Cedric Jiménez, 2022) fue la cinta escogida para la inauguración de este festival. Con un ritmo estremecedor y cierto vigor visual, aborda los cinco días de la búsqueda de los sospechosos tras los atentados del 13 de noviembre 2015 en París por los servicios antiterroristas franceses. Además de la fotografía hay que mencionar el inteligente montaje que apuntala al filme cuyo guión obvia muchas cosas y es poco explicativo cuando le conviene, lo que confunde al espectador no francés.
El nivel de actuación, sin ser excelente, es eficaz, encabezado por Jean Dujardin (Fred), a quien los cinéfilos cubanos conocen por sus protagónicos en las comedias de espías OSS 117 y la cinta Yo acuso, de Roman Polansky. Lo secundan en el reparto un grupo de primeras actrices de la escena gala como Sandrine Kiberlain (Nueve meses de condena), Anaïs Demoustier (Alicia y el alcalde) y la franco-argelina Lyna Khoudri, convincente al encarnar a Samia, una emigrante árabe devenida informante de la policía.
Cierta crítica le reprocha al filme el que no ofrece una nueva percepción sobre lo que sucedió, convirtiéndose en “una loa unidimensional a la eficiencia francesa”. Este redactor añadiría algo más: ciertas insinuaciones a Turquía y Siria por ser refugio de terroristas islámicos sin más explicación, obviando que estos fueron subvencionados, entrenados y apertrechados por EE.UU. y las potencias occidentales (Francia entre ellas) cuando los musulmanes luchaban contra la URSS en Afganistán.
Ahora, en el milenio que estamos viviendo, los yihadistas la han emprendido contra sus antiguos protectores y cometen atentados como los de las Torres Gemelas en Norteamérica (más de dos mil muertos), el de Atocha en España (2004, 193 muertos), el de Londres (2005, 48 muertos) y el de París que narra el filme (2015, 121 muertos), por solo mencionar algunos.
Homenaje a Kaurent Cantet
Calificada casi unánimemente por la crítica europea en los días de su estreno de “filme fragante, cálido y a la vez fresco (…) una propuesta verdaderamente atípica, formalmente valiente, dramáticamente hipnótica y temáticamente imprescindible”, la cinta La clase conserva aún 16 años después todos esos atributos. No es de extrañar que se haya seleccionado para la inauguración de una muestra en homenaje a su realizador Laurent Canet, quien falleciera recientemente.
Aquí en Cuba la disfrutamos por primera vez en la clausura de un Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. Un año antes (2007), se había visto en el FCFC su cinta Hacia el sur, bien recibida entonces por la crítica y el público. La película se centraba en el mundo francófono integrado por las antiguas posesiones coloniales galas, específicamente Haití. La clase, en cambio, aborda otra realidad (¿o debemos decir otro Sur?): el de los arrabales semimarginales de París, mayoritariamente de inmigrantes.
Para llevar a cabo este proyecto contó con la ayuda de Francois Begaudeau, en su doble rol de protagonista de la cinta y autor del libro de igual nombre en el cual se basa el guión, escrito también por él junto a Cantet y Robin Campillo. Los alumnos del filme no son actores profesionales y se interpretan a sí mismos.
Francois, el protagonista, es profesor de una escuela estatal de Literatura y Lengua Francesa y trata con cierta maestría pedagógica de motivar a sus alumnos en su materia. Pero el medio no le favorece. En primer lugar, entre profesores y alumnos hay barreras extra generacionales, un verdadero antagonismo clasista entre un claustro típicamente francés aun con taras de metrópoli, que quiere disciplinar (¿o debemos decir: dominar?) a unos educandos sin ninguna fe en el sistema social imperante.
Por otra parte, esos alumnos son en su mayoría inmigrantes de las antiguas posesiones coloniales galas o pertenecientes al proletariado francés venido a menos y cada vez más pobre debido a las políticas económicas neoliberales. De esta forma el centro docente deviene campo de batalla social entre un poder supremo profesoral por imponer su orden (¿colonial?) y los intentos de anárquica rebeldía del alumnado. Y para colmo, agrava más la situación el racismo a flor de piel, no solo de los maestros franceses hacia sus educandos, sino entre los propios alumnos de diversas nacionalidades, un reflejo fiel de que sucede en todos los ámbitos de esa sociedad.
Aporta mucho a la credibilidad del filme la caracterización del personaje del maestro, nunca idealizado sino construido sobre la base de virtudes y defectos. Al final, él comprende que se necesita en Francia un cambio radical mucho más allá de la enseñanza cuando una de sus mejores alumnas le confiesa que nada de lo aprendido en el curso le servirá para la vida.
Permítanme los lectores terminar estas reflexiones con el párrafo final de una reseña sobre la cinta que el autor de estas líneas publicara hace más de quince años, el cual mantiene aún toda su vigencia: “Cantet ha conseguido con La clase algo muy difícil de lograr en el cine: un filme honesto que invita a la reflexión, entretenido, de ritmo ágil y, a la vez, un testimonio fiel de esa Francia neoliberal y multinacional de nuestros días que parece estar ahogándose en sus propias contradicciones”.
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*INFORMACIÓN DEL AUTOR: Periodista y profesor universitario. Premio Nacional de Periodismo Histórico por la obra de la vida 2021. Miembro de la Asociación Cubana de Prensa Cinematográfica (ACPC)