En las pantallas cinematográficas y televisuales se socializan producciones variadas en contenidos, estéticas y libertades creativas dirigidas a espectadores ávidos por gozar la calidad artística imprescindible durante el desarrollo del ser humano en todos los órdenes de la vida
¿Qué ocurre en el escenario fílmico de siglo XXI? ¿Cómo se transforma debido a la avalancha de nuevos medios o experiencias interactivas? ¿Todos satisfacen las necesidades de entretenimiento y comunicativas expresadas por públicos heterogéneos? Estas, y otras interrogantes, se comparten en redes sociales, centros académicos, entre creadores y decisores; en fin, donde alguien quiere reflexionar sobre proposiciones culturales de películas exhibidas en las pantallas, sí, en plural.
Con el período estival llegaron a la televisión y a las salas cinematográficas del país programaciones variadas que incluyen filmes realizados en Cuba y otros países del mundo. Incluso, la invitación Vamos al cine estimulada desde el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos establece fuertes nexos de complicidad entre ambos medios ¿y a quiénes beneficia?; sin duda, al espectador, el verdadero protagonista de tantos relatos contados para seducirlo, pues la narración fílmica la compone el destinatario que la recibe y que la lee.
En esta dimensión ha pensado Reinaldo Taladrid al regresar a la televisión con el programa Mi película favorita (Cubavisión, miércoles, 10:00 p.m.) Acude al socrático ejercicio de dialogar y ninguna de sus interrogantes es inocente. Carismático, hábil conversador, provocativo, propone el juego entretenido, razonador en busca de la participación ciudadana y del invitado siempre despejando: ¿cómo llego a las mayorías? Despliega el espectáculo en busca de la empatía requerida. Conoce el interés de las audiencias hacia la búsqueda del conocimiento y de la inteligencia humana.
Con estos sentidos y en busca del acercamiento al otro, cinéfilo o no, se dirigen las propuestas estéticas de la asesora Mayra Lilia Rodríguez Pastrana en los programas Historia del Cine, Amores difíciles y Corte final. Los transmite Cubavisión en diferentes días de la semana y solo en la programación habitual. Lamentablemente, todos ocupan el tardío horario de las 10:30 p.m. Sus temáticas y complejidades formales así lo quieren, tal vez, pero ¿se ha pensado en retransmitirlos para ofrecer nuevas oportunidades de conexión con los púbicos? La cultura audiovisual es cultura en la más acepción del concepto. Como parte de actos creativos contemporáneos y de la socialización de la vida humana, el acercamiento de las personas a los saberes, constituye un lugar establecido como imbricación necesaria del acervo cultural del homo sapiens.
Sin duda, el Icaic asume esta estrategia en el verano, también acercándose al próximo Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, que se celebrará en diciembre. Compartir ingenios, ideas, puntos de vista y pensamientos de artistas en nuestras pantallas continúa siendo un reclamo de creadores y decisores durante el desarrollo de acciones renovadoras en guiones y producciones cinematográficas.
El cine es arte e industria, como el libro, por esto urge seguir privilegiando sus dimensiones culturales a favor de la memoria vívida, el intelecto y el gusto de la sociedad, que se forma, no llega en tanto influjo adoptado.
¿Cuál es la elección “perfecta” para ir al cine o ver el cine? Ampliar el universo cognoscitivo. Muchos cineastas recrean soluciones no usuales del sistema de encuadres, el espacio off, los usos del sonido, las líneas dramáticas y las situaciones superpuestas. Inteligentes, sagaces, vuelven al recuento, redescubren los valores del tiempo y del espacio al conjugar sutilezas, violencias, sensibilidades; las necesarias confrontaciones entre pareceres y disfrutes en beneficio del desarrollo profesional y humanista del espectador protagonista. El lenguaje de género, la urgencia de mostrar desigualdades, utopías y derechos conquistables van de las cabezas de los realizadores a las concreciones de la obra. La moraleja del relato se manifiesta en signos icónicos, lingüísticos, silencios quedos, agresivos o largos. Nunca lo olvidemos, el objetivo del arte no es solo crear la vida del espíritu humano, sino transmitirlo externamente en forma artística. Las ficciones llevan implícitas teorías filosóficas, precisamos desentrañarlas del corpus general del todo fílmico. El manejo de la libertad creativa exige actitudes responsables, dominio técnico, atractivos visuales; las artes intercambian indicios, metáforas, elipsis en niveles narrativos expresivos.
Corresponde discriminar, aprender de las desazones, elegir sin las pretensiones de ver solo lo que nos gusta ya por sabido. Las indagaciones, el riesgo del descubrimiento perpetuo intranquiliza. Seamos intranquilos, nada ni nadie es perfecto. Vamos al cine para “sacar nuestras propias conclusiones”. La crítica cultural tiene que acompañar los procesos creativos. La sagacidad analítica, la emotiva lucidez emocional y el propósito de comunicar participando exige humildad para estar y sentirnos más juntos.